"La utilidad de las C¨¢maras Agrarias as es dif¨ªcilmente cuestionable"
Pregunta. ?Qu¨¦ razones argumentan para las elecciones a C¨¢maras Agrarias?Respuesta. La raz¨®n b¨¢sica deviene de la propia concepci¨®n de las C¨¢maras como corporaciones de Derecho p¨²blico, y por tanto, como centros representativos de intereses agrarios a lo que el Estado delega el ejercicio de determinadas funciones, a la vez que instrumenta unos canales de consulta sobre las medidas que afecten al desarrollo y mejora de la agricultura. La propia din¨¢mica del cambio pol¨ªtico hace que un Estado moderno sienta la necesidad de llamar a los grupos sociales a participar del poder, nutri¨¦ndose de su representaci¨®n y asoci¨¢ndolos a sus tareas m¨¢s que imponi¨¦ndose a ellos. Sin la participaci¨®n de Los interesados no es posible llevara cabo unos servicios y unas gestiones de inter¨¦s general agrario que afectan a todos los agricultores. Y en este contexto parece claro que la amplitud y responsabilidad de estas funciones no debe ser asumida unilateralmente por la Administraci¨®n, por lo que implicar¨ªa una flagrante detentaci¨®n de poder, ni por los propios sindicatos, cuyas ¨¢reas de representatividad nunca podr¨¢n alcanzar la incorporaci¨®n absoluta de todos los agricultores.
P. En qu¨¦ medida ser¨¢n ¨²tiles a los agricultores?
R. La utilidad de las C¨¢maras agrarias es dif¨ªcilmente cuestiona de desde el momento en que se conciben como unidades administrativas descentralizadoras del poder p¨²blico, con una serie de funciones y servicios de los que ser¨ªa muy dif¨ªcil privar al agricultor sin producirle graves trastornos. As¨ª pues, es evidente que, como estructura de servicios a nivel local las C¨¢maras no s¨®lo son ¨²tiles, sino yo dir¨ªa que indispensables para el campo. Otra cosa es su instrumentaci¨®n real por los agricultores y su operatividad a un segundo y hasta un tercer nivel como canales de consulta y colaboraci¨®n en los ¨®rganos de la pol¨ªtica-agraria. Sobre esto, mi opini¨®n es que van ser ¨²tiles en la medida que los agricultores hagan que lo sean y asuman una participaci¨®n activa en la gesti¨®n de sus propios intereses.
"Las C¨¢maras no son una panacea"
P.. ?Qu¨¦ labor pueden desarrollar unas C¨¢maras Agrarias democr¨¢ticas de cara a solucionar los problemas del campo espa?ol?R. Por su condici¨®n de entidades autogobernadas por los agricultores y, Por tanto, de un espectro inequ¨ªvocamente democr¨¢tico, las C¨¢maras van a ser un eslab¨®n m¨¢s en el proceso de acercamiento de campo a las tareas de gobierno y consecuentemente, de la presencia activa de sus hombres en las ¨¢reas de decisi¨®n de la pol¨ªtica agraria. Las C¨¢maras, por s¨ª mismas, no son una panacea para resolver los problemas del campo, ni cabe atribuirles otro papel que el puramente derivado de sus competencias en los respectivos ¨¢mbitos territoriales. El planteamiento de una v¨ªa de soluciones a la crisis del campo espa?ol tendr¨¢ que venir canalizada por dos frentes que deben operar .en el plano t¨¢ctico, a trav¨¦s de los sindicatos, y en el estrat¨¦gico, por medio de las C¨¢maras Agrarias. En la confluencia de ambas vertientes, en su propia din¨¢mica y en su entendimiento mutuo, puede estar la respuesta a esa gran crisis de identidad que hasta ahora ha venido bloqueando cualquier salida a la problem¨¢tica del sector agrario. En definitiva, yo creo que las C¨¢maras tienen por delante una gran labor que cumplir. Y no s¨®lo lo creo, sino que, con la mayor honradez, desear¨ªa transmit¨ªrselo a los agricultores.
P. En una valoraci¨®n r¨¢pida: ?resultar¨¢n las C¨¢maras Agrarias m¨¢s ¨²tiles al Gobierno que a los agricultores?
R. Resultar¨¢n ¨²tiles a ambos en la medida que se plantean bajo una ¨®ptica de colaboraci¨®n perfectamente delimitada en sus funciones y competencias. No se trata, creo yo, de valorar su utilidad en base a una dicotom¨ªa de intereses cuando lo que est¨¢ en juego es un objetivo ¨²nico. S¨®lo si las C¨¢maras resultan ¨²tiles para los agricultores habr¨¢ una buena raz¨®n para pensar que son tambi¨¦n ¨²tiles para el Gobierno.
P. ?Por qu¨¦ elecciones a C¨¢maras y no o elecciones sindicales en el campo? ?Se descartan por completo es as elecciones en el medio rural?
R. La pregunta es oportuna, por que me va a dar opci¨®n a corregir un error de concepto que, en cierto modo, ha sido el eje de la contestaci¨®n a las C¨¢maras Agrarias. En el campo, igual que en los otros sectores, ya ha habido elecciones sindicales a nivel de empresa. Lo que ocurre es que por las propias caracter¨ªsticas del sector s¨®lo ha afectado a una m¨ªnima parte de los empresarios del campo. Quiero recordar que aproximadamente s¨®lo a un 2% del marco empresarial. Las razones son obvias. En ese 98 restante de empresas -y este concepto habr¨ªa que entrecomillarlo- no existe una relaci¨®n permanente empresario-trabajador que justifique este tipo de elecciones. En el campo quiz¨¢ habr¨ªa que matizar con sumo cuidado el concepto de ?patronal? referido a los propietarios agr¨ªcolas de peque?a y mediana dimensi¨®n, pero lo que parece bastante claro es que el hombre que trabaja directa y personalmente su propia explotaci¨®n no es un asalariado de ella. En ning¨²n pa¨ªs del mundo existen elecciones sindicales espec¨ªficas para el campo, y s¨ª, en cambio, para los ¨®rganos de Derecho p¨²blico.
"Las elecciones no benefician al Gobierno"
P. ?En qu¨¦ medida el decreto de elecciones a C¨¢maras benefica al Gobierno de cara a las eleccciones municipales?R. El decreto no beneficia ni perjudica al Gobierno de cara a las municipales, ya que son dos cosas completam,ente distintas cuya ¨²nica coincidencia -si as¨ª puede llamarse- es el marco de desarrollo a nive?l del medio rural. La imaginaci¨®n es libre, y el grado de suspicacia por parte de quienes piensen en una operaci¨®n estrat¨¦gica es, sin duda, poco afortunado. El Gobierno -y con ¨¦l UCD, que parece dser la diana a quien va dirigido el dardo- dar¨ªa una formidable imagen le falta de imaginaci¨®n pol¨ªtica si eso entrara en sus proyectos. Personalmente no creo que sea imaginaci¨®n pol¨ªtica lo que le falta al Gabinete Su¨¢rez...
P. ?Hasta qu¨¦ punto el Ministerio de Agricultura est¨¢ potenciando organismos agrarios o sindicatos que no tienen ninguna representatividad?
R. La representatividad de los distintos sindicatos agrarios, en este momento, no est¨¢ contrastada a trav¨¦s de un procedimiento objetivo, y, por tanto, dif¨ªcilmente puede nadie hablar de organizaciones representativas y nada representativas. El Gobierno no potencia ning¨²n sindicato en especial. Esto quiero que quede bien claro. Lo que s¨ª trata de potenciar es toda la estructura sindical agraria en su conjunto, de forma que pueda articularse una amplia plataforma de portavoces, que en estos momentos resulta indispensable si se quire conducir la pol¨ªtica agraria desde la base y a trav¨¦s de ella. La din¨¢mica del asociacionismo agrario sigue un curso de decantaci¨®n natural que hay que respetarlo, aun a costa de quienes piensen que es preciso ir m¨¢s lentamente, o de aquellos otros que quieran quemar etapas a un ritmo excesivo. En este proceso de decantaci¨®n, o, quiz¨¢ mejor, de clarificaci¨®n, cualquier intervencionismo desde arriba romper¨ªa la mec¨¢nica natural del proceso. Y esto al Gobierno, evidentemente, no le interesa.
P. Cuando se han retrasado tanto estas elecciones, ?a qu¨¦ viene ahora a urgencia con que se intentan llevar a cabo y los cortos plazos que se dan?
R. El retraso viene determinado por la contestaci¨®n de que fue objeto el decreto de 2 de junio y por imperativos del pacto de la Moncloa que recomend¨® la elaboraci¨®n de un decreto adicional que perfeccionara el primero, regulando al mismo tiempo la convocatoria de elecciones. Los contactos mantenidos con las organizaciones profesionales sobre el tema y las dificultades para encontrar un punto de consenso han retrasado su aparici¨®n. Con respecto a lo que mi pregunta sobre la urgencia de la elecciones, tengo que decir que el ¨²nico inter¨¦s de la Administraci¨®n en este sentido es resolver lo ante posible un estado de interinidad e el que el agricultor es el principal perjudicado. Demorar a¨²n m¨¢s la echa supondr¨ªa prolongar la interinidad de este per¨ªodo transitorio y agudizar los efectos negativos que esta situaci¨®n comporta.
P. ?En qu¨¦ medida el segundo decreto de elecciones mejora el primero? ?Cree que este ¨²ltimo texto legislativo hace que desaparezcan ,as suspicacias creadas por su antecesor?
R. Indudablemente lo mejora en sus aspectos m¨¢s sensibles, y, sobre todo, aclara algunos puntos que en el anterior de 2 de junio no quedaban suficientemente matizados o en todo caso, no daban respuesta ni algunos interrogantes. Lo que no me atrevo a asegurarle es que el nuevo texto haya hecho desaparecer todas las suspicacias. Si tomo como referente las declaraciones recogidas por la prensa en anteriores momentos de conflictividad campesina, ya veo que no. Si he d pronunciarme a trav¨¦s del clima de las ¨²ltimas semanas, yo dir¨ªa que s¨ª.
"Existe poco clima electoral"
P. ?Existe alg¨²n inter¨¦s en el sector agrario por estas elecciones? ,C¨®mo se piensa motivar al agricultor a participar?R. Con independencia del inter¨¦s que puedan despertar las elecciones o C¨¢maras Agrarias, he de admitir que el clima electoral, a nivel de pueblo y aldea, es poco importante. Esto se debe, esencialmente, a la enorme dispersi¨®n del sector y a una serie de deficiencias en la estructura de comunicaci¨®n de masas que quiz¨¢ no venga al case comentar ahora. Considero que el clima electoral se crea por un fen¨®meno de ¨®smosis, siempre de fuera adentro, es decir, que este clima responde m¨¢s a una estrategia de marketing que a una reacci¨®n espont¨¢nea de los propio: interesados. Aqu¨ª no se ha producido esa estrategia, y, consecuentemente, los indicadores externos de ese clima apenas si se manif¨ªestan. Esto no quiere decir, obviamente que exista falta de inter¨¦s por el tema ni que al agricultor le falten motivaciones para acudir a las urnas el pr¨®ximo 30 de abril.
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