La pr¨¢ctica antijur¨ªdica nuclear y el PEN 78
El sector industrial se ha mostrado en repetidas veces interesado en un plan energ¨¦tico favorable, que no propugne nacionalizaciones de empresas (a excepci¨®n de Enusa, porque as¨ª es el Estado quien suministra y alivia a las empresas privadas) ni de la red de alta; que no cree un ente p¨²blico petrolero; que suba los precios energ¨¦ticos; que mantenga los pedidos ahora innecesarios, etc¨¦tera. Y en cuanto a lo nuclear, que se autorice todo lo pendiente, haga o no falta, corresponda o no al inter¨¦s general. El PEN-78 (bis) tampoco ha gustado, y la ofensiva para provocar su revisi¨®n antes del debate en Cortes se ha iniciado con el llanto del sector de bienes de equipo y de ingenier¨ªa, porque estiman que ya se han iniciado pedidos e inversiones que no pueden ahora ser congelados.La autorizaci¨®n previa no es de construcci¨®n
No es recomendable que los sectores alarmados con el ?recorte? nuclear del actual equipo de Industria y Energ¨ªa batallen el concepto de ?autorizaci¨®n previa? de una central nuclear, porque no se ve ning¨²n indicio de que su mera concesi¨®n, cuando no est¨¢ seguida de la autorizaci¨®n, obligue a la Administraci¨®n a indemnizar. El reglamento sobre instalaciones nucleares y radiactivas es meridianamente claro en este extremo (art¨ªculo 6): ?La autorizaci¨®n previa es un reconocimiento oficial del objetivo propuesto y del emplazamiento elegido, que faculta al interesado para solicitar la autorizaci¨®n de construcci¨®n de la instalaci¨®n.? Lo que pasa es que las empresas el¨¦ctricas espa?olas no suelen leerse las pocas normas que hay.
Para el sector el¨¦ctrico ha sido habitual iniciar obras de gran envergadura antes de tener autorizacion de construcci¨®n y pasar pedidos a suministradores antes de tiempo. ?Qui¨¦n iba a oponerse? Se pensaba que los hechos consumados eran garant¨ªa de futuro, y as¨ª se quiere plantear ahora el problema. Iberduero lo hizo en Lem¨®niz. Las empresas catalanas, en Asc¨®, e Hidrola, en Cofrentes. Ante la ?segunda generaci¨®n? (las ocho de la batalla actual), se ha repetido lo mismo. Incluso antes de septiembre de1975, en que se autoriz¨® en fase previa a Trillo, Valdecaballeros y Sayago, se empezaron a realizar obras. Y no digamos despu¨¦s. S¨®lo el an¨¢lisis de las obras ilegales y de las irregularidades jur¨ªdicas perpetradas por Hidrola y Sevillana en Valdecaballeros ocupan una veintena de p¨¢ginas en el informe-denuncia que prepararon las comunidades de regantes de Badajoz. Faltaban m¨¢s de dos anos para que llegara la autorizaci¨®n de construcci¨®n de Cofrentes y ya Hidrola (memoria de 1974) hab¨ªa ?contratado el equipo principal?. Sobre Valdecaballeros (memoria de 1975) ya se se?alaba que, inmediatamente despu¨¦s de la autorizaci¨®n previa, se hab¨ªan firmado ?los correspondientes contratos de equipo principal, ingenier¨ªa y suministro de combustible ... ?. Todo esto, ?con permiso de qui¨¦n? Pese al esoterismo del PEN-75, la Administraci¨®n fue prudente en autorizar ocho centrales (hab¨ªa casi treinta en proyecto) y ha sido realmente sensata en no dar un paso m¨¢s.
Para la Administraci¨®n actual conviene se?alar que aquellas ocho centrales que lograron la autorizaci¨®n previa inspiran toda clase de dudas y temores: el criterio real de autorizaci¨®n fue el que eran las ¨²nicas donde no hab¨ªa contestaci¨®n popular. Conviene enmendar en alguna medida esa pr¨¢ctica monstruosa.
Ley y orden por una vez
Ese desconocido (para el sector el¨¦ctrico y afines) reglamento va m¨¢s all¨¢. Y en el art¨ªculo 17, apartado h,. advierte que incluso la autorizaci¨®n de construcci¨®n ?se extiende sin perjuicio de las concesiones y autorizaciones cuyo otorgamiento corresponde a otros ministerios u organismos de la Administraci¨®n y de las competencias atribuidas a los mismos, por lo que no podr¨¢ iniciarse obra alguna que las requiera sin que hayan sido previamente concedidas?. Esto tampoco se ha le¨ªdo y, como consecuencia, se ha violado. Y si no, que lo digan los pueblos implicados.
Es curioso ver ahora un esfuerzo por dar un contenido extra a la autorizaci¨®n previa cuando ya en mil discusiones, las empresas han jurado y perjurado -al ser de nunciadas- que sus obras no alteraban las normas y que sola mente se lanzar¨ªan en serio cuando obtuvieran la autorizaci¨®n de construcci¨®n. Ahora es imposible jugar con una historia de varios 19 a?os de forcejeo, donde todo lo ocurrible ha sucedido ya. Adem¨¢s, del texto de las autorizaciones previas se deduce claramente que lo que la Administraci¨®n pide son estudios justificaciones y seguridades y no da pie a obra alguna.
Es el momento de poner orden en este panorama de desmadres y hacer un escarmiento hist¨®rico (?cu¨¢ndo y qui¨¦n se ha atrevido hasta ahora a medirse con el sector el¨¦ctrico?) aplicando unas normas m¨ªnimas, pero existentes. Precisamente ah¨ª donde hay m¨¢s capital invertido en obras y pedidos imprudentes es donde menos justificable es el emplazamiento. Por esto, la autorizaci¨®n de construcci¨®n de, por ejemplo, Valdecaballeros, se enfrentar¨ªa a una oposici¨®n popular ya consistente (con argumentos de peso para actuar) y a numerosas y visibles irregularidades jur¨ªdicas ya estudiadas (y no desmentidas). Todo esto hay que anteponerlo a los ocho o 10.000 millones de pesetas invertidas ya.
Las responsabilidades
Hasta ahora, cuando se acusaba a las empresas de construir indebidamente, ¨¦stas se?alaban que la Administraci¨®n lo toleraba; y cuando se acusaba a ¨¦sta, dec¨ªa que all¨¢ cada empresa con su responsabilidad. Ni los fabricantes de bienes de equipo ni las ingenierias deben quejarse a la Administraci¨®n, sino al sector el¨¦ctrico, que ha contratado sin que nadie lo autorice y desafiando en la mayor¨ªa de los casos a la oposici¨®n razonable.
Construir por construir, ha sido una costumbre generalizada hasta ahora. Primero, se ven¨ªa a decir, invirtamos y despu¨¦s ya crearemos la necesidad. El momento no admite este deporte y, adem¨¢s, sigue siendo excesivo producir en 1987 el 35 % de nuestra electricidad en centrales nucleares: eso significa la sustituci¨®n autom¨¢tica de la dependencia del combustible l¨ªquido por el nuclear (?escarmentaremos alguna vez?).
Pero, sobre todo, es hora de distribuir equitativamente el peso de la ley y educar (ya que no nacionalizar) al sector el¨¦ctrico, francamente d¨ªscolo. ?Quedar¨¢. esto claro, al menos, de este tercer intento de poner orden en nuestro sector energ¨¦tico?
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