Comunidad y desarrollo
Diputado de UCD por MelillaDirector general de Desarrollo Comunitario
Al hilo del primer aniversario de la convocatoria electoral, nuestra comunidad ha recorrido su prime a?o de experiencia democr¨¢tica entre la cr¨ªtica y la esperanza. Y por ello nos parece obligada una reflexi¨®n p¨²blica sobre una de las nuevas actividades de la Administraci¨®n del Estado. Una actividad es trenada con el Ministerio de Cultura y cuyo contenido y responsabilidad han pasado inadvertido: para los sectores m¨¢s sensibles de nuestra sociedad.
El desarrollo comunitario, concepto ¨ªntimamente relacionado con una sociedad de participaci¨®n se instituye como funci¨®n p¨²blica hace diez meses. Concretamente el 27 de agosto de 1977. Naci¨® como un proyecto global. con todo e riesgo que implica la palabra desarrollo, desgastada por una experiencia pasada llena de desajustes y de prop¨®sitos vinculados a la capacidad material cumplida parcialmente . No obstante, no hemos atrevido a reinterpretarla y darle un nuevo contenido e incluso a traducirla en su pr¨¢ctica por otra expresi¨®n que creemos m¨¢s afortunada, como es la acci¨®n social comunitaria.
Un an¨¢lisis somero de la realidad social espa?ola nos conduce inexorablemente a la evidencia de ciertos desajustes estructurales como producto de un desarrollo econ¨®mico puramente acumulativo, nada arm¨®nico, poco participativo. m¨¢s cu¨¢ntico que de calidad de vida. en su vertiente comunitaria, asociativa y cultural.
Pero, no es tarde; nunca puede ser tarde para emprender el necesario compromiso de reajustar desequilibrios y construir un presente comunitario m¨¢s satisfactorio, m¨¢s rico y creativo, de luchar en defensiva para que nuestra comunidad sea protagonista indiscutible de su propio proceso de desarrollo.
Queda ante nosotros, como v¨ªa abierta a la Imaginaci¨®n y al rigor un panorama sociocultural cargado de necesidades y sugerencias. Una poblaci¨®n que modifica con rapidez sus criterios de valor. Grupos y sectores de personas que, sometidas a un proceso de sensibilizaci¨®n acelerado. imprimen un ritmo a sus manifestaciones. reclamaciones y exigencias para las que no existe dispositivo log¨ªstico ea, paz de dar respuesta adecuada.
Es preciso salir del car¨¢cter reivindicativo de los movimientos de peque?os colectivos para pasar a un tipo de desarrollo de las comunidades eminentemente formativo. S¨®lo mediante la cultura entendida como conocimiento y dominio del medio, el sujeto es capaz de valorar, cr¨ªticar, pedir y buscar sus verdaderos intereses. Pero la cultura entendiola desde arriba no crea conciencia ni crea participaci¨®n es mera aprehensi¨®n de datos. por eso ha de surgir de la comunidad. de la interrelaci¨®n.
Y para ello es preciso una infraestructura que posibilite la comunicaci¨®n y el encuentro, es preciso un equipo que coordine y potencie medios y t¨¦cnicas como funci¨®n de la Administraci¨®n en respuesta a la demanda social.
La Direcci¨®n General de Desarrollo Comunitario pretende ser un cauce para esa demanda social en m¨²ltiples aspectos, que no siempre se van a manifestar por elementos materiales o signos externos como los que ven¨ªan siendo acostumbrados. Y ello. porque constituye firme prop¨®sito de su pol¨ªtica, una adecuaci¨®n realista y pragm¨¢tica de sus posibilidades de actuaci¨®n a las prioridades sociales. Y porque los elementos que hoy por hoy, inspiran sus decisi¨®n es vienen marcadas por las carencias cr¨®nicas de una comunidad que es, frecuentemente insolidaria. Veamos en qu¨¦ campos.
a) Aunque no pueden negarse las diferencias biol¨®gicas entre los sexos que imprimen caracter¨ªsticas diferenciales a sus miembros, est¨¢ demostrado que son los factores culturales. la costumbre y la tradici¨®n las que han venido acentuando estas diferencias y que el papel que se ha asignado a la mujer durante siglos obedece a criterios pol¨ªtico-culturales.
Una nueva consideraci¨®n de la condici¨®n femenina se impone como l¨ªnea de actuaci¨®n en una triple dimensi¨®n: para informar sobre la situaci¨®n real de la mujer, para formar una conciencia cr¨ªtica de la sociedad y de la propia mujer espa?ola, tendente a propiciar una integraci¨®n participativa, y para difundir una mejor imagen de la mujer actual.
Las t¨ªmidas modificaciones legislativas que durante el ¨²ltimo a?o se han producido son un primer paso antes de que la nueva Constituci¨®n fije como principio constitucional el de equiparaci¨®n de ambos sexos. Una vez que el ordenamiento jur¨ªdico poI¨ªtico se haya modificado a la luz de la referencia constitucional no quedar¨¢ otro ¨¢mbito de actuaci¨®n que el que se deriva de Fomentar un sustrato de opiniones y actitudes sociales. favorables a esta nueva situaci¨®n Igualitaria, y capaces de influir sobre los comportamientos de toda la sociedad.
En este sentido, lo verdaderamente apasionante de nuestra (poca es seguir la evoluci¨®n de un nuevo modelo de mujeres que deje de ser el negativo del hombre. Ya que como dijo Jean Mauduit hace algunos a?os: ?No existe un modelo femenino dominante y ¨²nico, s¨®lo un consensus amplio por una liberalizaci¨®n que permitir¨ªa el desarrollo no de una mujer sino de 100.000. ?
b) De la misma forma, el papel de la familia en nuestra sociedad exige la revaluaci¨®n de multitud de criterios, cuya postulaci¨®n politizada en el pasado ha promovido su menosprecio. La familia exige una reconsideraci¨®n pol¨ªtica Integral que fomente su papel angular en la sociedad. Y todo bajo premisas de participaci¨®n y talante democr¨¢tico, bajo supuestos que deben apoyarse en la integraci¨®n voluntaria del individuo en una c¨¦lula coherente con sus demandas de realizaci¨®n material. cultura? y comunitaria.
La valoraci¨®n de la familia bajo criterios culturales explica no pocas actuaciones en los pa¨ªses democr¨¢ticos de Occidente. Es, a la vez, pivote y catapulta para una consideraci¨®n integral de los derechos del individuo y, bajo todo tipo de consideraciones, centro de inter¨¦s para la mayor¨ªa de los departamentos de una Admistraci¨®n p¨²blica moderna.
c) En cuanto al bienestar, campo de preocupaciones del Ministerio de Cultura en un sentido b¨¢sicamente ajeno a lo material, asistimos a una situaci¨®n indefinida en la que los mayores esfuerzos se orientan a la reconsideraci¨®n de planteamientos anteriores. Una vez que sea operativa la existencia, como organismo aut¨®nomo, del Instituto Nacional de Bienestar, podr¨¢n abordarse con mayor ambici¨®n las cuestiones que pueden ser objeto de una actuaci¨®n p¨²blica. m¨¢s coherente con los nuevos tiempos que vivimos. Y todo ello bajo una ¨®ptica que no suponga la mera evaluaci¨®n de recursos materia es que como va se ha dicho, no constituyen hoy elementos de referencia para juzgar los niveles de bienestar colectivo.
Sin embargo, el bienestar se canal iza en una serie de servicios. La instrumentalizaci¨®n de estos servicios a trav¨¦s de los centros sociales permitir¨¢ una apoyatura, en medios f¨ªsicos y humanos, que posibilite un desarrollo comunitario cont¨ªnuo y pluralista, las diferentes opciones de cultura sin exclusiones.
Urge pues dar una infraestructura a las comunidades para que su participaci¨®n sea real y no una mera fraseolog¨ªa. Esta infraestructura ha de apoyarse en cuatro elementos:
1. Que sea un centro de reuni¨®n, abierto a todos los grupos sin exclusi¨®n. y a todos los individuos, dotando a la comunidad un n¨²cleo de identidad y relaci¨®n.
2. Que potencie la cultura y la capacidad de an¨¢lisis de la comunidad, y donde los individuos puedan desarrollarse.
3. Que sea plataforma para que la comunidad pueda organizar sus servicios m¨¢s necesarios.
4. Que relacione a los individuos con su entorno social. les dote de medios de investigar su propia comunidad y que sea catalizador de las inquietudes, problemas y necesidades del n¨²cleo de poblaci¨®n.
En definitiva, la tarea del Ministerio de Cultura a trav¨¦s de la Direcci¨®n General de Desarrollo Comunitario es fomentar, impulsar y facilitar la acci¨®n comunitaria de grupos intermedios y de comunidades locales, en las que los mismos grupos -familia, mujeres. marginados, pueblos, barrios- sean los protagonistas de su propio desarrollo y creaci¨®n cultural.
Lo importante -y lo radicalmente nuevo- de esta pol¨ªtica global de desarrollo comunitario es partir de la base de la participaci¨®n activa de la comunidad en la gesti¨®n de la acci¨®n comunitaria contribuyendo con ello a la educaci¨®n democr¨¢tica en los grupos y comunidades intermedidas. Educaci¨®n democr¨¢tica concebida, no como ideolog¨ªa partidista, sino como fomento de los valores de libertad, igualdad y responsabilidad, valores que tienen el consenso mayoritario del pueblo espa?ol.
En cualquier caso, la tarea que implica el concepto de desarrollo comunitario es una tarea a largo plazo. Una actividad que no puede medirse por plazos de tiempo r¨ªgidos sino por el efecto que produce sobre generaciones de individuos, que cada d¨ªa se solapan con mayor amplitud en el espectro de poblaci¨®n. Una tarea a la que nos hemos dedicado con generosidad y con fianza, porque es preciso creer que el germen de la nueva sociedad, plural y participativa, que todos deseamos est¨¢ naciendo entre nosotros.
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