Gaspar Homar
El delirio formal, que con el alborear del siglo se apoder¨® de la burgues¨ªa europea, tuvo especial eco, entre nosotros, dentro del ¨¢mbito catal¨¢n. En efecto, ese c¨²mulo de fen¨®menos afines, conocidos hoy como art nouveau, serv¨ªa a los deseos de una clase enriquecida por la industria, que ansiaba pagarse algo con que eclipsar sus propios horrores, al tiempo que satisfac¨ªa la nostalgia instintiva de un medio natural que la producci¨®n anegaba. S¨®lo Catalu?a pose¨ªa, en ese momento, un nivel suficiente en cuanto a desarrollo industrial como para que las cuestiones del nuevo estilo pudieran florecer. Y tal como ocurrir¨ªa en el panorama internacional iba a ser en las artes aplicadas donde el movimiento se mostraria m¨¢s fecundo. As¨ª nos muestra Mario Praz c¨®mo la arquitectura modernista no ser¨¢ sino una ampliaci¨®n a escala de los objetos y muebles ?1900?.Es precisamente el dise?o de muebles lo que hoy nos ocupa B. D. Ediciones de Dise?o presenta en estos d¨ªas una exposici¨®n de acuarelas del art¨ªfice catal¨¢n Gaspar Homar, quien compart¨ªa esta labor con la realizaci¨®n de mosaicos y paneles de marqueter¨ªa, verdaderos chefs d?oeuvre de la figuraci¨®n artesanal del modernismo. Fue disc¨ªpulo de Francesc Vidal y, como mueblista clave dentro del panorama barcelon¨¦s, realiz¨® trabajos conjuntos con figuras de la talla de un Domenech y Montaner o un Junyent y Sans. Pero, al mismo tiempo, su propio car¨¢cter de dise?ador modernista por antonomasia da la medida de las contradicciones que en ¨¦l se dan cita y que no son sino un reflejo de la situaci¨®n global del movimiento. No en vano Francesc Fontbona lo sit¨²a entre quienes se empe?aban en mantener el estilo cuando la reacci¨®n posmodernista en Catalu?a comenzaba ya a tomar cuerpo, En efecto, si nos fijamos en los trabajos que re¨²ne esta exposici¨®n, parece como si se tratara de un muestrario de cuantas corrientes confluyen en el art nouveau. Y es preciso convenir que no era poca la distancia que separaba a Majorelle de Van de Velde, a Mackintosh de Charpentier. Si ello le resta el m¨¦rito que pueda recaer en los pioneros, le ofrece a cambio la posibilidad de aparecer como representante t¨ªpico del estilo en su s¨ªntesis, lo que no es poco. En efecto, en un an¨¢lisis riguroso, la secesi¨®n vienesa y los delirios floreales belgas mal podr¨ªan converger bajo un mismo ep¨ªteto sin el denominador com¨²n de aquellos artesanos ?de segunda hornada? que, recibiendo influencias diversas, las refund¨ªan a su gusto. Ser¨¢n, pues, personajes como Gaspar Homar quienes, a pesar de la ef¨ªmera existencia del art nouveau, lograr¨¢n marcar con un car¨¢cter unitario a ese principio de siglo en el que, en realidad, eran muchas y muy distintas cuestiones formales y t¨¦cnicas las que se debat¨ªan. Casi inmediatamente, esa s¨ªntesis deber¨¢ sucumbir ante los acuciantes enfrentamientos entre artesanado e industria, entre funci¨®n y ornamento.
Gaspar Homar
B. D. Ediciones de Dise?oC/ Villanueva, n.? 5
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