Los bibliotecarios y la Direcci¨®n General del Libro y Bibliotecas
El escrito que lleva por t¨ªtulo Puntualizaciones del Ministerio de Cultura al reto de los bibliotecarios, redactado por la Direcci¨®n General del Libro y Bibliotecas, demuestra de manera fehaciente que lo m¨¢s opuesto a la verdad no es la mentira, sino la verdad a medias. Esta afirmaci¨®n, patente a lo largo de todo el escrito, es especialmente clara en lo que se refiere al apartado uno, en el que adem¨¢s de descender al terreno de lo personal, cosa que no se hizo en ning¨²n momento en el art¨ªculo que suscit¨® las puntualizaciones, se hace la afirmaci¨®n ?de que una de las firmantes, do?a Elena de Santiago... ingres¨® mediante una oposici¨®n en la que no se exigi¨® el m¨¢s m¨ªnimo conocimiento de catalogaci¨®n y clasificaci¨®n, no ya de manuscritos e incunables, sino de ning¨²n tipo?.A esta afirmaci¨®n habr¨ªa que contestar:
1.? Que se dice s¨®lo una parte de la verdad. La realidad es que do?a Elena de Santiago y la promoci¨®n de bibliotecarios ingresada el 9 de julio de 1966 lo hicieron mediante las pruebas que se especifican en la convocatoria de dicha oposici¨®n (O.M. de 30-1-65, BOE, 23-2-65), art¨ªculo 36 del cap¨ªtulo ?Formaci¨®n profesional?, en que se exigen cinco ex¨¢menes obligatorios y puntuables por el tribunal.
I. ?Catalogaci¨®n de un manuscrito medieval y de un incunable en lat¨ªn ... ?
II. ?Catalogaci¨®n, clasificaci¨®n decimal universal y diccionario de cinco libros modernos, dos de ellos en idiomas distintos del espa?ol... etc¨¦tera.?
En el ataque que se le dirige parece que se le culpa de haber sido la responsable de la convocatoria, y no de padecer sus consecuencias, y se le arrebata el derecho a estar o no de acuerdo con su articulado y de desear que las convocatorias mejoren. Es como si se se?alase con el dedo a los opositores que salgan de las actuales oposiciones y no a los responsables de la redacci¨®n de sus bases.
El punto dos es, con sus apartados A, B, C, D, E, F y G, otra distorsi¨®n de la verdad:
Efectivamente, el director general manifest¨®, desde su toma de posesi¨®n, inter¨¦s en que las oposiciones se convocaran con urgencia pero sistem¨¢ticamente rechaz¨® los proyectos de convocatoria que encarg¨® a sus colaboradores, porque no se aten¨ªan a sus ideas particulares hasta que se redact¨® uno de acuerdo con ellas.
Al ver que la oposici¨®n iba a convocarse seg¨²n unos criterios personales y en contra del sentir general de los bibliotecarios, fue cuando la Asociaci¨®n Sindical inici¨® gestiones para que el director reconsiderara su postura. Las gestiones fracasaron.
A continuaci¨®n la Asociaci¨®n Sindical y ANABAD redactaron un informe, completo que se envi¨® a la Comisi¨®n Superior de Personal, se inici¨® el recurso administrativo, se pidi¨® entrevista al Ministerio de Cultura y se enviaron notas a la prensa. No fue posible hacer m¨¢s, frente a decisi¨®n personal tan irrevocable, y no precisamente por falta de tiempo, ya que la convocatoria tard¨® en ser publicada por el BOE desde el 19 de enero en que se envi¨®, hasta el 11 de febrero en que se public¨®.
En cuanto al hecho de dudar si pueden calificarse de justas en materia bibliotecaria las reclamaciones de una Asociaci¨®n Sindical que tambi¨¦n agrupa a los archiveros y a los arque¨®logos (estos ¨²ltimos, contra lo que se afirma, no est¨¢n integrados en ella) habr¨ªa que hacer constar que, aparte de otras razones, 44 plazas de las servidas por estos funcionarios son mixtas y pueden por tanto ser desempe?adas indistintamente por un archivero o un bibliotecario.
El punto tres hace ¨²nicamente referencia a que se ha denegado el recurso administrativo que la Asociaci¨®n Sindical de Funcionarios del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios ha presentado al Ministerio.
Recurso desestimado
Efectivamente, el recurso administrativo ha sido desestimado por el Ministerio por considerarlo falto de fundamento. Debemos observar, sin embargo, que no ser¨ªa la primera vez que un recurso, desestimado por la Administraci¨®n, fuese aceptado por un tribunal; e incluso que aun si fuese falto de fundamento ?legal? no por eso perder¨ªa la base de ¨¦tica profesional en que se sostiene.Los apartados, cuatro y cinco se refieren a la redacci¨®n de un anteproyecto de ley de Bibliotecas que, seg¨²n se dec¨ªa en el art¨ªculo objeto de puntualizaciones, no deb¨ªa ser un apartado de la ley del Libro. Se afirma que no lo ser¨¢. La Asociaci¨®n se congratula por ello. Lo que ya no entiende muy bien son las razones que tiene la Direcci¨®n General del Libro y Bibliotecas para afirmar que, a fin de confeccionarlo, ha recabado las sugerencias de distintos bibliotecarios experimentados, tal como los autores del art¨ªculo ped¨ªan, pero a?ade a continuaci¨®n: ?debemos admitir que esta condici¨®n no es compatible con la elecci¨®n democr¨¢tica que preconizan los citados autores ?.
S¨ª la Asociaci¨®n no entiende mal, este p¨¢rrafo significa toda una puesta en cuesti¨®n de los principios de la democracia, de la que hoy tanto se habla, y que la Direcci¨®n General arroja tranquilamente por la borda.
Comisi¨®n conjunta
El punto seis viene a abundar en el mismo tema. El director general del Libro y Bibliotecas se dirige, seg¨²n sus palabras, el 10 de marzo de 1978 al director general de Universidades e Investigaci¨®n, y trata con ¨¦l de un asunto tan vital para la profesi¨®n como el nombramiento de una comisi¨®n conjunta (de funcionarios del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia y del Ministerio de Cultura, entre los que no se encuentra ning¨²n bibliotecario), para estudiar lo relacionado con el establecimiento de una facultad de Biblioteconom¨ªa y Documentaci¨®n; y los profesionales a los que afecta directamente se enteran de este asunto, el 10 de mayo de 1978, por un escrito en EL PAIS y no, como ser¨ªa lo l¨®gico, por una comunicaci¨®n de la Direcci¨®n General.El punto siete vuelve a presentar en toda su crudeza una verdad manipulada. Es cierto que el 25 de abril de este a?o se reuni¨® en Madrid a treinta directores de Casas de Cultura. Pero los que asistieron a ella dan fe de que no se trat¨® ning¨²n asunto relativo a clasificaci¨®n nacional de los centros bibliotecarios.
Aparte de esto, la reuni¨®n tuvo lugar en fecha posterior a la redacci¨®n del articulo, que fue entregado a la redacci¨®n de EL PAIS el d¨ªa 6 de abril.
Respecto al punto ocho, se cita el escrito en forma incompleta, tergiversando as¨ª su sentido.
Es una t¨¦cnica muy pobre para rebatir argumentos, que se suele utilizar cuando no se cuenta con otros de m¨¢s peso. Se cita: ?Es imprescindible que en la oposici¨®n de ingreso se exija un programa de amplio espectro: lat¨ªn, paleograf¨ªa, catalogaci¨®n de incunables, manuscritos y libros raros, etc¨¦tera?, suprimiendo lo que antecede: ?Mientras el cuerpo facultativo est¨¦ compuesto por 174 funcionarios ... ? y lo que contin¨²a: ?Catalogaci¨®n de impresos modernos, conocimiento de lenguas modernas, etc¨¦tera. ? M¨¢s adelante se vuelve a citar: ?Que ha permitido que en 120 a?os de profesi¨®n (los bibliotecarios espa?oles) hayan sido capaces de realizar cat¨¢logos de incunables, libros raros, manuscritos, etc¨¦tera?, suprimiendo lo que sigue: ?atender a la lectura p¨²blica al frente de los Centros Provinciales Coordinadores de Bibliotecas y llevar a cabo una labor de animaci¨®n cultural ingente?.
Amplia tradici¨®n
Se hace adem¨¢s un aut¨¦ntico e innecesario ultraje a archiveros, bibliotecarios y arque¨®logos, que son los que durante esos 120 a?os han venido ocup¨¢ndose de la catalogaci¨®n de los fondos de las bibliotecas. Habr¨ªa que ver cu¨¢les de esos incunables, manuscritos y libros raros est¨¢n sin catalogar e indagar las causas que han hecho posible esa situaci¨®n, entre las cuales puede que la principal radique en el corto n¨²mero de funcionarios de que dispone el cuerpo (174 bibliotecarios facultativos para toda la naci¨®n frente a m¨¢s de doscientos que trabajan solamente en la Biblioteca Nacional de Par¨ªs, para poner el ejemplo de un pa¨ªs latino y no compararnos con los pa¨ªses sajones, mucho m¨¢s evolucionados en ese terreno) y que habr¨¢n movido a los funcionarios de que se trata a ocuparse de atender las solicitudes de lectura de libros modernos desatendiendo en ese caso, por imposibilidad f¨ªsica, los fondos antiguos.La biobibliograf¨ªa del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arque¨®logos (1858-1958) de Ruiz Cabriada, Madrid, Junta T¨¦cnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958, enumera la contribuci¨®n de este cuerpo a la cultura y a la investigaci¨®n espa?olas hasta esa fecha mejor que cualquier paneg¨ªrico. Y es triste que los funcionarios de bibliotecas tengan que hacer uso de esta prueba contra su propio director general.
En cuanto a la afirmaci¨®n que hace de que ?no parece l¨®gico que el Cuerpo Facultativo de Bibliotecarios se dedique en su totalidad a terminar una labor en la que sus componentes llevan trabajando 120 a?os?, hay que hacer patente que no se trata s¨®lo de catalogar, sino de conocer, valorar y estudiar esos fondos y todos los que ampara la ley de Defensa del Tesoro Documental y Bibliogr¨¢fico, de fecha 21 de junio de 1972, que exigen conocimientos de lat¨ªn y paleograf¨ªa.
Sigue, pues, siendo v¨¢lido el Reto de los bibliotecarios al Ministerio de Cultura. Nos oponemos a un descenso del nivel profesional de nuestra funci¨®n. Y seguimos opinando que sin una gran ampliaci¨®n de plantillas no puede replantearse la reestructuraci¨®n total del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios.
Desprecio administrativo
En cuanto al punto nueve, se pone de manifiesto, una vez m¨¢s, el desprecio que, desde el principio, ha manifestado el director general del Libro y Bibliotecas hacia los funcionarios de ¨¦sta. En su mano estaba el no haberles tenido al margen de esos proyectos que, por ahora, no han tenido ninguna plasmaci¨®n real, y habr¨ªa evitado que se le diga lo que tiene que hacer, cuando, seg¨²n afirma, ya lo est¨¢ haciendo.Resulta penoso constatar que la Direcci¨®n General del Libro y Bibliotecas, que tiene en su poder la infraestructura de la pol¨ªtica cultural de todo el pa¨ªs, haya podido desencadenar tal estado de cosas, cuando deber¨ªa estar empe?ada, con la colaboraci¨®n de los funcionarios adscritos a ella, en solucionar los enormes problemas bibliotecarios que tiene planteados la naci¨®n, que pueden dar al traste, si no se resuelven en breve plazo, con los notables esfuerzos educativos y culturales que se est¨¢n realizando.
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