No hubo lidiadores para los mar¨ªnmarcos
El marinmarcos que abri¨® plaza le peg¨® fuerte a El V¨ªctor, cuando ¨¦ste entraba a matar, a toma y daca. Por una estocada, dos cornadas. Primero le enganch¨® por delante y no le soltaba; cuando lo solt¨®, antes de que el torero cayera al suelo, le meti¨® el pit¨®n por detr¨¢s, como si fuera pu?al, y prendido lo tuvo unos segundos. Como el novillo qued¨® cl¨ªnica mente muerto, El V¨ªctor debi¨® pensar que ten¨ªa en la mano el triunfo y no quer¨ªa irse a la enfermer¨ªa. Pero le tom¨® en brazos su compa?ero Pedro Mariscal, quien lo entreg¨® a las asistencias. Hubo oreja, s¨ª. El se?or Mantec¨®n ten¨ªa el d¨ªa generoso, o le debi¨® impresionar la cogida -que, en efecto, fue impresionante- y concedi¨® el trofeo, para el que apenas hubo petici¨®n. Esa oreja, con la que dio la vuelta al ruedo la cuadrilla, consisti¨® en la ¨²nica manifestaci¨®n, pudi¨¦ramos decir triunfal, de la tarde, porque todo lo dem¨¢s result¨® deslucido y s¨®rdido. La propia faena de El V¨ªctor no hab¨ªa tenido demasiados perfiles destacables, aparte el valor y el entusiasmo del torero. Boyante el novillo, lo mulet¨® con altibajo en terrenos del siete y luego en los del dos, y sac¨® un par de tandas de naturales y otra de derechazos, ,mediocres en lo art¨ªstico, aunque meritorias por la serenidad con que aguantaba las embestidas. Y eso fue todo, m¨¢s la estocada y el dramatismo de las cornadas.Ten¨ªa casta el marinmarcos, lo mismo que los cinco restantes. Novillada muy seria, aunque fuera terciada en su primera mitad; excelentemente armada, incluso con aparato; dos ejemplares, cuarto y sexto -sobre todo aqu¨¦l- con apariencia de toros. Y genio. Hubo mayor¨ªa de mansos -segundo, quinto y sexto se comportaron como tales en el primer tercio- pero no de una mansedumbre declarada e imposible, Y hubo un medio bravo, el tercero, que hizo una magn¨ªfica pelea en varas, si bien luego se doler¨ªa en banderillas.
Plaza de Las Ventas
Novillos de Mar¨ªn Marcos, bien presentados, muy bien armados; serios, fuertes, con casta; tres de ellos mansos; manejables primero y cuarto, los dem¨¢s con problemas, que empeoraron por la mala lidia. El V¨ªctor: Estocada en la que resulta cogido y pasa a la enfermer¨ªa (oreja). Pedro Mariscal: pinchazo, estocada corta huyendo y tirando la muleta, y rueda de peones (silencio). Siempre tirando la muleta y ech¨¢ndose fuera, tres pinchazos y estocada tendida (silencio). Dos pinchazos, estocada contraria perdiendo la muleta y rueda de peones (silencio). Curro Cruz, de Osuna, debutante. estocada baja y trasera ech¨¢ndose fuera (silencio). Pinchazo huyendo, media muy baja y tendida, rueda de peones, aviso y cuatro descabellos (silencio). Presidi¨® con acierto -excepto en la concesi¨®n de oreja- el comisario Mantec¨®n .Parte facultativo: El V¨ªctor sufre dos cornadas: una en el tercio superior del muslo izquierdo, con dos trayectorias, de diez y quince cent¨ªmetros, que destroza abductores y fractura el isqui¨®n; otra en regi¨®n periumbilical, de diez cent¨ªmetros, que produce destrozos en m¨²sculos rectos y contusiona el peritoneo. Contusiones y erosiones m¨²ltiples. Pron¨®stico grave.
Los hijos de Mar¨ªn Marcos enviaron a Madrid esta vez una novillada interesant¨ªsima, es cierto que dura, la cual habr¨ªa dado mejor juego con una lidia amoldada a sus caracter¨ªsticas. O acaso no hace falta matizar tanto: simplemente lidia, o conato de ella era lo que requer¨ªan esas reses, para no sumar problemas y problemas a su vivo temperamento, como as¨ª ocurri¨®. Los matadores carecieron de recursos para conseguirlo y sus cuadrillas a¨²n empeoraron las cosas.
El tercero qued¨® descompuesto despu¨¦s de un par de banderillas que le puso Curro Cruz, tan delantero, que estaba junto al testuz. De poco lo descabella. ?Qu¨¦ desahogo es ese de coger las banderillas en Las Ventas cuando no se sabe hacer la suerte? Curro Cruz debi¨® creer que estaba entre pardillos y turistas, y las ovaciones le llegar¨ªan f¨¢ciles con s¨®lo poner los palos a lo que saliera. Le sali¨® un churro, no tuvo ovaciones y encima male¨® al novillo.
En el sexto el mitin lo dieron los especialistas en la materia, es decir, los banderilleros, que clavaron donde ca¨ªan los palos, uno a uno y mediante alocadas carreras. El marinmarcos, que ya ten¨ªa el problema de su violencia y su mansedumbre, pas¨® a reserv¨®n, y como adem¨¢s el debutante le tocaba las orejas (he aqu¨ª un giro del argot: tocar las orejas,- con la muleta, se entiende), lo aprendi¨® todo y tiraba unos ga?afones de abrigo.
Pedro Mariscal no se confi¨® en ning¨²n momento y estuvo aperreado con el segundo, que era incierto; con el cuarto, aunque parec¨ªa manejable, y con el manso y temperamental quinto, al que ense?¨® lo que no deb¨ªa, por tanto probar y tanto dudar. Con la espada a¨²n lo hizo peor: Tiraba la muleta a los hocicos y sal¨ªa corriendo hacia un lado, mientras pegaba el sartenazo. En fin, tampoco Curro Cruz le pod¨ªa dar lecciones en esta suerte. A lo mejor pesaba en ambos el recuerdo de la cogida de El V¨ªctor y cuidaban de que no se repitiera la historia.
No es lo malo que estuvieran mal estos dos novilleros, sino que se les vio sin Ilusi¨®n y sin recursos; y en semejantes condiciones no se puede venir a Madrid. Mejor es abstenerse y dejar el puesto a otro que de verdad quiera ser torero, con los duros marinmarcos o sin ellos.
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