En defensa de la voluntad obrera
Los comit¨¦s de empresa y miembros de secciones sindicales encerrados durante los dos ¨²ltimos d¨ªas, en sus respectivos centros de trabajo, como muestra de apoyo al texto elaborado por la ponencia sobre la base del proyecto de ley de Acci¨®n Sindical, remitido a las Cortes por el Gobierno, simbolizan la decidida voluntad obrera a contar con unos derechos representativos dentro de la empresa, tanto a nivel de integrantes de sus plantillas como prolongaci¨®n en las mismas de las centrales sindicales a las que est¨¢n afiliados.En id¨¦ntico uso de los medios a su alcance para defender lo que consideran leg¨ªtimo, a como en su d¨ªa hicieran las patronales -¨¦stas incluso llevaron su alarmismo hasta nuestra principal fuente inversora, en un arrebato de pasi¨®n que pudo ofrecer a los financieros americanos una imagen distorsionada del proceso democratizador en el que tambi¨¦n cuentan los intereses obreros-, los sindicatos convecaron a su clientela a la manifestaci¨®n unitaria y masiva de lo que para los trabajadores constituye un deber irrenunciable: el derecho a su representaci¨®n en la empresa.
La regulaci¨®n de este derecho ha originado, precisamente, la pol¨¦mica, primero, y el enfrentamiento, posteriormente, entre empresarios y trabajadores. La labor de arbitraje que habr¨ªa correspondido a la Administraci¨®n no ha sido tal, y as¨ª se pone de manifiesto en los debates de una ley que, nacida del mimetismo a que nuestra, incipiente democracia no resigna subordinarse, acumula carencias forzadas por el partido del Gobierno -con el apoyo de los m¨¢s nost¨¢lgicos residuos del anterior r¨¦gimen agrupados en Alianza Popular y ante la inhibici¨®n de las minor¨ªas parlamentarias- y fomenta frustraciones que tienen su origen en el olvido por parte de la oposici¨®n de la exacta configuraci¨®n socioecon¨®mica del pa¨ªs.
En este punto, tachar de antidemocr¨¢tica una respuesta obrera a la ofensiva patronal, ronda la demagogia y se aleja del realismo necesario para afrontar decididamente la configuraci¨®n de las nuevas relaciones laborales que el momento presente demanda.
El nuevo aplazamiento de los debates acordado ayer por la Comisi¨®n de Trabajo del Congreso, que estudia el proyecto de ley, permite un ¨²ltimo esfuerzo de reflexi¨®n que evite lo que en la anterior situaci¨®n fue norma habitual: una legalidad divorciada de la realidad que origin¨® la b¨²squeda de soluciones a los problemas laborales fuera del marco que les era propio.
Cualquier cosa menos la descalificaci¨®n interesada de los m¨¦todos de lucha que la cerraz¨®n de determinadas posturas patronales imponen a la clase obrera.
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