El Atl¨¦tico, sigue sin esquema de juego
El Atl¨¦tico de Madrid sigue sin encontrar un esquema v¨¢lido de juego. Venci¨® a un Espa?ol, que ven¨ªa como l¨ªder (y no demostr¨® grandes cosas) pero tampoco convenci¨®. Marc¨® su ¨²nico gol muy pronto, gracias a una habilidad de Leal y Rub¨¦n Cano, y despu¨¦s no supo ordenar su juego. S¨®lo Marcial intent¨® buscar ese orden, pero la nulidad de Guzm¨¢n, que cada d¨ªa justifica m¨¢s lo inexplicable de su fichaje, fue un lastre demasiado grande. El Atl¨¦tico domin¨® siempre, en un partido malo de solemnidad, pero ¨²nicamente cont¨® con aisladas ocasiones de gol y con el buen hacer del citado Marcial y de Marcelino, cuya entrega le permiti¨® formar otra vez con ¨¦l la mejor ala del ataque. Al final el Espa?ol pudo incluso empatar, algo que tampoco mereci¨®.Quiz¨¢ porque el equipo de casa marc¨® a los siete minutos y tambi¨¦n porque el n¨²mero de fallos y el desorden fueron menores que ante el H¨¦rcules, la cuesti¨®n es que no hubo tantas protestas de la afici¨®n rojiblanca en la tarde-noche del domingo. Pero debi¨® haberlas, porque su equipo sigue sin existir como tal. Lamentablemente, lo mejor que lleg¨® a tener el Atl¨¦tico hace dos a?os, el vital centro del campo, se reduce ahora a un hombre, Marcial, y a un ayudante que va con su clase por libre, como siempre, llamado Leal. Guzm¨¢n no es nadie, mal que les pese a quienes le ficharon como gran soluci¨®n, y por el mQmento ni siquiera su lucha sirve para riada. El f¨²tbol requiere pulmones, pero tambi¨¦n inteligencia, mucho antes que aqu¨¦llos, y por eso muere actualmente el Atl¨¦tico. Sin engarzarjuego en el centro del campo se reduce a lanzar balones largos a sus hombres-punta, que a la hora de la verdad s¨®lo es Rub¨¦n Cano, Ayala vuelve a no saber de qu¨¦ juega, como en sus peores tiempos, cuando parec¨ªa haberse encontrado como marcador de lujo. Y Leivinha, en su desastrosa l¨ªnea, igualmente, destapa ¨¦l tarro de sus esencias s¨®lo en tres o cuatro ocasiones en cada partido.
El panorama, indudablemente, no es alentador. En casa gana ya con apuros y fuera el ejemplo del 4-1 de Gij¨®n es corrio para echarse a temblar. Apuros en caIsa, porque el Espa?ol, con una prudencia- defensiva exagerada t¨ªpico cerrojo dosnostiarra, al entrenarle el ex realista Irulegui-, se bast¨® en defensa para frenar a un ingenuo rival. El Atl¨¦tico jug¨® a¨²n m¨¢s desordenado cuando sali¨® Rubio por Guzm¨¢n, pues Ayala baj¨® al centro del campo sin solucionar nada y el peque?o extremo contin¨²a su racha de no ?terminar? sus buenas cualidades s¨®lo apuntadas. El equipo blanquiazul -anteayer sin sus franjas habituales, por aquello de las confusiones televisivas- pudo empatar a los cinco minutos de la segunda parte, en un bonito cabezazo de Mara?¨®n, que par¨® espl¨¦ndidamente Reina hacia su derecha. Realmente s¨®lo tuvo esa ocasi¨®n de peligro, y hubiese bastado para darle al cuadro rojiblanco ese disgusto que se est¨¢ buscando con su dubitativo juego. Despu¨¦s Pereira evit¨® con un agarr¨®n oportuno la colad¨¢ irremediable de Mara?¨®n. La hin.chada atl¨¦tica aguant¨® en silencio los sustos, pero no protest¨®. Ni tampoco cuando el propio Mara?¨®n se ali¨® de rojiblanco al estar en fuera de juego cuando Ozorio oblig¨® a Reina a hacer otra gran parada.
Precisamente el paraguayo Ozorio fue el que peor estuvo en el nutrido centro del campo espa?olista, pues debi¨® encargarse de Marcial. Por contra, Longh¨ª, ante el desacertado Guzm¨¢n, fue casi una figura, mientras Jos¨¦ Manuel mantuvo a Leal. En punta s¨®lo qued¨® D¨ªez en muchos momentos, del que se encarg¨® bien Julio Alberto, con la ayuda sienipre de Pere¨ªra, suficiente para sujetar el h¨¢bil regate a la. carrera del que pudo ser y no lo fue al final, jugador atl¨¦tico. Flores y Mara?¨®n se retrasaron demasiado, por lo que Arteche y Marcelino se fueron muchas veces al ataque. El central, s¨®lo con fuerza, lleg¨® a estrellar un bal¨®n en el poste, aunque el ¨¢rbitro, en otra de sus decisiones tard¨ªas, se?al¨® despu¨¦s una falta inexistente a favor del Atl¨¦tico al borde del ¨¢rea. Pero no aprovech¨® su situaci¨®n adelantada. En cuanto a Marcelino, que empez¨® con su entrega habitual, se acab¨® diluyendo en el marem¨¢gnum de su equipo y tras una entrada de Flores con los pies por delante, que le lastim¨® una pierna y rnereci¨® la tarjeta amarilla.
El Atl¨¦tico, como ya casi le es habitual, jug¨® sin extremos, pese a tenerlos te¨®ricamente (?). Por ello el hombre libre, Canito, jugador de gran calidad, se sobr¨® para contenel los peligros en el centro. Verdugo, que empez¨® muy mal con Rub¨¦n Cano, incluido su despiste en el gol, se fue centrando y tuvo ya s¨®lo dos sustos tras el descanso, y tanto Molinos como Lanchas no tuvieron demasiados problemas para sujetar a los ya d¨¦ por s¨ª bastante sujetos solos, Leivinha y Ayala., El gran fallo espa?olista, quiz¨¢ porque tampoco se le puede pedir m¨¢s -aunque viniese como l¨ªder- fue no tener m¨¢s velocidad al contraataque. Pero es que en el f¨²tbol tampoco se inventa nada, y si se viene a defender no se puede atacar tan f¨¢cilmente. De cualquier forma, lo peor fue para el Atl¨¦tico, que domin¨® en casi todo el partido, pero no supo qu¨¦ dominaba. Sigue sin saberlo.
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