El PNV y la Constituci¨®n
LAS NEGOCIACIONES entre el PNV y el partido del Gobierno para modificar, en un sentido favorable a las reivindicaciones del nacionalismo vasco, los art¨ªculos de la Constituci¨®n que conciernen a los reg¨ªmenes de autonom¨ªa se han saldado con un fracaso. Despu¨¦s del paso del anteproyecto por el Congreso y por la Comisi¨®n Constitucional del Senado, s¨®lo queda ya como una oportunidad, remota, la esperanza de que el Pleno de la C¨¢mara alta sirva de escenario para un entendimiento entre las dos encontradas posturas. Sin embargo las declaraciones de los portavoces del PNV, despu¨¦s de las sesiones de la Comisi¨®n senatorial de los ¨²ltimos d¨ªas, invitan al pesimismo. Salvo imponderables de ¨²ltima hora, el texto de la Constituci¨®n no recoger¨¢ las exigencias de los nacionalistas vascos, que se abstendr¨¢n en el refer¨¦ndum constitucional o recomendar¨¢n un voto negativo.Las consecuencias van a ser malas para todos menos para la izquierda abertzale, que recibir¨¢, casi como un la escisi¨®n de las fuerzas parlamentarlas y hoy en el Pa¨ªs Vasco. En cualquier caso, las perspectivas para la desaparici¨®n del tenso clima, casi preb¨¦lico que est¨¢ produciendo en Euskadi, entre otros negativos efectos, la emigraci¨®n empresarial, la huelga de inversiones y la descapitalizaci¨®n se debilitar¨ªan de forma acusada con el abandono PNV del arco constitucional.
Seguramente, el proyecto de los herederos de Sabino Arana descansa sobre la idea de la plena compatibilidad entre la v¨ªa democr¨¢tica y pac¨ªfica, que los distinguir¨ªan de los grup¨²sculos revolucionarios y de los activistas de ETA. y su vasquismo intrar¨ªsigente. que marcaria sus distancias respecto a los partidos con implantaci¨®n electoral, tanto en Euskadi como en el resto del territorio espa?ol. No faltar¨¢n, incluso, entusiastas en sus filas que apuesten a favor de esa lucha en dos frentes como procedimiento para ensanchar su influencia electoral y su espacio pol¨ªtico en Euskadi.
Resulta dif¨ªcil, sin embargo, creer en la viabilidad de esa estrategia. El rechazo de la Constituci¨®n puede desequilibrar la balanza que mantiene en relativo equilibrio, dentro del PNV, la racionalidad pol¨ªtica, que no autoriza m¨¢s salida que la autonom¨ªa, y el irracionalismo emocional, que acaricia todav¨ªa los ensue?os Independentistas del viejo bizcaitarrismo. Por lo dem¨¢s, el viejo Partido Nacionalista Vasco se halla en inferioridad de condiciones para pujar con la izquierda abertzale en la subasta de las reivindicaciones de autogobierno. Ser¨ªa el primer caso en que la rivalidad entre un partido interclasista, respetuoso del pluralismo y defensor de la empresa privada, y grupos ultra nacionalistas, t¨ªpicas expresiones ideol¨®gicas del radicalismo peque?oburgu¨¦s, no produjera un socavamiento de las bases militares y electorales de los moderados y un fortalecimiento a su costa de los exaltados. As¨ª, pues, el PNV puede quedar inerme tanto frente al incremento dentro de sus filas del independentismo radical, como ante la competencia demag¨®gica de los grupos situados a su izquierda, que se apresurar¨¢n, en un primer momento, a dar la bienvenida al hijo pr¨®digo por su regreso al redil de los principios y de la intransigencia, pero que, luego, lo combatir¨¢n por moderado.
Pero ser¨ªa un evidente error creer que el destino del Pa¨ªs Vasco incumbe exclusivamente al PNV y a la izquierda abertzale. La autocomplacencia en la pureza de las estirpes o el intento de transformar a las patrias en abstracciones a costa de los hombres no elimina hechos tan obvios y tan tercos como los votos ciudadanos que arrojan los resultados electorales. Aunque el PNV insista, una y otra vez. en hablar en nombre de todo el Pa¨ªs Vasco y se autodesigne int¨¦rprete exclusivo de su historia, es imposible olvidar que en las elecciones de junio de 1977 obtuvo menos del 30% de los votos en Guip¨²zcoa, Vizcaya y Alava y que los socialistas les aventajaron en los resultados globales de esas tres provincias y Navarra. Los sucesores de Sabino Arana tienen s¨®lo el apoyo de una parte de los vascos, que ni siquiera es mayoritaria dentro de su territorio. Su manera de interpretar y defender la historia desu pa¨ªses muy respetable: pero nocs ni la ¨²nica ni la predominante.
Esta condici¨®n minoritaria, aunque influyente, del nacionalismo vasco refuerza todav¨ªa m¨¢s la opini¨®n de que sus posiciones de partido para la discusi¨®n del texto constitucional eran desmedidas. La decisi¨®n de condicionar su voto favorable a un regreso a las instituciones anteriores a la primera guerra carlista resulta ahist¨®rica, No s¨®lo por las transformaciones sociales sufridas a lo largo de casi siglo y med¨ªo por una colectividad primitivamente agraria y sometida luego al impacto de la revoluci¨®n industrial. Tambi¨¦n porque los procesos migratorios de las ¨²ltimas d¨¦cadas hacen que casi la mitad de la poblaci¨®n vasca actual descienda, en primera o segunda generaci¨®n de castellanos, extreme?os o andaluces.
La exigencia de un restablecimiento inmediato de los antiguos conciertos econ¨®micos, tal y como funcionaban antes de la guerra civil, merece, en cambio, otro tipo de cr¨ªtica. Pocos son los que ponen en duda la necesidad de una descentralizact ¨®n fiscal para que los reg¨ªmenes auton¨®micos funcionen. Pero la sospecha de que la pelici¨®n del PNV, por los t¨¦rminos en que se halla formulada y por la irriperiosidad de su planteamiento, apunta, sobre todo, al privilegio, en detrimento del resto de los contribuyentes espa?oles, y lleva la cuesti¨®n a un terreno s¨®lo indirectamente relacionado con la necesidad de hacer viables las instituciones de autogob¨ªerno. Ser¨ªa una triste conclusi¨®n que la sangre derramada en el Pa¨ªs Vasco se convirtiera en un valor de cambio y que el principal obst¨¢culo para llevar la paz a Euskadi fuera el dinero. En cualquiercaso. la pretensi¨®n de transferir recursos reales desde, las zonas subdesarrolladas hasta las m¨¢s ricas mediante pilivilegios Fiscales poco tiene que ver, en teor¨ªa, con una causa tan noble y tan respetable como el derecho de las comunidades hist¨®ricas a la autonom¨ªa.
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