La baraja, rota
La ponencia constitucional estaba jugando al ajedrez en tarde somnolienta de invierno y, de pronto, el socialista Peces-Barba se acerc¨® a la partida y en un golpe de efecto levant¨® el tablero preguntando eso tan bonito de si el ajedrez tambi¨¦n tiene oca. El aire de ayer en el Congreso era exactamente ¨¦se, el de un club o casino donde un socio ha descompuesto la figura y de un manotazo se ha llevado por delante las fichas cuando el adversario tramaba con cierta rudeza el mate pastor o intentaba ahogarle el seis doble. Antes de comenzar la sesi¨®n, ayer en el Congreso, las fichas estaban en el suelo y los protagonistas del juego andaban con el ce?o a media asta por los pasillos o tomaban su cosa en el bar formando un corro dentro de un silencio cient¨ªfico y destilado. En esta est¨¦tica de la rabieta los emisarios de la paz iban y ven¨ªan con las nuevas de un compromiso, pero el clima era que cada bando por su parte el PSOE y la UCD, andaba sacando brillo a la navaja para el debate de hoy sobre las elecciones municipales, que es, por lo visto, donde el cordero va a encontrar a su madre. En el Congreso hab¨ªa esta tarde, un sabor a almendra amarga, esa purga que los guerreros toman la v¨ªspera del deg¨¹ello.Lo mejor del Parlamento de ayer se realiz¨® en el bar. El trabajo del hemiciclo consist¨ªa en macerar otra vez los temas de siempre, la televisi¨®n de Pilar Brabo, las pensiones de Marcelino Camacho, el secano del Sahara abandonado a su suerte, las desgracias industriales de SEAT, las reformas de la ley de Enjuiciamiento Civil, esas cuestiones que la lengua empastada de los diputados ha convertido ya en cantos rodados. El inter¨¦s de la tarde estaba en el bar porque, mientras sobre los esca?os ca¨ªa una sonoridad entre dolorida y dormitante sobre problemas menores, los ministros sal¨ªan a abrevar en la opini¨®n de la prensa.
Lleg¨® Adolfo Su¨¢rez y se acod¨® en la barra, con un pie elegantemente desmayado en el estribo, dominador del regate en corto, con una palidez bru?ida por la l¨¢mpara de cuarzo. A la sombra del caf¨¦ con leche, Adolfo Su¨¢rez, en plan informal, ha roto el mutismo y ha cantado la estrategia para salir de esta crisis pol¨ªtica planteada por el golpe de mano socialista en la ponencia constitucional: se trata de aprobar la Constituci¨®n cuanto antes, aunque haya que trabajar en sesiones aceleradas de ma?ana, tarde y noche, y una vez el pa¨ªs haya salido de esta metaf¨ªsica legal, que ahora no es carne ni pescado, convocar las elecciones municipales antes de que se eche encima la calor. De modo que eso es lo que hay, Parece ser que esa labor de pacientes hilanderos constitucionales va a entrar en un frenes¨ª con lanzadera, a tumba abierta, dando cates a todo pasto.
Fern¨¢ndez Ord¨®?ez tambi¨¦n dec¨ªa lo mismo por su lado; se ve que es la consigna, el ¨²ltimo pan salido del horno. Pero el ministro de Hacienda est¨¢ en otra onda. Fern¨¢ndez Ord¨®?ez pasea el aire civilizado y fiscal por el Congreso con un gesto de aburrida elegancia por estas zancadillas. El se va ahora a hablar con los del World Street, con gente fina y rubia, que se mueve en aquel criadero de d¨®lares y que en Occidente es el ca?o de la democracia. Va a contarles que los espa?oles, a pesar de todo, no somos tan malos, y que estamos esperando el giro.
Abril Martorell tambi¨¦n ha bajado al bar con esa barba para tres pasadas de cuchilla que le azulea el ment¨®n purificado por el agua brava. Ha abundado en lo mismo, en que no pasa nada, que lo primero es la Constituci¨®n a marchas forzadas y despu¨¦s, todo seguido, los concejales y alcaldes. Todo eso pronunciado con un tono de enfado nervioso, sin esa gracia billarista de Su¨¢rez, que habla con los periodistas con un gesto amiguete de ponga usted un presidente al alcance de la mano. Pero Abril Martorell es ingeniero agr¨®nomo y sabe perfectamente el punto exacto de esta ensalada. Aunque no lo dice, porque lo suyo es el prestigio del silencio.
A ¨²ltima hora, las apuestas estaban cruzadas sobre si el PSOE y la UCD se volver¨¢n a casar. La soluci¨®n se ver¨¢ en debate de hoy.
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