Ignacio Aguirre: "Los pol¨ªticos apoyan la fiesta, porque el aficionado tambi¨¦n tiene voto"
EL PAIS: Todos los estamentos taurinos insisten en que la fiesta debe salir de su dependencia del Ministerio del Interior, para pasar al de Cultura.Ignacio Aguirre: Es tambi¨¦n el criterio de Cultura. El ministro, P¨ªo Cabanillas, con quien he hablado ampliamente del tema, est¨¢ firmemente decidido a enmarcar el espect¨¢culo taurino en su departamento.
EL PAIS: Llegado el caso, ?ir¨ªa a Cultura todo lo concerniente a la fiesta, en bloque?
I. A.: El ministro opina, y estoy de acuerdo, que varios aspectos de la misma deben quedar en Interior. No tendr¨ªa sentido que un ministerio espec¨ªficamente dedicado a la promoci¨®n de la cultura asumiera funciones de polic¨ªa, como son examinar si el toro que se lidia tiene la edad requerida, controlar las puyas, verificar la integridad de las astas, etc¨¦tera. Esta es misi¨®n muy concreta de Interior.
EL PAIS: Donde, a pesar de que el espect¨¢culo siempre estuvo encuadrado all¨ª, no hay instrumento alguno para promocionarlo.
I.A.: As¨ª es: el espect¨¢culo taurino est¨¢ en el Ministerio del Interior a nivel de jefatura de negociado, lo cual es descabellado. Mi teor¨ªa es que un espect¨¢culo al que acuden m¨¢s de quince millones de personas por a?o, guste o no guste, constituye una realidad que no se puede desconocer. Se trata, adem¨¢s, del espect¨¢culo m¨¢s popular de Espa?a, e indiscutiblemente forma parte de ella.
EL PAIS: El m¨¢s popular, s¨ª, aunque hay quien lo tiene por elitista.
I.A.: Lo niego rotundamente. He asistido a much¨ªsimos festejos sin picadores en peque?os pueblos, y en cada plaza hab¨ªa no menos de 5.000 espectadores. El pueblo entero se vuelca en el espect¨¢culo, y con ¨¦l vive el acontecimiento del a?o. A?adir¨¦ que las grandes ferias, como Valencia en julio, Bilbao, Sevilla, Pamplona o Madrid, no son tales ferias sin las corridas de toros.
EL PAIS: ?C¨®mo han sido tratados los toros, a nivel de Administraci¨®n, en las ¨²ltimas d¨¦cadas?
I.A.: Ni bien, ni mal; sencillamente, no se han tratado. Resulta de aqu¨ª que la fiesta est¨¢ enferma y ¨¦ste es el motivo de sus angustiosas llamadas a la Administraci¨®n.
EL PAIS: ?Cu¨¢les cree usted que son las causas de esa enfermedad?
I.A.: Primero, los muchos a?os de fraude, que produjeron la desilusi¨®n del aficionado; fraude con el que ha terminado la cr¨ªtica honesta. Segundo, que durante mucho tiempo fue un espect¨¢culo muy caro; no ahora, pues ha rebasado sus precios el descomunal aumento del coste de la vida. Por ejemplo, el f¨²tbol, que antes era muy barato, ha pasado a ser m¨¢s caro que los toros. Tercero, la falta de promoci¨®n de nuevos valores. Cuarto, el desamparo al ganadero.
EL PAIS: La reforma del reglamento de 1962 entiendo que tuvo una influencia negativa capital en el posterior desarrollo de la fiesta.
I.A.: Totalmente de acuerdo, ?porque se la cargaron, vamos!. Pero ahora que hay otra reforma, podr¨ªan aprovechar para corregir aquellos errores. Entre otros, controlar ese elemento important¨ªsimo en la lidia que es el peto. Si tuviera las dimensiones con que se instaur¨® en 1927, para defensa del caballo (no para ataque al toro, como es el actual), las reses no sufrir¨ªan tanto quebranto en el primer puyazo. Aparte, desde luego, de la fiereza que el toro ha perdido, con la degeneraci¨®n de las ganader¨ªas.
EL PAIS: Tenemos, por tanto, un c¨²mulo de problemas heterog¨¦neos, cuya soluci¨®n escapa a las posibilidades de los estamentos de la fiesta, lo cual hace necesario encuadrarla en un organismo de rango superior, ?no le parece?
I.A.: Yo estoy en que es imprescindible la creaci¨®n de un consejo rector de la fiesta en el seno del Ministerio de Cultura, que estudie, controle y promueva el espect¨¢culo en su conjunto, con integraci¨®n de todos los estamentos que la configuran, sin excepci¨®n. Habr¨ªa que empezar, para ello, por que tales estamentos establecieran sus sistemas democr¨¢ticos de elecci¨®n, a fin de que cada cual designara a sus representantes.
EL PAIS: ?Y por qu¨¦ no hace la convocatoria el Ministerio?
I.A.: Posiblemente el ministro espera que una comisi¨®n acuda a plantearle sus aspiraciones y a configurar las bases del nuevo ¨®rgano.
EL PAIS: Tengo entendido que, hace un par de meses, P¨ªo Cabanillas recibi¨® a una comisi¨®n de ganaderos, profesionales, etc¨¦tera, quienes le expusieron el tema.
I.A.: Dudo mucho, sin embargo, que tuviera aut¨¦ntica representatividad.
EL PAIS: Hemos hablado de Gobierno, pero no podemos olvidar al Parlamento, donde seguramente podr¨ªa hacerse mucho, con poco esfuerzo, a favor de la fiesta.
I.A.: Naturalmente que s¨ª. Es m¨¢s: he le¨ªdo encuestas con muy caracterizados representantes de partidos pol¨ªticos respecto a las corridas, y todos est¨¢n de acuerdo en que se deben mantener e incluso potenciar.
EL PAIS: De cualquier forma, acaso no sea absoluta la sinceridad de quienes elogian la fiesta, cuando saben que los aficionados tienen voto.
I.A.: Es f¨¢cil, desde luego, decir que se apoya a la fiesta, porque en estos ¨¢mbitos no hay nadie que se atreva a decir que no la apoya, como tampoco se atrever¨ªa a decir que desaparezca el f¨²tbol, aunque lo pensara as¨ª. Todo elogio a la fiesta es razonable, para quienes la conocemos (y, por tanto, la amamos), pero los hechos son siempre m¨¢s elocuentes, ?no le parece?
EL PAIS: Nuestra idea es que la fiesta, que no ha sido inventada; que es el resultado de las aportaciones, durante siglos, de la intuici¨®n y experiencia de los ganaderos, de la t¨¦cnica de los lidiadores y de los gustos de sucesivas generaciones, constituye, por todo ello, un patrimonio nacional.
I.A.: Patrimonio nacional y cultural, con inigualable incidencia en todas las manifestaciones culturales. Estoy completamente de acuerdo con su teor¨ªa. Y opino que incurren en responsabilidad quienes tiene la obligaci¨®n de vigilar que esta riqueza no se pierda y se inhiben. No ya esta generaci¨®n actual, sino las pr¨®ximas, a lo mejor nos querr¨¢n pedir cuentas por haber cometido la insensatez de dejar morir una fiesta que nos lleg¨® nutrida de valores, acumulados durante siglos. No podemos ser tan necios que cometamos semejante atropello.
EL PAIS: La desatenci¨®n pertinaz hacia los toros, por parte del Gobierno, se manifiesta en todo. Ah¨ª est¨¢ la televisi¨®n...
I.A.: S¨ª, es un caso flagrante e inexplicable de abandono que no haya en ella espacios informativos dedicados a los toros. Pero el nuevo director general, seg¨²n ¨¦l mismo me ha dicho, va a solucionar esto.
EL PAIS: Se?or secretario de Estado: ?tienen mucha incidencia los toros en el turismo?
I.A.: Muy relativa. Mientras en Italia, Francia y Estados Unidos los toros son elemento importante de atracci¨®n tur¨ªstica hacia nuestro pa¨ªs, en los pa¨ªses anglosajones y escandinavos cualquier propaganda en este sentido nos es perjudicial. Pero, en definitiva, el turismo poco le importa a la fiesta verdadera. Las grandes ferias, las plazas del interior, se nutren de p¨²blico espa?ol, y m¨¢s ahora, en que estamos en un verdadero renacer de la afici¨®n. Por primera vez en muchos a?os, la juventud va a los toros. ?Por qu¨¦? La juventud, que es sincera, se ha dado cuenta de que este espect¨¢culo vuelve a tener autenticidad, porque la tiene el toro. La lidia es, de nuevo, un gran espect¨¢culo, para todas las edades y para todas las clases sociales.
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