Los trabajos eventuales, otra forma de sobrevivir
Sobrevivir en una gran ciudad corno Madrid ofrece ahora nuevas facetas. Quienes tienden a conseguir un modo de vida estable recorren el invariable camino de acabar sus estudios, buscar un trabajo fijo lo mejor pagado posible y formar una familia. Sin embargo, hay otra gente que vive a salto de mata, a base de trabajos eventuales; son en general gente joven, con un respaldo econ¨®mico familiar al que recurren in extremis, y que no dudan en hacer de extra en una pel¨ªcula o pasarse toda una noche pegando carteles publicitarios.Se trata de una forma de vida marginal plagada de ventajas e inconvenientes a la que muchas empresas se han apresurado a sacarle todo el jugo posible: precios bajos, horarios que a veces sobrepasan el tope establecido y carencia de seguridad social. Ninguno de estos trabajos se prolonga m¨¢s de dos meses. Quienes contratan se cuidan mucho de atar unos cabos que, de soltarse, podr¨ªan hacer menos rentables las temporales ocupaciones de los marginados, Academias privadas, colegios, institutos de belleza, inmobiliarias, drugstore o mercados buscan todos los d¨ªas mano de obra barata entre aquellos que no ven ning¨²n tipo de atractivo en una vida organizada y estable, que casi solamente quieren sobrevivir lo m¨¢s agradablemente posible.
?De esto se puede sobrevivir, nunca vivir; porque estos trabajos son temporales y sabes que duran poco; adem¨¢s, para sacar algo tienes que trabajar como un maldito. Ese ritmo lo aguantas unos d¨ªas, pero trabajar a tope m¨¢s de diez horas diarias no hay quien lo aguante.? I?igo Botas, hijo de un comerciante vitoriano, veinticinco a?os, lleg¨® a Madrid hace casi dos a?os, con la carrera de Derecho terminada y con ganas de hacer cine. Durante todo este tiempo ha pasado por los trabajos m¨¢s dispares. Su familia, alta burgues¨ªa de Vitoria, le supone una cierta seguridad. ?Quiero gorronear lo menos posible, pero es cierto que en los casos de apuro tengo a quien recurrir.?
Y si la familia no responde en las situaciones cr¨ªticas, siempre queda la posibilidad de recurrir a la gente amiga, porque existe, de hecho, una fuerte solidaridad entre todos los que han elegido esta forma de vida. ?La carga y descarga de camiones en Legazpi -cuenta I?igo- est¨¢ supercontrolada. Ah¨ª no trabaja cualquiera. Hay una gente que tiene ese trabajo casi como fijo, y los que lo hemos intentado, fuera del c¨ªrculo, no hemos podido.?, Normalmente te enteras por amiguetes que has conocido en otros trabajos. Por el peri¨®dico tampoco sirve. Casi siempre llegas tarde, y si llegas a tiempo es que el curre no tiene mayor inter¨¦s.?
Si a base de estos trabajos se pretende vivir bien una temporada, hacer un viaje o comprar cualquier cosa, las ocupaciones eventuales pueden resultar duras, porque lo que se paga es poco y siempre es a destajo.
?Uno de los m¨¢s divertidos trabajos que he hecho -recuerda I?igo- fue cuanto actu¨¦ de extra en Los ojos vendados, de Carlos Saura. Sales s¨®lo para hacer bulto, pero no importa. Estuve dos d¨ªas y cobr¨¦ 2.000 pesetas.?
Sin embargo, estos trabajos no son siempre tan agradables y, lo que es peor, no siempre se cobran. ?Durante una semana estuve yendo hasta Alcobendas para pegar etiquetas de precios. Hab¨ªa que colocarlas sobre los precios antiguos. Nos hab¨ªan dicho a los cuatro que est¨¢bamos que nos pagar¨ªan 0,25 c¨¦ntimos por etiqueta pegada. Sin parar, y trabajando un promedio diario de ocho horas, te puedes conseguir as¨ª 30.000 pesetas en un mes, pero r¨¢pido nos dimos cuenta de la milonga. All¨ª no ¨ªbamos a cobrar. No me acuerdo del nombre de los que nos llamaron, pero vas sin contrato de ning¨²n tipo y esa gente se te despista de repente. ?A qui¨¦n reclamar? A nadie, la pr¨®xima vez, m¨¢s vista y, a ser posible, a cobrar cada d¨ªa.?
Veteran¨ªa y explotaci¨®n
Los trabajos en contacto directo con la gente de la calle suelen ser los m¨¢s dif¨ªciles de hacer, pero tambi¨¦n los m¨¢s f¨¢ciles de conseguir. ? Es que con los otros, los que llevan mucho tiempo y se conocen el cotarro hacen de intermediarios con los parias eventuales y, claro, as¨ª no interesa.?
En la calle, los trabajos m¨¢s habituales son las famosas encuestas, distribuir propaganda, pegar carteles. ?Con las encuestas la gente no colabora. Seg¨²n de lo que se trat¨¦ as¨ª te pagan y, seg¨²n de lo que se trate, la gente no responde. Es curioso ver c¨®mo la gente tiene todav¨ªa un miedo horroroso a dar su nombre. Lo peor es que la encuesta no compromete en nada; yo las hice para una academia de posgraduados, y es dif¨ªcil conseguir que la gente colabore.?
?Los ¨²ltimos en los que he trabajado, en lo que de momento estoy, es con la propaganda en mano y los carteles. Aqu¨ª tengo la ventaja de que son del Taller de Artes Imaginarias, en el que estoy estudiando. Todo un mes de trabajo me supone unas 15.000 pesetas. Pero el trabajo en la calle es muy duro. Aunque seg¨²n qu¨¦ zonas sean, el panorama cambia cantidad. Por ejemplo, con lo de la propaganda en mano te pones en la estaci¨®n de Atocha o Cuatro Caminos y toda la gente te la coge. No dice nada, pero se va con el papel en la mano. Sin embargo, yo me he puesto a la salida del Metro de Goya y se producen situaciones violent¨ªsimas, porque lo mismo te llega un grupo de ni?atos a interrogarte sobre qu¨¦ es lo que repartes, que te tienen diez minutos con el papel en la mano mientras ellos lo leen y ven de qu¨¦ va para luego dejarte tirado y marcharse sin el papel, con un aire de lo m¨¢s digno.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.