Conservadores y jugadores
Director General de Tributos
El pasado d¨ªa 14 de abril el Gobierno aprob¨® los ¨²ltimos proyectos de ley, que completan el programa de reforma fiscal en su aspecto normativo. Durante los pr¨®ximos meses las C¨¢maras legislativas estudiar¨¢n y discutir¨¢n estas leyes fiscales que, para muchos, constituyen materia absolutamente reservada a los especialistas.
Sin embargo, s¨®lo en parte es as¨ª, pues no se puede ignorar ni esconder tras la profusi¨®n de los tecnicismos, la trascendente decisi¨®n pol¨ªtica -comprensible para todos- que el Parlamento tiene ante s¨ª. A este respecto, creo que conviene ser expl¨ªcito con objeto de abreviar los argumentos en espiral que la discusi¨®n -parlamentaria o no- de los proyectos pondr¨¢ inevitablemente sobre la mesa del pa¨ªs.
Una afirmaci¨®n de partida: cualquier sistema fiscal supone un patr¨®n, un criterio para distribuir entre los ciudadanos los costes ocasionados por los servicios p¨²blicos. En consecuencia, lo que se discute en el fondo -y aqu¨ª est¨¢ la inevitable decisi¨®n pol¨ªtica-, cuando se opta por uno u citro modelo fiscal es, en definitiva, el patr¨®n distributivo de unos determinados costes sociales.
Gen¨¦ricamente pueden establecerse dos modelos de distribuci¨®n de impuestos: el progresivo y el regresivo. Entre ambos, naturalment¨¦, se encuentran todas las situaciones intermedias posibles. En un sistema progresivo quienes d¨ªsfrutan de una renta superior pagan proporcionalmente m¨¢s que los que detentan una renta inferior. As¨ª, por ejemplo, si una familia con una renta anual de 800.000 pesetas pagase 80.000 pesetas al a?o de impuestos -de todos los impuestos-, otrafamilia, en igualdad de circunstancias, con una renta de cinco millones de pesetas deber¨ªa pagar m¨¢s del 10% de su renta que es el porcentaje satisfecho por la familia con menor renta. Cuando esto sucede decimos que la imposici¨®n, en conjunto, resulta progresiva y si sucede lo contrario, esto es, que los sujetos con menor renta pagan proporcionalmente m¨¢s, entonces el sistema fiscal ser¨¢ regresivo.
Impuestos sobre l¨¢ renta frente a impuestos sobre el gasto
Pasar de este criterio de f¨¢cil comprensi¨®n a un esquema tributario tambi¨¦n resulta sencillo. En general, puede afirmarse que la imposici¨®n sobre la renta y el patrimonio es una imposici¨®n potencialmente progresiva -si est¨¢ bien estructurada para ello- mientras que la imposici¨®n sobre el gasto -gasto de consumo, se entiende- es una imposici¨®n regresiva, por la raz¨®n obvia de que la proporci¨®n del consumo en la renta decrece al aumentar esta ¨²ltima.
En realidad, hist¨®ricamente ha prevalecido con t¨¦cnica m¨¢s o, menos adecuada la imposici¨®n sobre el gasto. Las estructuras fiscales del subdesarrollo son estructuras del gasto y tambi¨¦n eran patrones regresivos los existentes en los pa¨ªses europeos antes del siglo actual. No puede decirse por tanto, si se salva la t¨¦cnica hoy personalizada, que la imposici¨®n sobre el gasto sea algo reci¨¦n descubierto.
Pero la opci¨®n por el modelo de imposici¨®n sobre el gasto significa algo m¨¢s que conviene no olvidar. Una imposici¨®n preponderante sobre el gasto y, por tanto, en esencia, regresiva, supone defender una participaci¨®n activa del aparato del Estado para agrandar la desigualdad con que se distribuye la renta. Supone, en definitiva, reforzar el ahorro de unos pocos a cambio de reducir la renta de otros muchos y esto, en mi opini¨®n, equivale a utilizar al Estado como instrumento de agravaci¨®n de las tensiones sociales.
Por el contrario, en una fiscafidad preponderante sobre la renta, subyace otra concepci¨®n diferente del papel del Estado. Se trata de un Estado que pretende atenuar las diferencias sociales y servir de elemento de compensaci¨®n de tensiones mediante la redistribuci¨®n de la renta, y, por tanto, una distribuci¨®n m¨¢s democr¨¢tica del poder pol¨ªtico. Pretende que el poder del Estado no se halle al servicio de unos pocos, sino que responda a la distribuci¨®n social del poder haciendo esta, a su vez, m¨¢s igualitaria.
Y yo me pregunto. ?no se podr¨ªa definir as¨ª un proceso de democratizaci¨®n? ?No se trata acaso de desprivatizar el poder pol¨ªtico convirti¨¦ndolo en patrimonio de todos? ?No es pues un sistema fiscal basado en la tributaci¨®n sobre la renta el adecuado y coherente con una situaci¨®n que pretende reducir desigualdades y democratizar en general el poder? Creo que una respuesta afirmativa a las anteriores cuestiones es la ¨²nica posible.
Cu¨¢nto se ahorra y qui¨¦n ahorra
Sin embargo, las frecuentes defensas surgidas en favor de la imposici¨®n sobre el gasto en ninguna ocasi¨®n se toman la molest¨ªa de analizar hasta el fondo sus presupuestos pol¨ªticos y consecuencias finales. Suele zanjarse el tema con una llamada al ahorro que se entinde perjudicado por la imposici¨®n sobre la renta. El tema, en Cambio, merece alguna reflexi¨®n.
Como ya se?al¨¦ en otra ocasi¨®n, la preferencia por la imposici¨®n sobre la renta no implica necesarianiente menos ahorro global. S¨ª implica en cambio alterar el protagonista del ahorro y, por tanto, el futuro propietario del capital.
Si el gasto p¨²blico consuntivo se mantiene inalterado y los impuestos aumentan lo que aumentar¨¢ ser¨¢ el ahorro p¨²blico.
Si ni siquiera aumentan los impuestos, pero se var¨ªa su estructura en favor de los impuestos progresivos, tampoco debe disminuir necesariamente el ahorro global puesto que es posible -y existen mecanismos imaginables al respecto- que aumenten su ahorro aquellos que se han visto favorecidos por el cambio tributario y compensen de esta forma la disminuci¨®n del ahorro en aquellos otros que se han visto incididos por la imposici¨®n progresiva. El resultado final del proceso, como antes indicaba, puede mantener id¨¦ntica masa de ahorro global pero distribuida, en cuanto a sus protagonistas, de una manera m¨¢sjusta.
Tal redistribuci¨®n del ahorro y, en consecuencia, del poder, dificilmente puede atacarse por los defensores de una econom¨ªa de mercado, puesto que la justificaci¨®n ¨²ltima del sistema capitalista occidental se razona tanto en t¨¦rminos de eficacia como en t¨¦rminos de libertad, y a este respecto no debe olvidarse que el modelo normativo que satisface ambos requisitos es un modelo competitivo cuya caracter¨ªstica fundamental consiste en que ninguno de los participantes en eljuego econ¨®mico tiene m¨¢s poder que otro. S¨®lo as¨ª la econom¨ªa ser¨¢ eficaz y el modelo, pol¨ªtico resultante democr¨¢tico.
Por tanto, todas las acciones del Estado -y un sistema fiscal progresivo puede ser una de ellas-, tendentes a distribuir el poder m¨¢s igualitariamente tiene necesariamente que conducir -al margen de las teor¨ªas del ?second best?- a una econom¨ªa econ¨®micamente m¨¢s eficaz y pol¨ªticamente m¨¢s democr¨¢tica, a una situaci¨®n, en definitiva, m¨¢s pr¨®xima a ese modelo normativo que, desde un punto de vista ¨¦tico, constituye la raz¨®n de ser del sistema.
Lo contrario, esto es, propugnar una imposici¨®n preponderante sobre el gasto no es, ed mi opini¨®n, siquiera una postura conservadora, como pudiera parecer, sino la t¨ªpica del jugador que apuesta a que aumentando la tensi¨®n en una sociedad ¨¦sta acabar¨¢ cambiando... a su favor. ?Correr¨ªa un conservador este riesgo?
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