Vital Alsar: 18.000 kil¨®metros en gale¨®n
Con m¨¢s de un mes de retraso, y en medio de una casi galerna cant¨¢brica, Vital Alsar y sus once compa?eros de expedici¨®n viven los ¨²ltimos d¨ªas de esa traves¨ªa primitiva y arriesgada que est¨¢n llevando a cabo. Si el tiempo lo permite, en unas horas tocar¨¢n puerto en Santander, donde les espera un recibimiento popular y multitudinario. A sus espaldas, una aventura que comenz¨® como el viaje de Francisco de Orellana, que remont¨® el Orinoco a la busca del Pa¨ªs de la Canela, en barcos iguales a los del siglo de oro, a los del propio Orellana. Escribe este reportaje Rosa Mar¨ªa Pereda.
La que empez¨® como Ruta de Orellana est¨¢ a punto de concluir. Vital Alsar, el santanderino aventurero de los mares americanos, ha sufrido esta vez casi tantas contrariedades como el propio Francisco de Orellana y por motivos que s¨®lo ¨¦l aclarar¨¢ a la vuelta. Primero, dificultades con Televisi¨®n Espa?ola, oscuras cuestiones de prestigio y de dinero. Luego -tambi¨¦n celos de la historia, o esas envidias que despiertan los hombres cuando alcanzan notoriedad- dificultades administrativas: meses tuvo parados sus galeones en Belem, mientras discut¨ªan si Orellana hab¨ªa fundado o no la ciudad, y si los barcos de Vital Alsar reun¨ªan condiciones para cruzar el Atl¨¢ntico. La intervenci¨®n del Gobierno mexicano, al parecer desde sus m¨¢s altas instancias, permiti¨® continuar el viaje, que, desvinculado ya de patronazgos anteriores, tomaba el nombre de El hombre y el mar, en esta fase largu¨ªsima y ¨²ltima, que terminar¨¢ el pr¨®ximo fin de semana en Santander. Acaba ahora, pues, una aventura que empez¨® a principios de 1977 y que ha cubierto m¨¢s de 18.000 kil¨®metros, en la que hubo -seg¨²n se ha podido saber por radio- desde mala mar a aut¨¦ntica hambre, desde tormentas de oto?o a calmas chichas, encuentros sorprendentes y todo un mundo de estudios disciplinados que conviven con ese esp¨ªritu l¨²dico sin el que estas aventuras, un poco desmadradas en el contexto tecnicista de nuestra ¨¦poca, no ser¨ªan posibles.Vital Alsar y sus compa?eros salieron de Guayaquil hace casi dos a?os. Siguiendo la ruta del conquistador Francisco de Orellana, remontaron, a pie y a caballo, y posteriormente en galeones que ellos mismos construyeron, el r¨ªo Bebahoyo, primero, las monta?as de Guaranga, Ambato, Latacunga hasta Quito. De Quito, Orellana viaj¨® a la selva ecuatorial, donde se encontr¨® con Pizarro, mientras el propio Alsar va a encontrar su Pizarro en conquistadores menos definitivos, como Cuadra Salcedo, por ejemplo. Eldorado o el pa¨ªs de la Canela son ideales distintos: lo cierto es que en el r¨ªo Coca construir¨¢n, muchos a?os despu¨¦s, tres galeones de las mismas viejas medidas -once metros por 3,66- para bajar el Coca mismo, el Napo y, luego, el Amazonas, hasta el Atl¨¢ntico. Ellos navegaron hasta Venezuela: Vital Algar y sus hombres fueron detenidos en Belem, ciudad brasile?a en la desembocadura del Amazonas.
Despu¨¦s, en los primeros d¨ªas de mayo y desde Tampico, M¨¦xico, rescatados por las autoridades mexicanas, de nuevo en la mar en un viaje que proyectaba durar 111 d¨ªas y que se ha prolongado algunos m¨¢s.
"Yo admito -ha dicho Vital Alsar a EL PA?S, antes del viaje- que mi profesi¨®n es poco normal, que s¨®lo se integra en lo normal cuando se consigue lo que se quer¨ªa hacer. Para m¨ª tiene un sentido: pone a prueba las capacidades del hombre y sirve de puente a un futuro en el que pueda realizar mucho m¨¢s de lo que podemos esperar ahora.? ?Para m¨ª -sigui¨® diciendo- es mucho m¨¢s importante la experiencia que conseguir lo propuesto. La aventura en s¨ª, eso que, de no ser concluido, ser¨ªa llamado locura vana...? As¨ª de vitalista y as¨ª de heroico, el punto de vista de Vital Alsar.
Vital Alsar naci¨® en Santander en 1933. Ha sido hombre de muchos oficios y muchos estudios, y desde siempre le ha tirado la mar, de esa manera en que atrae a los hombres que la viven desde ni?os. Goza de una juventud sorprendente, excesiva, que ¨¦l achaca al esp¨ªritu y al contacto con la naturaleza y ha hecho de sus viajes una aventura interior, adem¨¢s del riesgo evidente que le atrae, aunque, a veces, lo niegue. Sus aventuras marinas y p¨²blicas comenzaron en 1966, cuando, acompa?ado de otros tres hombres, intent¨® llegar desde Guayaquil a Australia en una balsa y naufrag¨®. La expedici¨®n se llamaba La pac¨ªfica, y el fracaso se debi¨®, seg¨²n declar¨® Alsar a EL PA?S, a la inexperiencia. ?Se pudrieron las tablas porque no hice caso a los cortadores: no la cort¨¦ en la ¨¦poca en que hubiera debido.? Con todo, fueron 143 d¨ªas de navegaci¨®n y cubrieron cerca de 10.000 kil¨®metros de mar. El segundo viaje, en 1970, fue un ¨¦xito, y el resultado fue La balsa, el libro en que contaba su experiencia y aportaba por escrito la prueba que hab¨ªa realizado en vivo: Australia pod¨ªa haber sido colonizada desde Am¨¦rica y por hombres pertenecientes a culturas precolombinas. El mismo viaje lo realiz¨® en iguales condiciones, pero con tres balsas y doce personas a bordo. Demostrar¨ªan que la llegada de La balsa no fue casual, que el viaje era posible en condiciones tan precarias. Una pel¨ªcula -que se da estos d¨ªas en Santander, preparando el homenaje masivo que recibir¨¢ Vital Alsar a su llegada si todo va bien- titulada Las balsas lo cuenta todo. Dirigi¨® el filme Robert Amram, documentalista experto, con dos Oscar por su filme Centinelas de silencio, y la produjo el mexicano Manuel Arago. Lleva m¨²sica de William Conti. En el viaje que ahora termina, Vital Alsar pensaba estudiar las condiciones del n¨¢ufrago, adem¨¢s de diversos estudios cient¨ªficos y de comportamiento humano, de h¨¢bitat marino, de las corrientes y los vientos. Todo ello, desde esas m¨¢quinas antiguas, r¨¦plica de las construidas en el siglo XVI espa?ol, puestas ahora al servicio de la modernidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.