27 arquitectos de Madrid
Independientemente de su finalidad (?t¨¦cnica, ?art¨ªstica?) el dibujo de arquitecto empieza a ser valorado entre nosotros. Esta muestra titulada Dibujos de veintisiete arquitectos de Madrid, aunque no demasiado lograda en su conjunto, puede ser un ejemplo de esta nueva estimaci¨®n.Como veintisiete arquitectos son mucho arquitecto, y como tampoco el montaje articula nada ni es nada del otro mundo, optaremos, sin ning¨²n g¨¦nero de mala conciencia por un itinerario personal. Lo componen seis nombres: Casto Fern¨¢ndez Shaw, Fernando Garc¨ªa Mercadal, Agust¨ªn Aguirre, Luis Moya, Rafael Moneo y Juan Navarro Baldeweg. Del resto de la exposici¨®n, s¨®lo decir que buena parte se merecer¨ªa lo que en el argot cr¨ªtico se llama un palo (pienso en Picard¨®, en Fisac, y especialmente, en Chueca), mientras otras piezas (las de Guti¨¦rrez Soto o Alejandro de la Sota) no dan una idea de la importancia de sus autores.
Dibujos de veintisiete arquitectos de Madrid
Galer¨ªa Ynguanzo. Antonio Maura, 12.
El dibujo en colores para una iglesia de Fern¨¢ndez Shaw, y los apuntes de arquitectura popular realizados por Garc¨ªa Mercadal durante un viaje al Egeo, en 1926, pertenecen a un mismo clima cultural: el tiempo que va de Viena y del novecientos a la vanguardia. Si en Fern¨¢ndez Shaw se conjugaron siempre el delirio proyectivo con una f¨¢brica de la mejor escuela, en los preciosos apuntes de Garc¨ªa Mercadal descubrimos cierta vocaci¨®n ornamental.
1940: En torno a esa fecha fueron concebidos el gran proyecto de Agust¨ªn Aguirre y el Sue?o arquitect¨®nico para una exaltaci¨®n nacional, de Luis Moya, Agust¨ªn Aguirre, conocido por el edificio de Filosof¨ªa y Letras (obra clave dentro del conjunto de la Ciudad Universitaria), aplica aqu¨ª las ense?anzas racionalistas haciendo relativamente pocas concesiones al gusto dominante (y entonces s¨ª que era dominante). El proyecto alcanza tal Prado de po¨¦tica materialidad, que nos sentimos fascinados por los faros de los haigas, magn¨¦ticamente atra¨ªdos por una geometr¨ªa rota tan s¨®lo (como en el mejor Guti¨¦rrez Soto) por los grandes letreros de cafeter¨ªa y cines de moda. Nada de esto, en cambio, en el Sue?o de Moya, que si con algo tiene que ver en su impresionante desmesura es con los ut¨®pico franceses del XVIII o con los aspectos de la arquitectura fascista en que se ha podido reconocer la tendenza.
Los dos ¨²ltimos momentos de este itinerario que proponemos corresponden a dos arquitectos j¨®venes. Si el proyecto de Rafael Moneo para el Ayuntamiento de Logro?o es objeto de un tratamiento claramente pict¨®rico, sutil, incluso ir¨®nico, como lo es la propia arquitectura de Moneo (y podr¨ªamos hablar entonces de equivalencias), los dos dibujos de Juan Navarro Baldeweg nos trasladan al campo de una arquitectura mental. Su casa para una intersecci¨®n es una delicia en que el espacio se define a partir de energ¨ªas y flujos.
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