A Lord Kilmarnock, en Ronda, desde el Pa¨ªs Valeciano y sobre el Mercado Com¨²n
Conocida es la afici¨®n de los ingleses, incluidos los lores, a mantener correspondencia p¨²blica con los directores de sus peri¨®dicos. No es extra?o, por tanto, que lord Kilmarnock, mientras descansa en Ronda, y no en la Costa del Sol, hasta la que quiz¨¢ baje alg¨²n d¨ªa, pero para volver a subir enseguida a la sierra, escriba al director de EL PAIS, peri¨®dico que, por lo visto, ha escogido entre los que le llegan para informarse de lo que pasa entre nosotros.El mencionado lord ley¨® el editorial de EL PAIS del d¨ªa 29 de julio pasado titulado Un a?o frente a Europa y le preocup¨® un poco su tono. ?Por qu¨¦? Tiene sus razones, que me parecen destacables, independientemente de que tenga raz¨®n o no. Entre tener la raz¨®n y tener razones hay diferencias considerables y no s¨®lo de matiz. Me parece que vale la pena comentarlas, sobre todo aqu¨ª, en el Pa¨ªs Valenciano, donde vamos a remolque de intereses no tan generales como parecen, aunque bien distintos de los nuestros.
En primer lugar, lord Kilmarnock asegura que su Gobierno apoya nuestro ingreso ?sin querer relacionarlo con otras cuestiones, como las de Gibraltar y la OTAN?. Que Inglaterra apoya nuestro ingreso en cualquier caso me parece evidente porque me parece l¨®gico. Lo he dicho en alg¨²n otro comentario. No s¨®lo no hay intereses encontrados entre Inglaterra y Espa?a en el ¨¢mbito de la CEE, que ser¨¢ competitivo aunque se generalice y supranacionalice una Europa pol¨ªticamente ¨ªntegrada, sino tambi¨¦n porque se trata de un pa¨ªs cuyo abastecimiento, desde el punto de vista de la alimentaci¨®n -y de otros muchos- depende de la importaci¨®n. En Inglaterra est¨¢n nuestros primeros, m¨¢s antiguos y, en general, todav¨ªa m¨¢s s¨®lidos mercados para, por ejemplo, la exportaci¨®n agr¨ªcola. Ahora bien, que Inglaterra no vincule el apoyo de la candidatura espa?ola ante la CEE a su ingreso en la OTAN no quiere decir que no lo hagan otros pa¨ªses como, por ejemplo, la Rep¨²blica Federal de Alemania, que lo ha explicitado, s¨ª no por boca de sus ministros, s¨ª por boca de dirigentes de la socialdemocracia, que es el partido gobernante. Y si gobernara el otro, la CDS, esta presi¨®n no disminuir¨ªa, sino todo lo contrario. Por lo dem¨¢s ?qu¨¦ duda cabe de que, puestos ante el disparadero, los negociadores espa?oles jugar¨ªan la carta gibraltare?a como con trapartida del ingreso en la OTAN? Quiero decir con esto que la cortes¨ªa del lord veraneante en Ronda es muy grata, pero no puede ir m¨¢s all¨¢ de su valor como gesto. La OTAN est¨¢, impl¨ªcitamente, vinculada a la CEE. En el fondo, se trata de un mismo proyecto. Y en ese proyecto Gibraltar es moneda de cambio. Guste o no, y a m¨ª no me gusta nada esa CEE, las cosas son as¨ª.
Por seguir el mismo orden que el lord en sus observaciones, dir¨¦ que, en efecto, el ?proceso constitucional espa?ol est¨¢ a¨²n por terminar?, pero, como que es un proceso no consuetudinario, como el ingl¨¦s, sino ?consensual?, con perd¨®n sea dicho, lo que resulta muy diferente, puede estar seguro de que el tal proceso terminar¨¢ felizmente. Felizmente, claro, para los ?consensuales? y no tanto para los que preferir¨ªamos un sistema como el consuetudinario ingl¨¦s. Es entonces cuando el Gobierno constitucional espa?ol -que probablemente seguir¨¢ siendo de mayor¨ªa UCD, salvo que llegue al acuerdo de compartirlo con el PSOE- no perder¨¢ la ocasi¨®n de ocupar esca?os en el Parlamento europeo, aunque fuera a cambio de nada en lo que a relaciones econ¨®micas se refiere. Porque el espaldarazo europeo vendr¨ªa a sustituir la frustraci¨®n que en este orden de cosas viene arrastrando el franquismo. Y hay bastante franquismo en UCD como todo el mundo sabe. Lo hay incluso en el propio Gobierno. Por lo dem¨¢s, mejor es estar ya, cuando se llegue, en el Parlamento europeo que no estar en parte alguna del conjunto de instituciones de la CEE. Pero -y voy a saltar ahora el orden en el que el lord plantea las cuestiones- ?no ser¨ªa l¨®gico que, por lo menos, Espa?a obtuviera de estas vinculaciones mejores posiciones sobre ?los tratados con los pa¨ªses del Magreb, etc¨¦tera?, incluyendo en el etc¨¦tera a Israel, naturalmente, ya que puede dejar de ser un pa¨ªs ?tercero? por su posici¨®n geogr¨¢fica europea y por su democracia, que, ?consensual? y todo, es mucho mayor que la de Marruecos, por ejempIo? Es decir, que la CEE podr¨ªa y deber¨ªa, a fin de que no sea imposible vivir de la agricultura y se pueda, consiguientemente, mantener en ella, con rentas no distantes de las industriales, alrededor del 20% de su poblaci¨®n agr¨ªcola como sugiere lord Kilmarnock, llegar a acuerdos en aquello en que son ya posibles, que normalicen la posici¨®n de Espa?a respecto de la de los pa¨ªses del Mogreb, mejorados en el tratamiento comunitario. Parece hasta cierto punto viable que, por ejemplo, se libere a Espa?a de las cl¨¢usulas de salvaguardia y se reduzcan a cero las aduanas en frutos como los c¨ªtricos, cuya producci¨®n comunitaria es deficitaria a ojos vista. No es igualmente posible, al menos en una primera fase de las relaciones, hacer lo mismo con las lechugas trocadero, pongamos por caso, o con cierta temporada en que los albaricoques procedentes de Espa?a coincidan con los franceses, por poner otro caso. Lo que no tiene sentido es que un pa¨ªs que va a pertenecer a la CEE como miembro de pleno derecho cuando la CEE quiera, puesto que ese pa¨ªs quiere, reciba peor trato que pa¨ªses como los del Magreb, que nunca podr¨¢n ser miembros de la CEE por muchas obligaciones pol¨ªticas que la CEE tenga con ellos. Lo cual, por parte espa?ola, tendr¨ªa que sugerir la idea de negociar un conjunto de acuerdos parciales -agr¨ªcolas, industriales, de servicios, etc¨¦tera- que puedan entrar enseguida en funciones y otro conjunto que entren en negociaci¨®n permanente. Sobre la base de evitar las coincidencias temporales, se podr¨ªan aprovechar las producciones deficitarias de la CEE para integrarse en ellas con las nuestras excedentarias, tanto agr¨ªcolas como industriales. Esto es m¨¢s l¨®gico, natural y urgente con situaciones de hecho, como la de los emigrantes y sus derechos.
Ciertamente, los problemas laborales ser¨¢n m¨¢s dif¨ªciles cada d¨ªa, porque no es probable que se regrese al sistema del crecimiento constante del producto nacional, pero si eso es as¨ª, como opino con ¨¦l, ?no cree el lord qu¨¦ lo que pasa es que la econom¨ªa de mercado necesitada del crecimiento constante para generar puestos de trabajo, cuando cesa el crecimiento entra en crisis, puesto que no responde a est¨ªmulos diferentes de los Competitivos? Calidad de la vida, menos horas de trabajo para m¨¢s trabajadores, aminoraci¨®n de las diferencias en la clasificaci¨®n profesional y en sus retribuciones, participaci¨®n desde la base en las decisiones colectivas de todo tipo, etc¨¦tera. Un sistema que hay que ir inventando, puesto que no existe praxis referencial, sin descartar de ¨¦l relaciones internacionales diferentes, no tensas ni hegem¨®nicas, que desarrollen la cooperaci¨®n con el Tercer Mundo, etc¨¦tera. Y, sobre todo, con unas relaciones de trabajo en el polo opuesto de las de la agotada econom¨ªa del crecimiento por el consumo.
Pero ¨¦stas son elucubraciones sobre las que resultar¨ªa interesante discutir con lord Kilmamock, vaso de whisky en mano, bien en Ronda, bien en su club de Londres, o en el bar de la C¨¢mara de los Lores, si es que es a ella a la que pertenece un hombre que durante sus vacaciones no olvida la pol¨ªtica inglesa, la europea, la de las relaciones entre Inglaterra y Espa?a, y que mantiene un cierto entusiasmo, todo el que cabe en la moderaci¨®n brit¨¢nica, por algo con lo que tambi¨¦n estoy de acuerdo: ?Una Europa dedicada a consolidar la democracia y satisfacer las aspiraciones regionales en un clima econ¨®mico cada vez menos favorable.? Sobre todo si, adem¨¢s, puestos a so?ar en el futuro, se trata de una Europa ?de los pueblos? que quiera convertirse en la opci¨®n neutral del mundo con la que romper los acuerdos hegem¨®nicos de que somos v¨ªctimas quienes vivimos bajo la, OTAN o bajo el Pacto de Varsovia.
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