No a elecciones pol¨ªticas y verticalizantes
Las llamadas elecciones sindicales, de acuerdo con la cl¨¢usula transitoria del decreto-ley, se celebrar¨¢n en armon¨ªa con la legislaci¨®n vigente, es decir, la que sirvi¨® de marco en 1971 para las elecciones sindicales del verticalismo. Posteriormente se prev¨¦ la elaboraci¨®n por los parlamentarios de una ley definitiva sobre el tema. Estos dos hechos pueden servir de base para abordar la cuesti¨®n de inmediato, aunque luego tocaremos otros hechos.La CNT, organizaci¨®n aut¨®noma e independiente -aunque no neutra, sino revolucionaria-, ha anunciado en todos los tonos, siempre que ha podido ?meter? un comunicado, la intromisi¨®n de los pol¨ªticos en el mundo del trabajo y en el ¨¢mbito de las organizaciones obreras sindicales, su funesta man¨ªa de trasvasar a las f¨¢bricas y empresas las pr¨¢cticas parlamentaristas, que implican una lucha por el poder pol¨ªtico real, lucha sostenida por ¨¦lites especializadas que ponen en pr¨¢ctica una espl¨¦ndida ?acci¨®n directa?, en el sentido de que disponen de la vida y del destino de todos los dem¨¢s, resignados a la condici¨®n de hueste pasiva que s¨®lo interviene cada cuatro a?os para catapultar especialistas a los esca?os. No obstante, estos ciudadanos pasivos, convertidos en clientelas pol¨ªticas, quedan divididos y enfrentados entre s¨ª respecto a quien tiene que decidir por ellos. Pues bien, esto es lo que los partidos quieren implantar en el mundo de las f¨¢bricas y de los tajos, con el benepl¨¢cito de casi todas las organizaciones sindicales que dependen de partidos autoritarios e ¨ªnterclasistas, y todos lo son.
El bufo triunfalismo electoralista que ya empieza a darse, semejante al triunfalismo afiliatorio, con la guerra de cifras en las que nadie se pone de acuerdo -mejor manera de que nada pueda aclararse- refleja la ominosa lucha en marcha por el ?poder? dentro de las empresas. Los que ganen las elecciones, aunque sea por un voto, van a sostener una tremenda lucha con quienes las ?pierdan?, y con quienes se hayan abstenido en tales comedias. Luego, decimos, ya tenemos aqu¨ª una reproducci¨®n de las luchas pol¨ªticas con sus divisiones y discordias. Tenemos tambi¨¦n una confirmaci¨®n de que para los pol¨ªticos, las famosas fuerzas del trabajo (y de la cultura) s¨®lo representan una ciudadan¨ªa de segunda clase hecha para la manipulaci¨®n.
La CNT ha dicho y dice no a esas ?elecciones? sindicales, aparte de por las razones expuestas, por el tipo de representatividad que saldr¨¢ de ellas. La CNT afirma que de las listas cerradas, de las abiertas o mixtas saldr¨¢n nuevos organismos de representaci¨®n vertical con poder de decisi¨®n sobre los trabajadores. Para empezar, se aplicar¨¢ en esas elecciones la normativa todav¨ªa vigente del verticalismo, con lo que los delegados o comit¨¦s nombrados tendr¨¢n pleno poder de decisi¨®n y negociaci¨®n, margin¨¢ndose la asamblea de trabajadores. Se reproducir¨¢, pues, algo parecido a los jurados de empresa del sindicalismo vertical.
Por la naturaleza de las cosas, si en unas empresas ?ganan? las elecciones los partidarios de las listas cerradas, inmediatamente se impondr¨ªa una determinada pol¨ªtica de representaci¨®n en tales empresas. Tal pol¨ªtica nacer¨ªa en la c¨²spide d¨¦ la central ganadora y se trasladar¨ªa a la representaci¨®n sindical en la empresa, actuando en dos direcciones, de arriba abajo y de abajo arriba, pero sin intervenci¨®n de los trabajadores, que acaso s¨®lo ser¨ªan convocados para recibir informaci¨®n, nunca para decidir.
Hay que tener presente que la representaci¨®n a que nos referimos decidir¨ªa incluso por los trabajadores que la votaran. Esto para que no se hagan ilusiones. A mediano y largo plazo hay otras implicaciones. Estos organismos de representaci¨®n adquirir¨ªan estatus de privilegio de cara a la empresa, como en el verticalismo, ser¨ªan siempre el interlocutor v¨¢lido. Antes o despu¨¦s la empresa los integrar¨¢ como parte del sistema productivo. Por su parte, las burocracias sindicales se servir¨¢n de ellos a niveles superiores para realizar las operaciones pol¨ªticas de toda central dependiente de un partido. Si este partido es una primera y clara alternativa de Gobierno, peor que peor, porque el propio partido, con un programa interclasista para poder gobernar una sociedad global, se integrar¨¢ ¨¦l mismo en el sistema, vali¨¦ndose entonces de todos los mecanismos dependientes. Se llegar¨¢, por este lado, a algo parecido a los sindicatos alemanes, conglomerados neutros y burocr¨¢ticos, integrados en el capitalismo.
Por el lado de las listas abiertas y mixtas, igual: deciden los elegidos, no los trabajadores, aunque se hable para la galer¨ªa de consejos, asambleas y dem¨¢s. Aqu¨ª, las asambleas son para informar a los trabajadores de las decisiones tomadas en su nombre y para hablarles de la conveniencia de llegar a un Gobierno de concentraci¨®n nacional, lo que demuestra, como viene ocurriendo, que as¨ª queda instalada en la empresa la correa de transmisi¨®n entre el partido que dirige arriba y los votantes de las f¨¢bricas. Si los partidos se?alados defienden el pacto social, que deriva a su vez de un pacto pol¨ªtico, por ejemplo, el de la Moncloa, las empresas se ver¨¢n beneficiadas porque las correas de transmisi¨®n frenar¨¢n a los trabajadores en las f¨¢bricas, jugando la carta del interclasismo y de los intereses de los partidos, que todo es lo mismo.
Estas correas de transmisi¨®n con siglas sindicales perseguir¨¢n, no obstante, la hegemonizaci¨®n del movimiento obrero, objetivo en verdad dif¨ªcil, pero la perseguir¨¢n, cumpliendo su naturaleza totalitaria. En Roma, un dirigente de una central espa?ola dependiente acaba de decir que las elecciones abocar¨¢n en consejos de f¨¢brica, etc¨¦tera, y conducir¨¢n a la unidad obrera. Aqu¨ª vemos la supervivencia de los sue?os ?unitarios a la portuguesa?, que se frustraron por la presencia indomable de tendencias sindicales pluralistas. A pesar de la propaganda, las listas abiertas conducir¨¢n tambi¨¦n a una representatividad verticalista, porque la filosof¨ªa que inspira esos proyectos y las estructuras pol¨ªticas y sindicales que est¨¢n detr¨¢s son jer¨¢rquicas, y de ninguna pr¨¢ctica jer¨¢rquica puede resultar la libertad ni la autodeterminaci¨®n obrera.
El grave problema del universo de transacciones en que tienen que navegar los partidos y los sindicatos dependientes que hemos se?alado nos lleva a conclusiones claras: del interclasismo, del pactismo, del oportunismo, puede resultar en rigor el amarillismo, la traici¨®n real a los trabajadores. Ante tal perspectiva, ya presentida, la CNT dice no a las elecciones sindicales, pol¨ªticas y verticalizantes. La CNT hablar¨¢ claro a los trabajadores. Sus soluciones alternativas para la organizaci¨®n de los trabajadores en la empresa ya son conocidas, y seguiremos defendi¨¦ndolas cuando todas las dem¨¢s se hayan derrumbado. Tales soluciones se resumen en un concepto claro: si nadie trabaja por t¨ª, nadie debe decidir por t¨ª.
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