La socialdemocracia turca, presionada por el Ej¨¦rcito y la extrema derecha
La ola terrorista que desde hace un a?o asola Turqu¨ªa se cobra cuatro o cinco vidas por semana. Hace unos d¨ªas, apenas cinco horas antes de la entrevista concedida por el primer ministro Bulent Ecevit a este diario, dos individuos asesinaron, en pleno centro de Ankara, a Dogan Oz, uno de los principales fiscales de la ciudad (socialdem¨®crata), encargado del proceso contra un activista derechista. Tanto el premier como el Ej¨¦rcito, que en la sombra sigue conservando una buena dosis de poder, sostienen que la iniciativa terrorista se encuentra ahora en manos de la extrema derecha, sobre todo en el partido de Acci¨®n Nacional (diecis¨¦is diputados), que dirige el coronel Alpassan Turkes, e incluso en el mismo Partido de la Justicia, del ex primer ministro Suleyman Demirel, de centro-derecha (180 diputados), continuador de la pol¨ªtica de Menderes, ahorcado en Ankara tras el golpe militar del 26 de mayo de 1960.La c¨²pula militar y los republicanos populares de Ecevit mantienen a¨²n vivos sus viejos rencores contra el partido de Menderes y ven en los ultranacionalistas de Turkes un peligro para su estabilidad. El partido de Acci¨®n Nacional, que ha progresado bastante en las ¨²ltimas elecciones municipales, dispone actualmente de buenos contactos con Libia -posible fuente financiera de sus ?comandos?-, y con el partido de Salvaci¨®n Nacional, de Necmettin Erbakan (veinticuatro diputados), muy fuerte en Konya (Anatolia), de inspiraci¨®n isl¨¢mica y teocr¨¢tica y opuesto, tanto a las relaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica como con el Mercado Com¨²n y la OTAN, es decir, con los dos pilares pol¨ªticos internacionales de Ecevit y de los jefes militares. Unos y otros temen que si Turkes y Erbakan consiguen consolidar sus v¨ªnculos con los centristas de Demirel, Turqu¨ªa puede interrumpir bruscamente el proceso de ?europeizaci¨®n? iniciado por Ataturk en la d¨¦cada de 1920, y ?regresar? a las filas del mundo ¨¢rabe, tal como propone Erbakan, lo cual favorecer¨ªa a la larga los intereses estrat¨¦gicos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Esto es lo que temen tambi¨¦n la Alianza Atl¨¢ntica. y Estados Unidos.
Intranquilidad militar
La inquietud aparece ¨²ltimamente muy acrecentada por los contactos que Turkes ha logrado establecer con cierto n¨²mero de oficiales j¨®venes del ej¨¦rcito de tierra, descontentos ante la ?pol¨ªtica vacilante? de Ecevit en Chipre, y lo que califican de ?traici¨®n? de Washington y de la OTAN a Turqu¨ªa, consumada, seg¨²n estos oficiales, mediante el embargo de armas decretado por Estados Unidos contra su pa¨ªs despu¨¦s de la invasi¨®n turca de la isla, en julio de 1974. Los grupos de oficiales nacionalistas tambi¨¦n reprochan a Ecevit sus ?componendas? con el Partido de la Confianza, del profesor Feyzioglu (nacional-populista y anticomunista), con los dem¨®cratas de Ferruh Bozbeyli, separados del Partido de la Justicia, e incluso con dirigentes importantes de las dem¨¢s formaciones. Tales ?arreglos? -dicen estos militares- son los que han permitido que se hayan archivado una serie de procesos contra pol¨ªticos acusados de corrupci¨®n, y que hombres como Feyzioglu, que ¨²nicamente tiene dos diputados en el Parlamento, se haya convertido en viceprimer ministro, o que Bozbeyli, con s¨®lo un diputado, sea ahora vicepresidente de la C¨¢mara de Diputados.Esto explica la pol¨ªtica extremadamente dura que el Gobierno de Ecevit se ve obligado a seguir en relaci¨®n con Chipre, y tambi¨¦n sus amenazas a la OTAN y a Estados Unidos. Los oficiales nacionalistas habr¨ªan hecho llegar recientemente al estado mayor un memor¨¢ndum en el que condenaron los ?planes del primer ministro de entregar Chipre? al lobby griego y norteamericano, y exigieron el ?rompimiento definitivo? con la OTAN.
El memor¨¢ndum habr¨ªa llegado hasta el propio general Sanzar, que en ese momento desempe?aba la jefatura del estado mayor, quien, adem¨¢s de trasmit¨ªrselo a Ecevit, hizo unas declaraciones en las que anunci¨® que Turqu¨ªa no har¨ªa concesiones significativas en Chipre ni abandonar¨ªa Famagusta. Sanzar habl¨®, precisamente, en el momento en que Ecevit comenzaba a negociar con el primer ministro griego, Constantino Caramanlis, el problema de Chipre, lo que, como es l¨®gico, coloc¨® al premier turco en una situaci¨®n embarazosa. Sanzar fue inmediatamente destituido, pero Ecevit tuvo que nombrar para el cargo a otro militar ?duro?, el general Kenan Euren, jefe hasta entonces del ej¨¦rcito de tierra, puesto que, a su vez, pas¨® al general Nurettin Ersin, tambi¨¦n de la l¨ªnea intransigente. ?En un pa¨ªs cuyo presupuesto de defensa insume casi el 50 % del presupuesto nacional -nos explic¨® un experto de la OTAN en Ankara-, el Ej¨¦rcito acepta cambios de hombres, pero no de pol¨ªtica.?
Las razones de Washington
Este panorama de intranquilidad militar con implicaciones en los partidos es el que parece haber inducido a Washington, la semana pasada, a modificar radicalmente su pol¨ªtica con Ankara. Al pedirle al Congreso que levante a Turqu¨ªa el embargo de armas sin concesiones previas en la cuesti¨®n de Chipre, el presidente norteamericano, Jimmy Carter, intenta, simplemente, cortar de ra¨ªz la incipiente rebeli¨®n de la oficialidad turca y, simult¨¢neamente, afianzar la futura colaboraci¨®n militar de Turqu¨ªa con la OTAN. Sigue, en ese aspecto, los consejos del general Haig, comandante en jefe de la Alianza, y del propio Ecevit. ?Lo ¨²nico que espero de Washington -le habr¨ªa dicho Ecevit a los dos ¨²ltimos enviados de Carter, el senador Javitz y el subsecretario de Estado, Warren Christopher- es que me ayude a preservar nuestros compromisos militares con Occidente?; compromisos que -se?al¨® Ecevit a EL PA?S-, deben ser ?revisados?, pero no rotos.
Discriminaci¨®n ideol¨®gica en la universidad
No sorprende que esta maniobra de Ecevit para privar de argumentos a la ultraderecha est¨¦ intensificando hoy, en la universidad y en los sindicatos, la acci¨®n terrorista fascista. ?El terrorismo -nos dijo Ecevit- quiere quemar, ahora el terreno que se ve obligado a abandonar.? Tal ?incendio? se traduce en enfrentamientos que cuestan, como los de los ¨²ltimos d¨ªas, cientos de heridos y docenas de muertos.As¨ª, el Gobierno socialdem¨®crata contin¨²a acentuando su control, tanto en el ¨¢mbito universitario como en el sindical. El nuevo ministro de Trabajo, se?or Ersoy, es un antiguo dirigente de la Turk-Is, central obrera moderada, y los amigos sindicalistas de Ecevit se han asegurado adem¨¢s la direcci¨®n de la ISK, rival de la anterior y mucho m¨¢s combativa, luego del ¨²ltimo congreso de la organizaci¨®n en Estambul. Mientras tanto, los grupos comunistas siguen prohibidos en el pa¨ªs, pero disfrutan de cierta ?comprensi¨®n? oficial. ?Hay que distinguir -dijo Ecevit a EL PA?S- a la extrema izquierda terrorista de la que no lo es.? Ecevit tambi¨¦n ha introducido en su Gabinete a los dos l¨ªderes m¨¢s destacados del ala izquierda socialdem¨®crata, Baykar (ministro de Energ¨ªa) y Cakmur (ministro de la Juventud), y para evitar contradicciones en la direcci¨®n de su propio partido no ha vacilado en alejar de la secretar¨ªa general a dos de sus fieles m¨¢s conspicuos, Eyuboglu y Topuz, a quienes ha consolado con dos cargos en el Gabinete.
En cuanto a la universidad, la discriminaci¨®n ideol¨®gica conserva el rnismo nivel que durante el Gobierno derechista de Demirel: los profesores ?marxistas? no tienen acceso a la titularidad de las c¨¢tedras, aunque sean especialistas de renombre internacional y aunque pertenezcan al partido de Ecevit.
En ese aspecto, el caso del doctor Osman Kocturk es m¨¢s que significativo. Considerado una de las grandes figuras en el ¨¢rea de la nutrici¨®n y de los alimentos en Turqu¨ªa, Kocturk s¨®lo es admitido en la universidad como ?profesor asociado?, con un sueldo de 6.000 liras turcas (unas 20.000 pesetas). El propio cient¨ªfico, a quien visitamos en Ankara, nos record¨® que en 1964 fue incluido en una ?lista negra? de personalidades que deb¨ªan ser eliminadas. ?En la confecci¨®n de la lista -asegura Kocturk- particip¨® la CIA, y hasta el nombre de Ecevit se encontraba entre los que iban a ser asesinados. La matanza se evit¨® gracias al esc¨¢ndalo promovido por el senador Haydar Tunkanat.
Por el momento, la discriminaci¨®n ideol¨®gica en un campo delicado como el de la ense?anza sigue creciendo -afirma la izquierda-, a impulso, aparentemente, de tres anticomunistas militantes que dominan otros tantos sectores claves del Estado: el se?or Koruturk, presidente de la Rep¨²blica, y los ministros de Educaci¨®n y del Interior.
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