Tres orquestas europeas

Tres orquestas sinf¨®nicas de tres nacionalidades distintas han basado sus programas en compositores cuyo apellido empieza con ?B?: Brahms, Bruckner y Berg. La Filarm¨®nica de Zagreb inici¨® los conciertos universitarios, bajo la direcci¨®n de Milan Horvat y con la colaboraci¨®n del violoncellista yugoslavo Walter Despalj. En programa, la ?Cuarta? de Anton Bruckner, subtitulada ?rom¨¢ntica?, y una de las m¨¢s divulgadas entre las sinfon¨ªas de su autor. Orquesta de calidad, versiones brillantes y responsables y lucimiento del solista en las ?Variaciones? de Tschaikowsky. Un breve estreno, en el que la ?B? anda por medio?Homenaje a Bach?, de Boris Papadopoulo, explotaci¨®n moderna, de material original del ?Cantor de Santo Tom¨¢s?.Mientras la ONE visita Barcelona, los asiduos de viernes, s¨¢bados y domingos han podido escuchar a la Sinf¨®nica del Berl¨ªn oriental, dirigida por Gunter Herbig. Densidad de sonoridades, cohesi¨®n, gran aliento rom¨¢ntico, evidenciaron no s¨®lo la categor¨ªa del conjunto, sino su voluntad de enlace con las tradiciones germanas. Buen violinista para Alban Berg, Manfred Scherzer. El ?Concierto?, tan cursimente subtitulado ?A la memoria de un ¨¢ngel?, pero tan profundamente bello de contenido, encontr¨® eco entusiasta en los ?realistas? de los tres d¨ªas, muy particularmente en los del domingo. Mozart y Brahms (sinfon¨ªas 39 y cuarta, respectivamente) encuadraban la obra del disc¨ªpulo de Sch?nberg y, en cierto modo, le serv¨ªan un entorno hist¨®rico, est¨¦tico y cultural.

En fin, Jes¨²s L¨®pez Cobos, al frente de la RTVE, interpret¨® la ?Octava? de Bruckner: un ejemplo redondo del sabio y sencillo, grandioso y pastoril, altisonante e ¨ªntimo sentir bruckneriano. Ejemplo en sus m¨¢ximas bellezas, tal el no por extenso menos concentrado ?Adagio?, de formidable intensidad l¨ªrica; ejemplo tambi¨¦n en sus ?excesos?, en lo que el italiano Massimo Mila denomina ?fluviales longitudes?. Acertada s¨ªntesis porque si las longitudes son enormes, est¨¢n defendidas por un continuo fluir, por una soberana marcha sinf¨®nica. Bruckner, directo continuador del ¨²ltimo sinfonismo schubertiano, aporta datos de extremada originalidad, m¨¢s comprensibles entre nosotros cuando, antes que con su m¨²sica, nos hemos familiarizado con su gran consecuencia, Gustav Mahler. Frente a la fortaleza estructural de uno, se alza la variedad de ideas del otro; en comparaci¨®n contrastada con el sentido arquitectural de Bruckner, tenemos el narrativismo pl¨¢stico de Mahler. Pero ambos proceden de un mismo tronco. Quien lo dude, que piense en el citado ?adagio?.

Jes¨²s L¨®pez Cobos logr¨® una excelente versi¨®n de la monumental partitura. En el pensamiento, porque supo no ?a?adir fuego a la hoguera?, es decir, no sumar pesadez ni extremada gravedad a lo de por suyo prolijo. Postura obediente a las intenciones del compositor, m¨¢s bien moderadas cuando no, expresamente ?festivas? (en el sentido de festividad solemne que el t¨¦rmino alem¨¢n feierlich posee). Otra fidelidad de L¨®pez Cobos: la claridad, pues el pensamiento de Bruckner podr¨¢ ser ret¨®rico, de extendida oratoria, pero est¨¢ realizado con diamantina claridad.