Un movimiento de renovaci¨®n pedag¨®gica en continuo auge
Las escuelas de verano, que eran ya una realidad en Catalu?a durante la Segunda Rep¨²blica, reaparecen en 1965 gracias a la Iniciativa de la Fundaci¨®n Rosa Sensat (cuyo protagonismo en la ense?anza, y espec¨ªficamente en las escuelas de verano, es indudable), que trata de satisfacer la necesidad de muchos maestros, no s¨®lo catalanes, de aunar y compartir sus esfuerzos por transformar la escuela y buscar nuevas formas pedag¨®gicas, y tambi¨¦n en un intento de recuperar la funci¨®n que la Escola d'Estiu desempe?¨®, desde su creaci¨®n en 1932, dentro de la Generalidad, cuando ¨¦sta recog¨ªa las conclusiones a las que se llegaba en estos encuentros de maestros catalanes para integrarlos en la legislaci¨®n y realizaci¨®n de su pol¨ªtica escolar.Pero, sobre todo a ra¨ªz de 1975-76, en el instante en que el pa¨ªs, en medio de sus numerosos problemas, se enfrentaba con un cambio necesario en todos los ¨®rdenes (econ¨®mico, pol¨ªtico y social), fue cuando tambi¨¦n la ense?anza y quienes buscaban unos caminos nuevos para ella salieron con fuerza a la luz. De este modo, alternativas gestadas durante.a?os, pero como tantas otras cosas condenadas hasta entonces a c¨ªrculos restringidos y semiclandestinos, se hicieron p¨²blicas.
Los documentos Per una Nova Escola P¨²blica, elaborado durante la X Escola d'Estiu de Barcelona; la Alternativa para la Ense?anza en el Pa¨ªs Valenciano, planteada en el seminario de pedagog¨ªa del Colegio de Doctores y Licenciados de Valencia; Socialismo, otra alternativa para la ense?anza, del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid y que ser¨ªa la base de la llamada Alternativa para la ense?anza, de este Colegio, y algunos otros aparecidos durante esos a?os iniciaron un debate en todo el pa¨ªs en torno al tema de la educaci¨®n. Las propuestas de estas alternativas, centradas en la potenciaci¨®n de una escuela p¨²blica ¨²nica y gestionada democr¨¢ticamente, se vieron confirmadas por unos sectores de la sociedad y discutidas por otros. Los partidos, la Iglesia, el sector empresarial de la ense?anza y las Asociaciones de Padres y de Vecinos entraron en este debate. En el verano de 1976, y potenciado precisamente por el auge que hab¨ªa tomado el tema de la educaci¨®n, el n¨²mero de escuelas de verano auinenta y se van asentando en diversos puntos de nuestra geograf¨ªa, y as¨ª durante los meses que van de junio a septiembre se organizan dieciocho encuentros de este tipo en todo el pa¨ªs. En la mayor¨ªa de los casos los problemas tratados superan y desbordan el ¨¢mbito profesional, no s¨®lo por los asistentes, ya que junto a los maestros pueden asistir, y de hecho lo hacen, cuantos se sienten interesados por las cuestiones educativas, sino tambi¨¦n por los temas tratados, ya que las jornadas se vieron muy marcadas por la sensibilizaci¨®n general que ante los problemas pol¨ªticos se iba produciendo en nuestra sociedad, y b¨¢sicamente se discutieron planteamientos globales sobre la educaci¨®n y sobre la funci¨®n social de la escuela, aunque tambi¨¦n se abordaron otros temas relacionados espec¨ªficamente con el profesorado, como los de sindicaci¨®n y formaci¨®n de los maestros.
La participaci¨®n en estos encuentros aument¨® sensiblemente respecto a los a?os anteriores, y asi la Escola d'Estiu de Barcelona, que cont¨® en 1974 con 1.750 asistentes, llega en ese curso a los 6.500.
La reacci¨®n de la Administraci¨®n ante la proliferaci¨®n de este tipo de experiencias fue muy distinta; mientras algunas escuelas de verano, como Barcelona y Madrid, recibieron ayuda oficial del INCIE, a trav¨¦s de los ICE de las respectivas universidades, en otras la ayuda fue nula o incluso fueron apenas toleradas, y en el caso de las I Xornadas do Ensino Galego fueron suspendidas y desalojados los seiscientos asistentes por las fuerzas del orden al segundo d¨ªa de iniciadas.
En el verano siguiente, el de 1977, los partidos de izquierda, que se mov¨ªan ya en la legalidad, estuvieron presentes en las escuelas de verano con sus programas sobre educaci¨®n elaborados para las elecciones del 15 de junio, programas que, en muchos puntos, recog¨ªan las alternativas surgidas anteriormente de los propios ense?antes. La problem¨¢tica de la ense?anza, que en a?os anteriores se hab¨ªa planteado de forma m¨¢s global, se va centrando cada vez m¨¢s en el marco geopol¨ªtico donde se celebran los encuentros y, sobre todo en las nacionalidades, se plantea de forma urgente la necesidad de una pedagog¨ªa descentralizada, con planteamientos aut¨®ctonos, hecha para y por ellas, y desde una escuela que respete y potencia su cultura y su lengua, Tambi¨¦n se hizo patente la necesidad de intercambiar experiencias e inquietudes, para que estos intentos de transformaci¨®n y de enriquecimiento de la escuela no se vieran abortados en la pr¨¢ctica por el aislamiento, adem¨¢s de crearse grupos de trabajo que funcionaran durante el curso.
En esta ocasi¨®n, y ante la reci¨¦n estrenada democracia, ya no fueron prohibidos ninguno de estos encuentros, aunque fueron muy pocos, s¨®lo siete de los diecis¨¦is que hubo, los que contaron con subvenci¨®n oficial, y la mayor¨ªa se tuvieron que conformar con lo que ingresaron por concepto de cuotas.
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