Pek¨ªn, interesada en la integracion europea de Espa?a
Los chinos creen en una pr¨®xima guerra mundial y piensan que es pr¨¢cticamente inevitable. En palabras suyas, o la guerra mundial se desencadena y como consecuencia de ella vendr¨¢ despu¨¦s la revoluci¨®n, o la revoluci¨®n tiene lugar como ¨²nico sistema de evitar la guerra. Pero desde su actitud absolutamente pesimista consideran que s¨®lo ser¨¢ posible aplazar la conflagraci¨®n y aseguran estar dispuestos a realizar todos los esfuerzos necesarios para ello. Entre otras cosas porque necesitan tiempo y paz para la modernizaci¨®n de su propio pa¨ªs. Un plazo que con una cifra un poco enigm¨¢tica se?alan siempre en los veintitr¨¦s a?os. En definitiva, el comienzo del siglo venidero.S¨®lo desde esta perspectiva es posible comprender la actitud global del Gobierno de Pek¨ªn respecto a los problemas mundiales y su estrategia. En su opini¨®n, el principal peligro para el estallido de la conflagraci¨®n reside en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, cuyo sistema social y pol¨ªtico habr¨ªa degenerado hacia lo que ellos llaman el social-imperialismo: en suma, la conversi¨®n de la actual Rusia en heredera directa de las pr¨¢cticas de los zares, con pretensiones anexionistas y expansionistas en todo el Globo a la b¨²squeda de nuevas bases militares y m¨¢s ricos recursos econ¨®micos.
Los chinos aseguran que cuantos intentos de distensi¨®n se hagan con la Uni¨®n Sovi¨¦tica ser¨¢n in¨²tiles. Est¨¢n convencidos de que los rusos han aprovechado las conversaciones sobre limitaci¨®n de armas nucleares y estrat¨¦gicas con Estados Unidos para acortar distancias en la carrera del desarme y aseguran que la Uni¨®n Sovi¨¦tica tiene hoy un porcentaje de armamento nuclear sensiblemente superior al americano. Pero no s¨®lo eso: Mosc¨² habr¨ªa desarrollado extraordinariamente tambi¨¦n el armamento convencional hasta. el punto de rebasar hoy al conjunto del potencial americano y de Europa occidental. La guerra mundial que predicen los chinos no tendr¨ªa que ser en ese caso necesariamente nuclear, el foco agresor ser¨ªa siempre Mosc¨² y Europa el principal objetivo.
Comentando unas palabras de propio Mao sobre el hecho de que los sovi¨¦ticos mantuvieran un mill¨®n de tropas en la frontera con China, los responsables de Pek¨ªn dicen: ?Lo que tratan es de amagar en el Este para dar en el Oeste. ? Todas las posiciones y definiciones de la pol¨ªtica exterior de Pek¨ªn se basan sobre ese relato, si se quiere un tanto de ciencia-ficci¨®n, pero coherentemente argumentado desde su punto de vista. La Uni¨®n Sovi¨¦tica juega as¨ª, para los chinos, en pol¨ªtica internacional, lo que la banda de los cuatro en pol¨ªtica interna: no se sabe donde empieza y d¨®nde acaba el an¨¢lisis real para dar paso al maniqueo que los pol¨ªticos se inventan. Pero sea como sea, se explican muy bien a partir de ah¨ª los anhelos de uni¨®n europea, no s¨®lo econ¨®mica, sino defensiva, que Pek¨ªn tiene, y su deseo de estrechar relaciones con Jap¨®n y Estados Unidos. China vive hoy bajo la obsesi¨®n antisovi¨¦tica y en un progresivo intento de estrechar lazos con Occidente. Algunos datos del propio viaje del Rey (matices apreciables en los cartelones de bienvenida, el realce que se le ha dado en la televisi¨®n y en la prensa) ponen de relieve el deseo aqu¨ª existente de una Europa unida con Espa?a y un Mediterr¨¢neo regido por sus pa¨ªses ribere?os. Nada sucede por casualidad en Extremo Oriente. Y no por casualidad la visita de don Juan Carlos est¨¢ siendo rodeada de extraordinaria relevancia. El presidente de la Asamblea Nacional Popular, un hombre enfermo y mayor, abandon¨® su domicilio, cosa que raramente hace, para recibirle anteayer en la Casa del Pueblo; el viceprimer ministro. Ten Hsiao Ping, pronunci¨® un discurso pol¨ªtico de envergadura en la cena ofrecida en su honor.
En esa misma cena, catorce intelectuales depurados durante la Revoluci¨®n Cultural significaron con su presencia su rehabilitaci¨®n por las actuales autoridades, y ayer mismo el primer ministro, Hua Kuofeng, mantuvo una entrevista de una hora de duraci¨®n con el Rey y le ofreci¨® -cosa bastante infrecuente en ocasiones similares- una cena.
Sin duda los chinos tienen un enorme inter¨¦s en expresar no s¨®lo su cordialidad habitual sino sus deseos pol¨ªticos. En las conversaciones de este g¨¦nero mantenidas los pasados dos d¨ªas se han expuesto al Rey y a la misi¨®n que le acompa?a los puntos fundamentales por los que discurre la pol¨ªtica exterior e interior china. No se trata, en palabras de los observadores, de llegar a acuerdos, porque en Pek¨ªn todo es diferente. Se trata simplemente de dejar fluir el di¨¢logo y de exponer posiciones. Pero, en cualquier caso, puede decirse que la presencia del Rey de Espa?a en Pek¨ªn no es ya s¨®lo una cuesti¨®n de relaciones bilaterales. Su significado trasciende al marco de los problemas internacionales, y la posici¨®n de Espa?a es bien valorada en este pa¨ªs cabeza del Tercer Mundo.
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