Cita de famosos
El amigo americano, presentado en Cannes el a?o pasado, es cine para amantes del cine y tambi¨¦n para aquellos que gustan de sus claves y nombres m¨¢s all¨¢ de la pura aventura o de la simple an¨¦cdota.No en balde se dan cita en ¨¦l Dennis Hopper, realizador del famoso Easy Rider; Samuel Fuller y Nicolas Ray, a la sombra de una intriga creada por Patricia Highsmith, a cuya inspiraci¨®n deben algunos de sus mejores filmes nada menos que Hitchcock, Ren¨¦ Clement y Autant Lara, entre otros. Sin embargo, en esta ocasi¨®n no se trata de una historia de suspense al modo tradicional; su inter¨¦s reside, sobre todo, en su estructura dram¨¢tica, capaz de despertar el inter¨¦s del p¨²blico en una especie de laberinto misterioso.
El amigo americano
Direcci¨®n: Wim Wenders. Gui¨®n: Wim Wenders, basado en una novela de Patricia Highsmith. Fotograf¨ªa: Robby Mueller. M¨²sica: Juergen Kneiper. Int¨¦rpretes: Bruno Ganz, Dennis Hopper, Lisa Kreuzer, Gerard Blain, Nicholas Ray, Samuel Fuller. Alemania Occidental. Aventura. 1977. Local de estreno: Alphaville I.
La historia viene a ser una investigaci¨®n, una b¨²squeda de los valores y servidumbres del hombre en el mundo actual mediatizado por el crimen o la corrupci¨®n, camino de la muerte. En este mundo, olvidado, abandonado a su suerte, a sus propios valores, es decir, a sus propios egoismos, Wenders trata de analizar su soledad, la soledad del individuo, en un estilo seco y duro, donde la evocaci¨®n del pasado en tiempos y lugares diversos y lejanos se consigue, entre el drama y la iron¨ªa, al amparo de un s¨®lido lenguaje.
Wim Wenders, con una ya amplia filmograf¨ªa a sus espaldas, se reafirma en esta ocasi¨®n como uno de los m¨¢s firmes valores del joven cine alem¨¢n. Sin caer en los acostumbrados juegos intelectuales de sus compa?eros de promoci¨®n, a medias entre el cine de an¨¢lisis europeo y el de acci¨®n americano, su forma de hacernos entrar en la trama, sus personajes eficazmente presentados, evidencia un estilo en extremo depurado, mucho m¨¢s eficaz que en intentos anteriores. Tal aparece en esta historia de Tom Ripley, americano que viene y va de una orilla a la otra del Atl¨¢ntico dedicado a la venta de cuadros falsos, y que, intentando borrar sus propias huellas, finge un arreglo de cuentas a trav¨¦s de un pobre enfermo desahuciado.
Ambiente y acci¨®n se conjugan, pues, no en sentido lineal, sino fronteros, encontrados, entre el miedo a la muerte y la esperanza, en un juego que da t¨ªtulo a la novela. En este mosaico, donde tan diversos valores se combinan, sin reglas morales, al amparo de un humanismo seco y fr¨ªo, el valor principal del filme viene a ser el mismo de su protagonista: su perfil, a la vez elemental y refinado, intelectual y cauto, inquieto y distante, capaz de ganarnos a pesar de su apariencia formal tan lejos de las intrigas al uso como de los h¨¦roes en estos casos habituales.
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