B¨¦lgica ser¨¢ pronto un Estado federal
En una extensi¨®n geogr¨¢fica inferior a Catalu?a (30.514 kil¨®metros cuadrados) conviven en B¨¦lgica dos grandes comunidades ¨¦tnicamente distintas: los flamencos (casi seis millones) y los valones (cuatro millones), m¨¢s una minor¨ªa de unas 70.000 personas de habla alemana.En 1830 una revoluci¨®n popular, captada posteriormente por la burgues¨ªa, logr¨® expulsar a los holandeses, ¨²ltimos ?colonizadores? de esta zona europea que ha visto pasar a lo largo de los siglos a la mayor¨ªa de invasores, inclu¨ªdos los espa?oles (Carlos V, Felipe II), cuya soberan¨ªa en los Pa¨ªses Bajos se juzga hist¨®ricamente aqu¨ª con mucha severidad, por su represi¨®n religiosa y pol¨ªtica contra los pueblos de estas latitudes..
El 21 de julio de 1831, de acuerdo con las grandes potencias europeas de la ¨¦poca (Inglaterra, Alemania y Francia), el congreso belga, surgido de la revoluci¨®n, ofreci¨® la corona al pr¨ªncipe Leopoldo de Sajonia Coburgo, t¨ªo de la futura reina Victoria de Inglaterra. ?Se cre¨® un Estado artificial?, opinan a¨²n hoy muchos flamencos.
Los conflictos ling¨¹¨ªsticos, con su l¨®gico trasfondo pol¨ªtico y econ¨®mico, se radicalizaron a principios de los a?os sesenta. Las soluciones condujeron a un r¨¦gimen ling¨¹¨ªstico ?auton¨®mico? (la lengua de la regi¨®n es la lengua de la ense?anza) y biling¨¹ismo en toda la Administraci¨®n nacional, centralizada en Bruselas. Una reforma de la Constituci¨®n en 1971 transform¨® un Estado unitario en el actual Estado comunitario, con mayor descentralizaci¨®n a partir de los consejos culturales flamenco y val¨®n.
Hoy, despu¨¦s de varios ?pactos? ling¨¹¨ªsticos entre los presidentes de los cuatro partidos pol¨ªticos que forman la coalici¨®n gubernamental (socialcristianos, socialistas y los dos partidos ling¨¹¨ªsticos de Flandes y la Valonia-Bruselas), se intenta llevar a cabo un paso decisivo hacia el federalismo.
Si una crisis pol¨ªtica grave no lo impide, antes del 9 de enero de 1979 B¨¦lgica contar¨¢, adem¨¢s de los dos consejos culturales, con tres consejos regionales (Flandes, Valonia y Bruselas) dotados de amplios poderes en materia de Administraci¨®n local a todos los niveles. El Gobierno central s¨®lo controlar¨¢ las relaciones exteriores, la defensa y la pol¨ªtica econ¨®mica y monetaria. Un tribunal de arbitraje (compuesto por el Gobierno central y por jueces) deber¨¢ zanjar las diferencias entre el poder central y el poder regional.
Desde la oposici¨®n, en la que figuran los liberales y los comunistas -estos ¨²ltimos con escasa influencia pol¨ªtica, con s¨®lo dos esca?os en un Parlamento de 212-, los liberales atacan el ?compromiso? comunitario de la mayor¨ªa. Sobre todo el rompecabezas de la regi¨®n de Bruselas. ?La regionalizaci¨®n conducir¨¢ a la creaci¨®n de tres peque?as rep¨²blicas sin ¨¢rbitro, donde el papel del rey quedar¨¢ excluido?, declara Frans Grootjans, ministro de Estado y liberal flamenco.
?Si no existiera Bruselas, ser¨ªamos una federaci¨®n desde har¨ªa mucho tiempo?, es uno de los comentarios preferidos de los flamencos, que viven un tanto al margen de lo que pasa en la capital y centran su atenci¨®n e inter¨¦s econ¨®mico en la ciudad portuaria de Amberes. Bruselas es la capital de la discordia para flamencos y valones. Es, parad¨®jicamente, el punto de uni¨®n y de desuni¨®n.
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