F¨²tbol: el espect¨¢culo del deporte
LA SELECCI?N espa?ola ha obtenido un merecido empate frente al m¨ªtico conjunto de Brasil, tras la decepcionante derrota con Austria, cosechada en su debut del Campeonato Mundial de F¨²tbol de Argentina. Entre los aficionados al f¨²tbol, y los que no lo son tanto, existe todav¨ªa una actitud esperanzada de que nuestra selecci¨®n supere esta primera ronda del campeonato. Pero pase lo que pase, no se debe ocultar la realidad objetiva del f¨²tbol espa?ol. Apenas se entiende que Espa?a, que invierte tan grandes cantidades de dinero en f¨²tbol, que posee enormes estadios en los que juegan habitualmente primeras estrellas mundiales, no sea capaz de tener un equipo de primera l¨ªnea.Desde hace mucho, Espa?a le ha tomado m¨¢s gusto a ver el f¨²tbol que a jugarlo, y las inversiones de dinero han ido precisamente en esa l¨ªnea. El espa?ol ha preferido m¨¢s gastarse el dinero en una localidad de grada que en un bal¨®n; los organismos encargados de la promoci¨®n deportiva han olvidado la pr¨¢ctica y han trabajado de lleno sobre el campo del espect¨¢culo. Espa?a ofrece desde hace tiempo un promedio de espectadores por partido muy superior al de casi todos los pa¨ªses con selecci¨®n en el Mundial, pero posee un n¨²mero de practicantes sensiblemente inferior.
Los grandes profesionales del bal¨®n que juegan estas fechas en el Mundial de Argentina eran ni?os hace quince o veinte a?os. Ni?os que le cobraron afici¨®n al f¨²tbol y lo practicaron en la infancia y en la adolescencia. Por aquellas fechas estaba en vigor la fama de aquel prodigioso Real Madrid que hab¨ªa ganado t¨ªtulos con pasmosa facilidad y que hab¨ªa sido una ilusi¨®n nacional, una magn¨ªfica propaganda pol¨ªtica para el pa¨ªs en los dif¨ªciles a?os en los que el bloqueo era a¨²n un recuerdo reciente. Los ni?os espa?oles de aquellos a?os -los profesionales de la actual selecci¨®n- jugaban al f¨²tbol a¨²n en playas, en solares, en descampados. Sin t¨¦cnicos que les ense?asen, sin instalaciones ni material adecuado, sin protecci¨®n m¨¦dica tan siquiera. En otros pa¨ªses, sin embargo, los j¨®venes practicantes de este deporte gozaban ya de todo eso; gozaban de una planificaci¨®n racional del fen¨®meno deportivo. Gozaban de una inversi¨®n de dinero ¨²til para mejorar sus condiciones de salud y para aprovechar de la mejor forma posible sus horas de ocio. En Espa?a, el dinero que podr¨ªa haber servido para explanar terrenos, para construir instalaciones y para fabricar material era dedicado a mantener el gran espect¨¢culo, ¨²til para desviar la atenci¨®n del ciudadano de otros problemas: estadios que se ampl¨ªan, jugadores que cada vez cobran m¨¢s, precios enormes de traspasos... La historia es m¨¢s que conocida.
La selecci¨®n espa?ola est¨¢ formada por jugadores que en su d¨ªa no gozaron de las posibilidades de aprendizaje de sus rivales. Al Mundial van diecis¨¦is selecciones, y para Espa?a ya fue un ¨¦xito meterse en ese ?paquete?. El Madrid ha gastado una pila de millones en los ¨²ltimos a?os en traer de Alemania a Breitner, Netzer, Jensen y Stielike. El Atl¨¦tico, en fichar a Ayala, Heredia, Leivinha y Pereira. Cruyff ha jugado cinco temporadas en el Barcelona por 238 millones, a mill¨®n por partido. Los ni?os espa?oles siguen sin tener donde jugar al f¨²tbol de una forma seria y organizada. A los rectores actuales de nuestro f¨²tbol eso sigue sin parecerles importante. El f¨²tbol es todav¨ªa, entre nosotros, un opio del pueblo m¨¢s que un deporte, porque est¨¢ arrastrado por una inercia que no intentan detener los encargados de hacerlo.
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