Arte y militancia
Durante la d¨¦cada de 1965 a 1975 las discusiones en torno al cine pol¨ªtico, su viabilidad y su validez fueron interminables y retorcidamente vac¨ªas. En la actualidad se dir¨ªa que la vaciedad de tales discusiones se ha hecho evidente y las reflexiones parecen ir encaminadas a descifrar interrogantes del tipo ??hasta qu¨¦ punto el cine puede ser pol¨ªtico?? ??qu¨¦ influencia social puede llegar a tener el llamado cine pol¨ªtico??, ??no es acaso el cine pol¨ªtico un g¨¦nero m¨¢s, como el western o el musical??...
Cuando la serie Z cay¨® en desgracia, su guionista m¨¢s destacado -Jorge Sempr¨²n- fue acusado de oportunista, y a directores como Boisset o Costa Gavras se les reprochaba el tomar prestados, tal cual, los c¨®digos de cierto cine americano de g¨¦nero -ioh, horror!- y de limitarse a invertir el signo y las piezas del juego. M¨¢s tarde, la f¨®rmula godardiana de ?no hay que hacer filmes pol¨ªticos, sino hacer pol¨ªticamente los filmes? hizo furor en una ¨¦poca de saturaci¨®n de panfletos primarios que justificaban su absoluta nulidad en una pretendida y m¨¢s que discutible militancia, causando tambi¨¦n no pocos estragos. En realidad, puede ser tan v¨¢lido politizar una historia de amor -Le milieu du monde- de Alain Tanner- como poetizar un tema como Mayo del 68 -Cin¨¦tracts, de Jean-Luc Godard y Chris Marker-, pues lo uno no excluye lo otro, los caminos y las posibilidades son infinitas...
Actas de Marusia Gui¨®n y direcci¨®n: Miguel Littin, basado en una historia de Patricio Manz
Fotograf¨ªa: Jorge Stahl, Jr.M¨²sica: Mikis Theodorakis Int¨¦rpretes: Gian Mar¨ªa Volont¨¦, Diana Bracho, Claudio Obreg¨®n, Eduardo L¨®pez Rojas y Ernesto G¨®mez Cruz Mexicana, 1975 Locales de estreno: Rosales y Sainz de Baranda
Cuando el cineasta chileno, exiliado en M¨¦xico, Miguel Littin realiz¨® Actas de Marusia, el debate del cine pol¨ªtico estaba a punto de agotarse. Littin, queriendo escapar a la simpleza de la mayor parte de este tipo de cine, cay¨® en el otro extremo, en el ejercicio de estilo gratuito. Littin, esfuerza en componer una obra ambiciosa, un filme coral, ¨¦pico, que bebe en fuentes tan distintas y contradictorias como Eisenstein o Jancs¨°, y su aliento ¨¦pico se desvanece entre movimientos de c¨¢mara tendenciosos y alg¨²n que otro toque distanciador para complacer a los exigentes.
La historia de la represi¨®n de los trabajadores de la compa?¨ªa minera Marusia Mining Co. merec¨ªa un tratamiento m¨¢s serio, m¨¢s efectivo, menos ambiguo. Pi¨¦nsese lo que habr¨ªan hecho con ella desde Gillo Pontecorvo hasta Sam Peckimpah, pasando por Bertolucci... Miguel Littin, queriendo ser art¨ªstico e intelectual, ha hecho un filme que carece hasta del m¨¢s que discreto encanto del cine tercermundista del que ha querido huir.
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