Los secuestradores de Moro pueden haber escapado al cerco policial
A cinco d¨ªas del secuestro de Aldo Moro y del asesinato de los cinco agentes de su escolta, los 24,000 polic¨ªas, carabineros y guardias de finanzas que, apoyados por unos mil soldados, han cercado la capital italiana, comienzan a dudar que los miembros del comando de las Brigadas Rojas que llevaron a cabo la acci¨®n se encuentren en la ciudad con su precioso reh¨¦n.
Mientras, ayer en Tur¨ªn prosigui¨® por la tarde normalmente el proceso contra los dirigentes de las Brigadas Rojas, Renato Curcio y sus compa?eros, tras una breve interrupci¨®n del proceso por la ma?ana. Se esperaba que durante la sesi¨®n los acusados diesen lectura de una proclama o parte de guerra, como suelen hacer los brigadistas, en el que anuncien sus intenciones sobre el proceso a Moro. El primer ministro, Giulio Andreotti, se espera que apruebe hoy, en el Consejo de Ministros, el decreto-ley que establece nuevas medidas de seguridad, m¨¢s eficaces, de acuerdo con los partidos. En la misma calle donde d¨ªas pasados fueron encontrados dos autom¨®viles empleados por el comando que secuestr¨® a Moro ha sido encontrado un tercero, un Fiat 128 azul que hab¨ªa escapado a las inspecciones anteriores o que fue abandonado inexplicablemente el s¨¢bado por la noche.Prosigue, mientras tanto, la actividad de recogida de testimonios y confecci¨®n identikit (retratos robot). El inquilino de una casa frente al lugar del atentado habr¨ªa logrado sacar una fotograf¨ªa de la escena, que ha resultado preciosa para la polic¨ªa.
Recaen sospechas sobre un empleado de banco, Gianfranco Moreno, que d¨ªas antes hab¨ªa frecuentado con su coche los alrededores del despacho de Moro. Tras un largo interrogatorio ha logrado demostrar su inocencia. Tambi¨¦n ha escrito a la polic¨ªa Brunilda Pertramer, buscada desde hace cinco a?os, declar¨¢ndose ajena al secuestro.
Se estudian todas las pistas posibles: la foto de Moro y el comunicado han sido analizados a fondo por los expertos. El comunicado fue escrito con una m¨¢quina el¨¦ctrica, por una experta mecan¨®grafa. Se sabe que las Brigadas Rojas reclutan sus militantes en las grandes f¨¢bricas del Norte, mientras los N¨²cleos Armados Proletarios (NAP) est¨¢n concentrados en el Sur. Se hab¨ªa por vez primera de una actividad conjunta de ambos grupos en el secuestro de Moro.
Estructura de las Brigadas Rojas
Las pesquisas se hacen m¨¢s dif¨ªciles, dada la organizaci¨®n de las Brigadas. El grupo de base es la ?c¨¦lula?, compuesta al menos de cinco personas. El brigadista m¨¢s antiguo dirige un ?comando?, encuadrado en la Brigada. Tres brigadas forman una ?columna?, a las ¨®rdenes de un ?coronel?.
El enlace entre las ?columnas? y el comit¨¦ ejecutivo ser¨ªa Corrado Alunni, de veintiocho a?os, un romano que trabaj¨® en la Sit-Siemens de Mil¨¢n y que en diciembre de 1976 escap¨® a la polic¨ªa en Pavia. Ahora encabeza la lista de las personas m¨¢s buscadas por la polic¨ªa.
Los brigadistas ignoran qui¨¦nes son los diez jefes que forman el ?comit¨¦ ejecutivo?, que fija los objetivos de la lucha. Los militantes clandestinos o fuerzas ?regulares? ser¨ªan unos 700, seg¨²n el periodista comunista Guido Cappato, mientras unos dos mil ser¨ªan los ?irregulares? empe?ados en peque?as acciones de sabotaje, ?expropiaciones? secuestros. Los killers, en general, son contratados entre la gente del hampa.
En los c¨ªrculos pol¨ªticos, al margen del drama humano y de la angustia por la suerte de Moro, se preguntan si el proyecto de Enrico Berlinguer del ?compromiso hist¨®rico?, o de entrar en el Gobierno ser¨¢ obstaculizado o favorecido. No es f¨¢cil dar una respuesta. Si la Democracia Cristiana tuviera que tomar sola decisiones sobre un canje con la vida de Moro, la corresponsabilidad comunista cobrarla un significado pol¨ªtico sustancial.
Los comunistas comparan el secuestro de Moro al atentado contra el general chileno Ren¨¦ Schneider, el 22 de octubre de 1970, con el que se intent¨® impedir el triunfo de Allende.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.