El sem¨¢foro rojo
En el Parlamento espa?ol no se reza antes de comenzar la sesi¨®n como se hace en el Senado americano, pero aqu¨ª peri¨®dicamente el presidente de la C¨¢mara, con una cadencia cada vez m¨¢s espesa, entona una oraci¨®n f¨²nebre por los muertos del terrorismo. Ayer fue para Aldo Moro y para otro guardia civil asesinado. Alvarez de Miranda invit¨® a los diputados a ponerse en pie en silencio.El orden del dia era un encetalograma plano. Un temario muy poco afrodis¨ªaco, tocado ya desde todas las bandas, mil veces repetido, discutido, limado, un fleco de retales, cabos sueltos, puntas de rama y desechos de tienta legal sirvi¨® para que los oradores remaran contra el aburrimiento gen¨¦rico de la C¨¢mara. Derogaci¨®n de la ley de Bases del Estatuto del R¨¦gimen Local y aqu¨ª llega Tamames y confecciona un discurso electoralista de candidato a la alcald¨ªa. Despenalizaci¨®n del adulterio y del amancebamiento y aqu¨ª viene Ruiz Navarro, de UCD, con su humor de notario y les cuenta a los socialistas la f¨¢bula del patito feo que quiso adornarse con las plumas del pavo real. Se comprender¨¢ f¨¢cilmente que el pato desplumado eran los socialistas por querer adornarse con la propiedad de este proyecto de ley aprobado cuando la cola irisada pertenec¨ªa a UCD. Cosas as¨ª de bonitas, no crean. Modificaci¨®n del art¨ªculo 100 del C¨®digo Penal sobre redenci¨®n de penas por el trabajo. Y entonces Peces-Barba con todo su volumen corporal y el caracolillo sudado en la ?en abandona el veguero en el cenicero del esca?o y sube a decir que ¨¦l no va a contar ning¨²n cuento porque no se sabe qui¨¦n es aqu¨ª el pato ni qui¨¦n el pavo, ya que los de UCD al presentar esta proposici¨®n de ley se est¨¢n adornando con unas plumas que ata?en al Gobierno. O sea, que no se dejan. Peces-Barba es la conciencia reglamentaria de la C¨¢mara y a la m¨ªnima esgrime el ¨ªndice hacia la mesa o hacia el adversario y entonces el presidente primero sonr¨ªe, despu¨¦s balbucea y al final dictamina.
Y as¨ª avanza la sesi¨®n climatizada, con el termostato de la emoci¨®n puesto en el tres, hasta que le toca el turno al se?or Camacho que tiene en la voz un sonido de campana de factor¨ªa y despierta a los que est¨¢n dando una cabezada frailera en el sitial. Entre Camacho y el ministro Calvo Ortega se ha entablado un debate sobre las elecciones sindicales. Uno no est¨¢ conforme con la actitud del Gobierno referida a la claridad y proclamaci¨®n de los resultados. Otro dice que las delegaciones de Trabajo se han comportado con toda imparcialidad. En el segundo turno Camacho se viene arriba y arremete contra los sindicatos amarillos como un J¨²piter encaramado en una fresadora y en esto baja Fraga con la maza y comienza a repartir cates dial¨¦cticos contra las gamas de color y proclama la libertad sindical.
Ayer los oradores fueron breves porque ahora al pie del micr¨®fono ha sido instalado un sem¨¢foro rojo que mide electr¨®nicamente el tiempo de los asaltos. Debe de ser un aparato muy sensible. Pero a¨²n no se sabe si la c¨¦lula fotoel¨¦ctrica es capaz de bostezar o de se?alar con un destello cualquier atropello al diccionario. Lo que parece evidente es que sus se?or¨ªas est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s rodeados de cables y esto les impone mucho respeto.
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