Jaime Aledo
Es preciso reconocer que nadie llega al mundo de la pl¨¢stica sin deudas para con alg¨²n patriarca, aun cuando sea para acabar abominando de la ascendencia geneal¨®gica como cualquier descastado. Entre esos sufridos cabezas le familia tenemos a Luis Gordillo, que si bien ser¨¢ el primero en espeluznarse ante el calificativo de padre, no es menos verdadero que una cierta v¨ªa de la figuraci¨®n espa?ola, posterior al pop, no puede entenderse sin su presencia. L¨ªcito o no el tema de ?gordillismo?, el caso es que tenemos ahora en Madrid un nuevo reto?o que no duda en declamar imp¨²dicamente la deuda hacia sus mayores.Jaime Aledo se presenta como heredero, mitad respetuoso, mitad desvergonzado, de algo que es, apenas, historia reciente. Su inter¨¦s para la cr¨®nica de unos ciertos sucesos de la pintura actual, y dejando aparte sus virtudes particulares, reside en el hecho de que, no estando directamente vinculado al grupo de personajes que alimentan sus filias, los toma como punto de partida sin eludir ni la inspiraci¨®n pl¨¢stica ni el homenaje ir¨®nico (c¨®mo ser¨¢ el caso de los ?Animales salvajes y dom¨¦sticos?).
Jaime Aledo
Galer¨ªa Edurne. Monte Esquinza, 3.
Pasi¨®n por Gordillo
Ese mirar desde fuera en un evidente proceso de mitificaci¨®n podr¨ªa llegar a convertirse en un punto de vista ins¨®lito sobre un panorama a¨²n confuso por sus propias tensiones internas. Y todo ello teniendo en cuenta c¨®mo la actuaci¨®n de un clich¨¦ m¨ªtico puede resultar desenmascarador pese a su evidente labor reduccionista.Pero la obra de Aledo no llama nuestra atenci¨®n ¨²nicamente por su contribuci¨®n a la ?peque?a historia ?. Aunque su labor en el lienzo denota una cierta inmadurez (eso, al fin y al cabo, puede curarse con los a?os), en sus guaches y dibujos se revela como un pintor al que es preciso tener ya en cuenta. Su situaci¨®n, dentro del panorama figurativo en el que gusta insertarse, resulta por ello peculiar. De su pasi¨®n por Gordillo, Aledo ha optado por la vertiente m¨¢s caricaturesca.
Con una actitud desenfadada, cuya ambig¨¹edad le hace igualmente part¨ªcipe de la frescura como de una cierta inocencia, que para una mente excesivamente escrupulosa podr¨ªa rozar la puerilidad, Aledo se interesa m¨¢s por combinaciones de im¨¢genes dementes que por problemas estrictamente pict¨®ricos, y en esa elecci¨®n de lo m¨¢s espec¨ªficamente ir¨®nico, a nivel conceptual, del mundo de Gordillo, introduce felices confusiones ling¨¹¨ªsticas. Tal es el caso del equ¨ªvoco entre King Kong y Mogambo que, a mi juicio, demuestra mayor agudeza que la de mero chiste f¨¢cil. As¨ª, aunque muchos pensar¨¢n que Aledo tiene a¨²n numerosas cuestiones por resolver, podr¨¢n convenir, sin embargo, en que se trata de uno de los debutantes con mayor cr¨¦dito que el a?o nos trae.
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