El INI, una an¨¦cdota de Industria
Por medio de una h¨¢bil maniobra, la empresa vasca Babcock Wilcox podr¨ªa ingresar en el Instituto Nacional de Industria, con el impulso y las bendiciones de los m¨¢ximos responsables del Ministerio de Industria, quedando en el olvido del tiempo proyectos m¨¢s atrayentes. Alguna otra sociedad podr¨ªa irle a la zaga, en l¨ªnea con la hospitalizaci¨®n de empresas privadas en el holding p¨²blico -vulgo, socializaci¨®n de p¨¦rdidas-, pr¨¢cticamente ininterrumpida desde los mejores tiempos del antiguo r¨¦gimen.La empresa p¨²blica, su paralizado estatuto, ha sido uno de los puntos exteriorizados por las centrales asistentes a la jornada de reflexi¨®n como de m¨¢s urgente e irrenunciable soluci¨®n, en perfecta coherencia con lo pactado el pasado a?o en la Moncloa. Los otros fueron -como se sabe- la pol¨ªtica de vivienda y la Seguridad Social. Es decir, los m¨¢s ineficaces o dificultosos ministerios del actual Gabinete. Acaso por no abusar, las centrales silenciaron la vergonzante e igualmente silenciada trayectoria del Plan Energ¨¦tico Nacional; tema se?alado, por cierto, como la causa desencadenante de la crisis ministerial de febrero, que aupo precisamente al Gobierno,al audaz dirigente de CEPYME, para con la cual el ahora ministro no ha tenido sino palabras y acciones de apoyo.
A nadie escapa que el INI es el principal instrumento de pol¨ªtica industrial de cualquier Gobierno, al menos potencialmente. En lugar de utilizarlo en esa l¨ªnea, el conglomerado de empresas del holding sigue siendo punto de encuentro de diputados distinguidos, parientes cercanos de pol¨ªticos en alza y, en fin, fruto de los m¨¢s variados compromisos.
Para que el INI entre en la senda que se asegura desear, no hay otro camino que otorgarle autonom¨ªa de funcionamiento, asign¨¢ndole exclusivamente -lo que no es poco- el conjunto de objetivos necesarios para garantizar su coherencia con la pol¨ªtica econ¨®mica e industrial del Gobierno. Lo que no tiene sentido es pretender dirigir el Instituto -primer conglomerado industrial del pa¨ªs- desde los cen¨¢culos pol¨ªticos o desde el mismo Consejo de Ministros, en el simple d¨ªa a d¨ªa. Si se duda de la capacidad de sus directivos, no hay mejor camino que sustituirlos, pero lo que carece de sentido es suplantarlos, convirtiendo sobre todo al Instituto en pante¨®n de pol¨ªticos, familiares, amiguetes y empresas de poca monta, en pr¨¢ctica situaci¨®n de irrecuperables.
Antes que prodigar declaraciones rimbombantes y gastar ingentes sumas del erario p¨²blico en mejorar la imagen, hecho este a la orden del d¨ªa y con claros matices electorer¨®s, lo que este pa¨ªs precisa son pol¨ªticos que ejecuten una aut¨¦ntica estrategia sectorial, dentro de un marco de coherencia econ¨®mica. Admitiendo que, aun as¨ª, pueden equivocarse. Del otro modo, se equivocar¨¢n siempre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.