Cerca del 40% de establecimientos de primera necesidad, "cerrados por vacaciones"
En una amplia medida, el abastecimiento de art¨ªculos de primera necesidad en los meses de verano est¨¢ reglamentado por una vieja disposici¨®n que el tendero suele dictar a voluntad: ?Cerrado por vacaciones.? Los cierres de varios de los tipos de establecimientos est¨¢n dentro de la ley, pero al margen del inter¨¦s de los ciudadanos; seg¨²n cifras oficiales, el 30 % de los estancos, el 35 %de los quioscos, casi el 40 % de las farmacias, y cantidades m¨¢s elevadas de otros comercios en los que se expenden art¨ªculos imprescindibles de consumo, son temporalmente cancelados en julio y agosto.
JULIO-CESAR IGLESIASA las nueve de la ma?ana, el se?or G¨®mez, auxiliar administrativo en un ministerio, se dispone a incorporarse a la vida normal, concluido su mes de vacaciones. Ha preferido volver en agosto porque comparte, con mill¨®n y medio de convecinos, una teor¨ªa: ?Somos menos, luego tocamos a m¨¢s espacio.? El no lo sabe, pero sus d¨ªas laborales pasan en paz gracias a una fuerza: la fuerza de la costumbre. Ha aprendido a necesitar algunas cosas innecesarias y a proveerse de las otras en lugares fijos. Ahora, cuando fuma un cigarrillo en una esquina, no sabr¨ªa decir si disfruta m¨¢s del humo o del rinc¨®n, frecuenta siempre el mismo restaurante, tanto por su buena cocina, como por el calor especial con que da los buenos d¨ªas el camarero: pasa puntualmente por el quiosco, porque la cabecera de su peri¨®dido preferido es para ¨¦l como una voz de mando. Pero hoy, 5 de agosto, el d¨ªa empieza mal. El quiosco est¨¢ cerrado por vacaciones, ello significa que no podr¨¢ comentar con el taxista que le traslade los dos temas que m¨¢s le preocupan en este momento: el equilibrio constitucional en el Senado y equilibrio entre los fichajes del Madrid y los del Barcelona. El no lo sabe, pero en este mes no podr¨¢ comprar peri¨®dicos en 217 de los 834 puestos usualmente abiertos.
Concluye su viaje. Como de costumbre, pasar¨¢ por el estanco antes de entrar en la oficina. Se ha prometido imponerse el nuevo promedio de cigarrillos por d¨ªa: una sola cajetilla, ni uno m¨¢s. Pero diez metros antes de llegar al estanco alcanza a leer un letrero que comienza a parecerle una esquela mortuoria: ?Cerrado por vacaciones.? Seg¨²n la letra peque?a del cartel, la delegaci¨®n provincial de Tabacalera en Madrid ha previsto que a la puerta de cada estanco cerrado se informe sobre la situaci¨®n del m¨¢s pr¨®ximo de los abiertos. A pesar de todo, no dispone de los diez minutos que se precisan para llegar hasta ¨¦l. Por una vez, aceptar¨¢ el tabaco rubio de su compa?ero de despacho, tendr¨¢ que soportar el gesto de suficiencia con que Ram¨ªrez se adorna siempre que tiene que hacer lo que llama un peque?o favor.
La batalla de la aspirina
Siete horas despues, G¨®mez tiene un insoportable dolor de cabeza, que atribuye al tabaco rubio: el 30 % de los estancos est¨¢ cerrado por vacaciones, pero ma?ana no cometer¨¢ el error de acudir a la oficina sin sus cigarrillos negros. A las tres de la tarde, G¨®mez deletrea el cartel ?Cerrado por vacaciones? que ha descubierto en la farmacia de su barrio. No podr¨¢ comprar un analg¨¦sico antes de ir al restaurante, corno pretend¨ªa, pero una simple llamada telef¨®nica al Colegio de Farmac¨¦uticos le bastar¨¢ para conocer el mecanismo de abastecimiento de f¨¢rmacos previsto en vacaciones. ?Hemos establecido veinticuatro grupos de farmacias, un mes de verano quedan eximidas de las guardias las que est¨¢n en grupos pares, y el otro, las que est¨¢n en impares; as¨ª unas y otras pueden cerrar por vacaciones. No se preocupe usted, hemos hecho la distribuci¨®n por grupos de forma que los sectores de la ciudad est¨¦n uniformernerite abastecidos.?
Por algunas sutiles afinidades, el cartel ?Cerrado por vacaciones? colgado a la puerta del restaurante italiano en que G¨®mez pensaba resarcirse de la nefasta jornada de reaparici¨®n en Madrid est¨¢ rotulado en letra romanilla, mientras que el ?Cerrado por vacaciones? del restaurante alem¨¢n en el que sirven un excelente codillo que pensaba pedir, presenta unos ampulosos caracteres g¨®ticos. G¨®mez siente el s¨²bito deseo de pedir un libro de reclamaciones, o de cursar una protesta en el ministerio correspondiente, pero tiene una duda fundamental: no recuerda muy bien si los restaurantes est¨¢n instritos en el negociado de abastos o el el de hosteler¨ªa. A las cuatro de la tarde, G¨®mez baja la guardia, torna un taxi y dice secamente. ?Aeropuerto de Barajas.? Conf¨ªa en que la huelga de controladores mantenga en el aeropuerto a un n¨²mero de pasajeros tan alto como para que haya sido precisa la organizaci¨®n de un sistema cabal de abastecimientos de comestibles, a final de evitar motines. Alguien deber¨ªa haberle advertido a las tres de una cruda realidad: ni los restaurantes ni las tiendas de comestibles est¨¢n sujetas a ningua ?ley sobre vacaciones de mesoneros y abaceros?.
Barajas: campo de concentraci¨®n
Sin embargo, el pobre G¨®mez no padecer¨¢ la zozobra de conocer el desvalimiento de los gastr¨®nomos y las despensas. Llegar¨¢ a Barajas, se abrir¨¢ camino entre una multitud, desenga?ada y hambrienta, oir¨¢ decir que en la cafeter¨ªa del aeropuerto se han batido todas las previsiones de venta: han sido despachados 25.000 bocadillos en solo cuatro d¨ªas. Nadie comenta, en cambio, que tambi¨¦n se han batido las de taquilla: los de jam¨®n se venden al precio de 157 pesetas; los botellines de cola a cincuenta, y las copas de co?ac a m¨¢s de cien. Pasado ma?ana, G¨®mez llegar¨¢ puntualmente a su oficina, har¨¢ una llamada telef¨®nica y despu¨¦s solicitar¨¢ un n¨²mero del Bolet¨ªn Oficial del Estado, precisamente el del d¨ªa 10 de marzo de 1976. Luego leer¨¢ despaciosamente un decreto sobre establecimientos comerciales de venta al por menor formulado en once art¨ªculos, y deletrear¨¢ en voz alta parte de un p¨¢rrafo del quinto: ?... el horario se fijar¨¢ libremente por las empresas para cada establecimiento, pudi¨¦ndose practicar en r¨¦gimen de jornada continua?. No conseguir¨¢ encontrar alguna referencia a los abastecimientos vitales a Madrid en los meses de verano. ?Madrid es una tierra de nadie, y ¨¦ste es un mes de nadie?, dir¨¢. Pero estar¨¢ m¨¢s optimista que ayer. Habr¨¢ tenido la satisfacci¨®n de comprobar que al menos el Bolet¨ªn Oficial del Estado no cierra por vacaciones.
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