Vila-Matas y la muerte-letra impresa
Toda novela es, en cierta medida, autobiogr¨¢fica. Ni el concepto es nuevo ni su repetici¨®n puede recordar nada. De cualquier forma, la autobiograf¨ªa involuntaria ha sido considerada como un factor que resta unidades de valor a la novela en la que se esconde. Sabi¨¦ndolo, Enrique Vila-Matas, en su ¨²ltima novela, La asesina ilustrada, no hace ciertamente autobiograf¨ªa en el sentido m¨¢s literal, pero nos da las suficientes claves como para pensar en un parentesco ¨ªntimo de los personajes que la pueblan y su propia persona. Una ojeada a las iniciales de sus principales actores, ya le¨ªdas cabalmente o a la inversa (y es bien curioso que esa inversa emita, adem¨¢s, juicios de valor) as¨ª nos lo hace sospechar. No es una relaci¨®n de espejo inevitable la que se nos hace presente: m¨¢s bien la quintaesencia de una visi¨®n, una visi¨®n que, por lo pronto, se ha dado ya con frecuencia en textos novel¨ªsticos cl¨¢sicos, m¨¢s de tres que yo recuerde. Amante de los entuertos, las vaguedades y los equ¨ªvocos, Vila-Matas crea y se resigna a esta especie de fatalismo acept¨¢ndolo, jugando con ¨¦l y modific¨¢ndolo en un texto narrativo que, si me parece m¨¢s una novela que un cuento largo, se deba quiz¨¢ a la relativa gratuidad con que algunos elementos revisten la trama. Dicho de otro modo: no de todos los clavos que aparecen en la ficci¨®n va a colgarse el protagonista, hecho que ni a Ch¨¦jov ni a Borges habr¨ªa de agradarles. Y si cito los personajes en cuesti¨®n es debido a que parece que el segundo (que en cierta medida usa en ello del primero) hace su aparici¨®n en el texto.Pero tampoco el agrado de Borges se har¨ªa indispensable. La novela, que usa de gran variedad de formas narrativas entrelazadas no se erige, quiz¨¢ por esta raz¨®n, en suscribiente de una escuela. Gran cantidad de recursos a la moda se hallan en sus p¨¢ginas, desde la recreaci¨®n de mundos on¨ªricos propios de una ciencia-ficci¨®n a la Ray Bradbury (y pienso ahora en la noche eterna de los tres soles) hasta la intersecci¨®n l¨ªmite realidad-literatura que se produce, no solamente en la participaci¨®n involuntaria del lector en la trama de la novela, precisamente en una parte no escrita, sino tambi¨¦n por la personalidad del mismo protagonista de la novela y que es, ni m¨¢s ni menos, que un texto literario, un texto que toma vida activa por las consecuencias que acarrea su lectura y que son la misma muerte de su lector.
La asesina ilustrada,
de Enrique Vila-Matas.Editorial Tusquets, Cuadernos ?nfimos, n¨²mero 80.
La novela, configurada, pues, a partir de los efectos que produce en sus personajes la lectura de un texto central que le da nombre, podr¨ªa ser un an¨¢lisis sobre las propiedades del lenguaje literario, an¨¢lisis al que se han aficionado no pocos escritores a partir de una determinada escuela parisiense. El mismo t¨ªtulo de la obra podr¨ªa ser una pista en este sentido, pero no es as¨ª. Lejos de ser un texto te¨®rico con apariencias de narrativo, se trata de un texto de aventuras en el que sencillamente suceden cosas. Nada tampoco de tramas psicol¨®gicas. El entretejido de g¨¦neros que la componen no creo que prive calificarla de vagamente polic¨ªaca, con una salvedad: la verosimilitud y los hechos que coadyuvan al descubrimiento final carecen en este caso de importancia.
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