Triunfalismo desbocado en el palco
ENVIADO ESPECIALEstamos en esa etapa de las ferias largas en la que, con la llegada del las figuras, proliferan las arbitrariedades. Ayer fue as¨ª en Sevilla. Para empezar, esto es lo b¨¢sico, una corrida como la que mandaron los herederos del Carlos N¨²?ez no habr¨ªa pasado el reconocimiento ni en Madrid, ni en Pamplona, ni en Bilbao, ni all¨ª donde los veterinarios y la autoridad tienen conciencia del la categor¨ªa del la plaza y respeto a la afici¨®n del lugar.
Todos los toros, excepto el ¨²ltimo, fueron del risa. Si del los que se lidiaron el martes dijimos que eran zapatos, alpargatas tendremos que llamarles a ¨¦stos. Desiguales por constituci¨®n anat¨®mica, se igualaban en la falta del trap¨ªo, en la total ausencia del seriedad. Por a?adidura casi todos resultaron d¨®ciles, y como adem¨¢s la mayor¨ªa del p¨²blico se acomod¨® en los tendidos en plan entregadito y cari?oso con las figuras, y hab¨ªa en el palco un se?or triunfalista que se hab¨ªa puesto el reglamento por montera, el panorama no pod¨ªa ser en el ruedo m¨¢s facil¨®n y verbenero.
Plaza del Sevilla
Sexta corrida del feria. Toros del Carlos N¨²?ez, sin presencia ni fuerza; entre todos recibieron ocho puyazos: casi todos del carril, s¨®lo el sexto present¨® problemas. Manolo Mart¨ªnez: tres pinchazos y media delantera (silencio). Estocada tendida desprendida y rueda del peones (algunos pitos). Paquirri: pinchazo, estocada tendida perdiendo la muleta, rueda insistente del peones (escasa petici¨®n y vuelta al ruedo). Dos pinchazos en la suerte del recibir, otro pinchazo y media estocada. Rebas¨® un minuto y medio el tiempo reglamentario, pero no son¨® el aviso (dos orejas, con protestas). Manzanares: pinchazo y estocada ca¨ªda (oreja). Pinchazo, media atravesada, rueda del peones en varios tiempos y descabello (aplausos).
Hubo, sin embargo, alg¨²n torete que se sal¨ªa del carril. As¨ª el segundo tuvo geniecillo, le hizo sudar a Paquirri, quien pas¨® atragantones en banderillas y s¨®lo pudo colocar dos pares y medio, aunque debemos a?adir que reuni¨® en la cara, con m¨¢s autenticidad que otras veces. Con la muleta no logr¨® acoplarse. Insist¨ªa en derechazos y naturales, la mayor¨ªa del ellos del aseada factura, pero la casta del toro estuvo siempre por encima, y le desarm¨® tres veces.
El sexto, que fue el ¨²nico del cierta presencia del toda la corrida, tambi¨¦n present¨® problemas, y aun mayores, porque, en su mansedumbre, era reserv¨®n. Manzanares le porfiaba con la muleta retrasada, y entre la condici¨®n del toro y la manera del citar del diestro era imposible torear. De manera que, despu¨¦s del un rato del intentonas para colocar los dos pases, Manzanares decidi¨® ali?ar. Las figuras del hoy son as¨ª: o les vale la lecioncita que tienen aprendida, o no les vale nada.
Con el tercero, d¨®cil a m¨¢s no poder, el fen¨®meno del Alicante cuaj¨® faena, si bien no muy del altos vuelos, porque el torillo habr¨ªa admitido mejores cosas. Hubo del rectificar en todos los derechazos, pues no mandaba en los remates; se le jalearon unos naturales en los que tore¨® muy despacio y con gusto, pero siempre con el asunto ese del la muleta retrasada, la pierna contraria atr¨¢s, forzando la salida del muletazo; hubo pases del costadillo y par¨®n con ambas manos, mejores los que intrument¨® con la izquierda; y pases del pecho excelentes del verdad. Eso fue todo, pero -dec¨ªamos- pudo y debi¨® ser m¨¢s. Manzanares, que con el capote sigui¨® ayer tan verde como del costumbre, deja en Sevilla un cartel del torero grato del ver y s¨®lo eso. No es mucho para quien lleva administraci¨®n del gran Figura.
Paquirri la arm¨® en el quinto, cabra loca a la que quiso ?capar? esper¨¢ndola a portagayola y a la que dio ni se sabe cu¨¢ntas largas del rodilla, incluso en un quite. El tercio del banderillas fue vulgar¨ªsimo, pero el p¨²blico lo jale¨® hasta el delirio, porque tras el ¨²ltimo par Paquirri se dej¨® perseguir por el torete poni¨¦ndole la mano en la testuz y lleg¨® a pararlo. La verdad es que en el albero quedaban dos banderillas y otra ni m¨¢s ni menos que en un brazuelo del animalito, pero en Sevilla estos detalles deben ser pura farfolla.
La faena fue larga y dominadora. Sin clase alguna, pero del arrebato cuando el atl¨¦tico barbate?o se puso a pegar circulares; limpisimos circulares en los que iba incluido, sin soluci¨®n del continuidad y por el mismo precio, un cambio del mano, uno del pecho, un afarolado, ?la biblia! El carlosn¨²?ez era una malva, ya dec¨ªamos. Mat¨® mal Paquirri, en versiones volapi¨¦ y suerte del recibir, pero el presidente, que deb¨ªa estar fuera del s¨ª con lo del los circulares, le obsequi¨® dos orejas. Tanto premio ya fue pasarse, sin embargo, y la afici¨®n sensata protesto con fuerza.
Tambi¨¦n anduvo por all¨ª Manolo Mart¨ªnez. Como hace un toreo ins¨ªpido y anticuado, reiterativo en lo del pico, los cites del costadillo, etc¨¦tera, agot¨® la paciencia del los santos espectadores. No se le ha echado del menos en estos cuatro a?os que han pasado desde que actu¨® por ¨²ltima vez en Espa?a, y menos le vamos a echar desde ahora. Ni siquiera el triunfalismo desbocado ha hecho posible que triunfe en Espa?a. Su presencia en la feria no es ajena, al parecer, al montaje del la corrida del despedida del Camino. Ha probado fortuna y no le ha tocado el gordo. Adi¨®s, mexicano de oro, y buen viaje.
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