Pau Riba, un montaje espectacular y desigual
Pau Riba surge de una nevera abandonada en un vertedero presidido por un Ave F¨¦nix. Pau Riba act¨²a como un tierno aut¨®mata sorprendido por el mundo que encuentra tras romper ese cascar¨®n simb¨®lico (serie blanca de electrodom¨¦sticos). Pau Riba canta y baila, hace gestos obscenos y, finalmente, desaparece, se va, y qui¨¦n m¨¢s, qui¨¦n menos, bascula entre el asombro y el aburrimiento, entre la marcha y el bostezo.Viendo el espect¨¢culo de Pau se entiende a la perfecci¨®n eso de rocker pregal¨¢ctico que le adjudicaba Sisa. Pau no consigue llenar el espacio de magia, se queda en el umbral del misterio para permanecer a este lado del espejo. Por decirlo de alguna forma, lo que Pau hace no es penetrar en la realidad, dej¨¢ndola atr¨¢s, sino que recrea otra distinta que se superpone a la habitual, la corriente y moliente de cada d¨ªa, o, al menos, eso intenta.
Uno de los problemas es que no canta. O canta poco, que para el caso es lo mismo. Como poeta y como compositor Pau tiene unos momentos casi geniales, pero en vivo, ni el apoyo de un estupendo grupo consigue superar sus limitaciones. Por otra parte, y a pesar de que el Ave F¨¦nix se mueve algo, el decorado es m¨¢s una escultura conceptual que un escenario vivo con el cual se pueda jugar. Por ello, todo el show descansa sobre el mismo Pau, que a pesar de un gran trabajo de preparaci¨®n, no consigue mantener siempre el ritmo que pretende. Sus declamaciones po¨¦ticas pasan por momentos de lo c¨®mico a lo grotesco, y su ¨²nico encanto reside en su asimilaci¨®n con la verborrea del pasado, en la exposici¨®n p¨²blica de las m¨¢s incre¨ªbles conexiones entre palabras, en la dispersi¨®n de los pensamientos.
Y, sin embargo, el espect¨¢culo est¨¢ tan bien realizado, los detalles se han cuidado de forma tan inusual en esta tierra de chapuzas, que m¨¢s que pena da una enorme rabia el que su resultado no sea todo lo brillante que hubiera podido.
En cuanto a la m¨²sica, ya he dicho que es buena. Canciones como Noia de porcelana son una preciosidad, pero el Licors se hizo demasiado largo y discursivo. Pau Riba ha intentado, como poca gente en nuestro pa¨ªs, mezclar el rock con una visi¨®n po¨¦tica y descarnada de la realidad; s¨®lo le falla algo: no puede soportar t¨¦cnicamente y solo, ese mundo que ¨¦l mismo ha creado.
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