Decepci¨®n en Catalu?a
Pr¨¢cticamente todas las fuerzas democr¨¢ticas catalanas coinciden en se?alar que el problema de la ense?anza de la lengua catalana -elemento b¨¢sico de la afirmaci¨®n comunitaria- y la actitud gen¨¦rica del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia ante el tema de las transferencias de poder a la Generalidad est¨¢n en el centro de la decepci¨®n popular catalana ante el proceso preauton¨®mico. A su vez, constituyen uno de los grandes or¨ªgenes del evidente desconcierto pol¨ªtico catal¨¢n.Desde la propia Generalidad, inmediatamente antes del viaje de Josep Tarradellas a Madrid, se facilit¨® una filtraci¨®n, seg¨²n la cual, el viaje servir¨ªa para lograr un decreto de biling¨¹ismo, ahora olvidado. Ello no coincid¨ªa con la realidad -y la fuente de la presidencia de la Generalidad que facilit¨® la filtraci¨®n lo sab¨ªa-, ya que el deseo esencial de Tarradellas en aquel viaje era la afirmaci¨®n de papel pol¨ªtico frente a las autoridades del Estado en Catalu?a.
Aquella lluvia ha tra¨ªdo ahora infinidad de barro, por cuanto que en nuestros tiempos -al contrario de lo que suced¨ªa en los a?os treinta-, el nivel de informaci¨®n y presencia popular es grande, de ah¨ª, pues, el que falsas esperanzas creen aut¨¦nticas decepciones.
La primera decepci¨®n p¨²blica y evidente la produjo la extra?a mezcla que constitu¨ªan, el pasado 16 de abril, las declaraciones de optimismo de Josep Tarradellas -?ha habido un acuerdo total y absoluto: pol¨ªtico, t¨¦cnico, administrativo, espiritual, sentimental, en fin, completo?- y el texto del comunicado oficial Su¨¢rez-Tarradellas en el que se afirmaba que ?a partir del pr¨®ximo curso quede garantizada en las escuelas de Catalu?a, junto a la ense?anza de la lengua castellana, la de la lengua catalana para todos aquellos alumnos que as¨ª lo deseen?. Este punto del acuerdo fue justamente calificado en el editorial del Tele-eXpres del d¨ªa siguiente de ?bofetada discriminatoria que el Gobierno de Madrid propina a la lengua catalana?.
El eje de la cuesti¨®n resid¨ªa y reside en el latiguillo final: ?para todos aquellos alumnos que as¨ª lo deseen?. Es, simplemente, la misma filosof¨ªa, la misma letra y la misma m¨²sica, que sobre el particular ten¨ªa el franquismo tard¨ªo, el del desarrollismo. Es, asimismo, una ¨®ptica que se sit¨²a claramente en las ant¨ªpodas de las opciones democr¨¢ticas catalanas, plasmadas de forma en extremo moderada en el texto de un proyecto de decreto que el pasado verano entreg¨® Jordi Pujol al ministro de Educaci¨®n.
Por parte parlamentaria catalana se considera, en efecto, que lo que debe evitarse a toda costa es crear en el seno de Catalu?a comunidades ling¨¹¨ªsticas estancadas. Dicho claramente: son catalanes todos los que viven y trabajan en Catalu?a y todos ellos deben conocer tanto el catal¨¢n como el castellano. Con ello no podr¨¢ ya hablarse de discriminaciones de ning¨²n tipo. En cambio, toda otra f¨®rmula, d¨ªgase lo que se diga, comporta claramente posibilidades discriminatorias, cuando no antagonismos comunitarios aprovechables por pescadores de aguas revueltas.
El considerar la lengua catalana como un privilegio de algunos, no como un derecho de todos los que viven en Catalu?a, coincide con otras posturas no menos pintorescas, como aquella que, en el primer borrador del proyecto de Constituci¨®n, ven¨ªan a obligar a que la financiaci¨®n de las autonom¨ªas fuese por la v¨ªa de los recargos impositivos. Era el desprestigiado art¨ªculo 151.
Tambi¨¦n coincide con esa peligrosa pol¨ªtica la postura del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, ya sin duda el m¨¢s reacio desde el primer momento a toda transferencia de poder a la Generalidad. Lamentablemente, el af¨¢n de este departamento por no ceder sus funciones en Catalu?a es tan grande como el desconocimiento de la realidad catalana que imponen sus planes de estudio.
El 17 de noviembre de 1975, el diario conservador brit¨¢nico Daily Telegraph publicaba una interesante y extensa informaci¨®n de su entonces corresponsal en Madrid, Harold Sieve, con el significativo t¨ªtulo de Infeliz inicio como dirigente de Juan Carlos. La cr¨®nica se refer¨ªa al, desde luego, mil veces infeliz ?decreto sobre el uso de las lenguas regionales?. Firmado por el actual Rey cuando ejerc¨ªa las funciones de Jefe de Estado.
Aquel decreto hab¨ªa sido presentado con aires de optimismo y satisfacci¨®n a los medios informativos catalanes por el actual ministro del Interior, entonces gobernador civil de Barcelona, quien lo consideraba un avance. Los periodistas presentes, t¨ªmidamente, apuntamos que pod¨ªa constituir un retroceso. Poco despu¨¦s, numerosos municipios franquistas coincid¨ªan p¨²blicamente con los criterios pesimistas de los periodistas. Ahora, ante el comunicado Su¨¢rez-Tarradellas, la ¨²nica novedad la constituye el que Josep Tarradellas se encuentre al lado de los optimistas. Los dem¨¢s, los hechos lo indican, contin¨²an con su pesimismo.
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