Afirmaci¨®n de Dios como realidad existencial
Gilson naci¨® en Par¨ªs el 13 de junio de 1884. Fue profesor de filos6f¨ªa de las universidades de Strasburgo, de la Sorbona, de Harvard y ¨²ltimamente dirig¨ªa el Instituto de Estudios Medievales de Toronto. Entre sus obras m¨¢s importantes debemos se?alar: Introducci¨®n al sistema de Santo Tom¨¢s, monumental catedral g¨®tica que se yergue en oposici¨®n a la tesis de Hegel de que Dios ha muerto y reafirmaci¨®n del Dios vivo, porque es una realidad existencial, necesaria y tan evidente como esos p¨¦treos cielos velazque?os.Fe racional que se demuestra a s¨ª misma, innecesaria, absurda justificaci¨®n, pero indemostrable: la creencia ¨ªntima. M¨¢s tarde, escribe el Realismo met¨®dico. Tanto Maritain como Gilson profesan un odio ancestral contra Descartes, actitud que se comprende, pues el hombre, en la filosof¨ªa de Descartes, deja de ser criatura, se hace creador y se emancipa en la omnipotencia divina. En esa obra la emprende contra el subjetivismo cartesiano y contra todas las filosof¨ªas de la conciencia moderna. Para que el pensamiento conozca verdaderamente tiene que partir de las cosas m¨¢s sencillas. Si no hubiese cosas no habr¨ªa conocimiento. Es por esta labor artesana y humilde del pensamiento que llegamos a conocer el mundo. Tal es el sano e ingenuo realismo escol¨¢stico que Gilson nos propone para corregir los vicios del subjetivismo moderno. Pero la psicolog¨ªa experimental moderna nos ha demostrado que los sentidos son inventores, f¨¢usticos, creadores y que nuestra sensibilidad es una industria trascendental.
En sus obras Introducci¨®n a las artes y Pintura y realidad se revela como un penetrante analista del arte moderno. El arte es creaci¨®n, el artista no es el simple artesano que acaricia las cosas que ve, sino el que las hace y contin¨²a la obra creadora. Gilson es un ardiente defensor de la pintura abstracta. ?La paradoja de la pintura moderna es invitar a la sensibilidad a percibir directamente lo inteligible.? Como Maritain en su ?conocimiento de la poes¨ªa?, que descubre en el lirismo esencial de la poes¨ªa moderna atisbos de la teolog¨ªa m¨ªstica. As¨ª tambi¨¦n Gilson, en su apolog¨ªa de la pintura abstracta, que es una geometr¨ªa del espacio o una m¨²sica interior del esp¨ªritu, propugna, en realidad, el retorno al bizantinismo medieval. Este tradicionalismo furibundo de ambos tomistas se refleja en dos obras: El campesino de la Garona, de Maritain, en el que se revuelve contra todas las revoluciones espirituales de nuestro tiempo, y Filosof¨ªa y cristianismo, de Gilson, que acaba con un acto de fidelidad a Cristo Rey.
Escribi¨® bajo una m¨¢scara erudita una de las m¨¢s hermosas y profundas novelas de amor de la literatura francesa, Elo¨ªsa y Abelardo. Fraile mendicante de la tomista unidad del ser y de todas las criaturas, cuenta en esta historia c¨®mo se opera la uni¨®n carnal y m¨ªstica de estas dos significativas personalidades del humanismo medieval. Son amantes del amor ¨²nico que brota del conocimiento cristiano del valor de la persona. En este sentido, Elo¨ªsa es la que realiza el sacrificio supremo, el don de s¨ª misma para la realizaci¨®n de Abelardo como pensador. Ser¨¢ la amante, pero no la esposa del fil¨®sofo. Los seres se unen, pues, por la pasi¨®n, pero para crearse rec¨ªprocamente. Ese grito de amor sin correspondencia, como una quejumbre infinita que Rilke ped¨ªa a las mujeres, lo cumpli¨® totalmente Elo¨ªsa.
Erudito, historiador, esteta, fil¨®sofo, novelista, Gilson escal¨® todos esos grados del saber que exig¨ªa Maritain. Sin embargo, luch¨® en vano por una filosof¨ªa perenne que no ha existido nunca, como tampoco subsisten los sistemas ni la filosof¨ªa misma. La filosof¨ªa es hoy ciencia dial¨¦ctica o anal¨ªtica. La primera investiga la realidad en proceso y la cierra en totalidades, y la segunda descompone los hechos en certidumbres verificadas.
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