La vivienda, una oportunidad de crear empleo
El programa econ¨®mico del equipo de coyuntura que encabeza el profesor Fuentes Quintana -publicado por EL PAIS semanas atr¨¢s- ser¨¢ probablemente asumido por el Gobierno, dada la condici¨®n de ?asesor presidencial? que sigue ostentando el ex vicepresidente econ¨®mico. Por ello, acaso convenga se?alar algunas de las condiciones que, ineludiblemente, deber¨¢n darse para que los objetivos all¨ª definidos se cumplan. En concreto, para que las esperanzas en el cap¨ªtulo de la creaci¨®n de puestos de trabajo se materialicen, en lo que al sector de la construcci¨®n se refiere, ser¨¢ necesario disponer de una serie de recursos que, aun estando al alcance de la econom¨ªa espa?ola, nadie ha mostrado predisposici¨®n a proveer.Para alcanzar los objetivos que se persiguen en materia de empleo se hace necesario partir de la actual situaci¨®n, en cierto modo menos favorable que la tomada como punto de partida por el equipo de coyuntura econ¨®mica. La tasa de empleo real del sector de la construcci¨®n es ligeramente inferior a la recogida por los redactores del programa, por lo que el esfuerzo a realizar deber¨¢ ser m¨¢s cuantioso de lo inicialmente previsto. La falta de financiaci¨®n y otros factores complementarios han generado una ca¨ªda de la demanda y, consecuentemente, de la actividad, cuyo reflejo m¨¢s inmediato ha sido el incremento de la tasa de poblaci¨®n desempleada en el sector, que se aproxima ya peligrosamente a los 300.000 trabajadores.
De hecho, las dificultades de financiaci¨®n con que tropieza el subsector vivienda desde hace meses afectan tanto al presunto adquirente como al promotor-constructor, con la l¨®gica retracci¨®n del mercado. Retracci¨®n que se registra tanto en el apartado de viviendas de protecci¨®n oficial como en las de promoci¨®n libre. (V¨¦ase cuadro 1.) La reducci¨®n de los coeficientes obligatorios de las cajas de ahorro han conllevado un trasvase de recursos desde el primero al segundo de los apartados en que dividimos el mercado de viviendas. Pero, al tiempo, tambi¨¦n se han desviado disponibilidades crediticias hacia otros sectores de actividad, cuyo ciclo de financiaci¨®n es m¨¢s corto que el de la vivienda, que se sit¨²a al menos entre los diez y los quince a?os.
El cuadro 1 es suficientemente explicativo para que requiera ning¨²n comentario, y en ¨¦l se aprecia la tendencia regresiva para el a?o 1979.
A la hora de programar una actuaci¨®n inversora en vivienda, debe partirse de la situaci¨®n previsible y de una premisa esencial: una vivienda absorbe escalonadamente la inversi¨®n necesaria para su construcci¨®n a lo largo de un ciclo medi¨® de dos a?os. Consecuentemente, la oferta potencial de empleo directo que cada vienda genera (1,2 puestos de trabajo distribuidos a lo largo del ciclo constructivo) no puede considerarse desde una ¨®ptica estable. Esta precisi¨®n es impor tante por cuanto el equipo Fuentes Quintana contempla b¨¢sica mente la perspectiva de los pr¨®ximos tres a?os, al final de los cuales se habr¨¢n creado 110.200 nuevos puestos de trabajo, fruto de la actuaci¨®n a lo largo del trienio.
A esta cifra asumida por el ECE es necesario agregarle los 22.000 empleos que se calcula habr¨¢ perdido el sector al final de 1978. Supuesto que el 70% del nuevo empleo del sector construcci¨®n as¨ª estimado provenga del subsector vivienda, la creaci¨®n de aproximadamente 92.000 puestos de trabajo al final del trienio exigir¨¢ acometer la construcci¨®n en 1979, de 77.000 viviendas adicionales a las que por la inercia se iniciar¨ªan el a?o pr¨®ximo, manteniendo el nivel de 285.000 inicios en 1980 y 1981.
El caballo de batalla de estos prop¨®sitos es, sin duda, la financiaci¨®n necesaria para cumplir estos objetivos. Un primer problema surge al contemplar las obligaciones pendientes de atenci¨®n y las solicitudes sin atender en la Banca oficial, cuyo monto global se acerca a los 90.000 millones de pesetas.
La canalizaci¨®n de recursos no puede por menos que ser propiciada por el Estado, ya que, a los precios actuales del dinero, pocas posibilidades existen de cumplir los objetivos a partir de una concurrencia al mercado libre de capitales. Ello llevar¨¢ a la Administraci¨®n a actuar sobre la construcci¨®n de viviendas de protecci¨®n oficial, cuya nueva normativa est¨¢ siendo ultimada estos d¨ªas.
Consecuentemente, las 77.000 viviendas de actuaci¨®n adicional deber¨ªan sumarse a las 119.000 de protecci¨®n oficial, cuyo inicio se prev¨¦ para 1979, manteniendo la cifra total de 196.000 viviendas iniciadas en este r¨¦gimen para 1980 y 1981, asegurando la financiaci¨®n de todas ellas a largo plazo.
Supuesto el inicio de viviendas uniformemente a lo larg¨® del trienio, el cuadro II muestra claramente la creaci¨®n de nuevo empleo tanto en el sector como el inducido en otros, las necesidades de financiaci¨®n y los d¨¦ficit presumibles de la misma tan s¨®lo para el r¨¦gimen de protecci¨®n oficial. A estas cifras ser¨ªa preciso a?adir las necesarias para financiar las viviendas libres.
Como se dec¨ªa al principio, los d¨¦ficits previstos son cantidades asumibles por nuestra econom¨ªa, pero para ello es necesaria la previsi¨®n de actuaciones concretas. Entre las opciones realizables las m¨¢s viables son: desacelerar, en lo posible, la liberalizaci¨®n de los coeficientes de regulaci¨®n especial de las cajas de ahorro; incrementar el presupuesto del INV (Instituto Nacional de la Vivienda); potenciar el cr¨¦dito oficial de forma que pueda atender la demanda pendiente; aplicar preferentemente los fondos de acci¨®n coyuntural para cubrir la actuaci¨®n reguladora del INV y del ICO (Instituto de Cr¨¦dito Oficial); establecer convenios con cajas de ahorro y bancos privados, ya sea mediante subvenci¨®n de intereses o bien a partir de compensaciones fiscales; Imitir c¨¦dulas de inversi¨®n hipotecaria y obtener conciertos de inversi¨®n con las compa?¨ªas de seguros. A menos que se acometa una decidida actuaci¨®n en varios o todos los frentes se?alados, parece muy dif¨ªcil que uno solo de los grupos de instituciones implicados pueda soportar el importante esfuerzo de financiaci¨®n que el programa requiere.
Ser¨ªa una torpeza eludir las dificultades de puesta en pr¨¢ctica que el plan presenta. Pero es urgente y necesario encarar el problema del paro en nuestro pa¨ªs, sin duda uno de los m¨¢s virulentos con que nos enfrentamos, tanto a nivel econ¨®mico, como simplemente social. Para ello el sector construcci¨®n, y m¨¢s concretamente el subsector vivienda, presenta una idoneidad espec¨ªfica, en buena parte por la inmediatez de su realizaci¨®n. Por si ello fuera poco, un aspecto tan importante o m¨¢s merece ser destacado. La realizaci¨®n de un programa de viviendas como el que se propone contribuir¨ªa a paliar el grave problema de carencia de habitaci¨®n que afecta a buena parte delas familias espa?olas menos favorecidas. El tremendo bache en la dotaci¨®n de viviendas asequibles, directamente derivado de los ut¨®picos planes de vivienda social de recientes administraciones, podr¨ªa as¨ª, de alguna manera, ser subsanado.
Una ¨²ltima reflexi¨®n a proponer es la de que, iniciados los debates para alcanzar un marco que configure la actividad econ¨®mica en 1979, no se acometan planes unilaterales basados exclusivamente en criterios de oportunidad pol¨ªtica o electoral. La operativ¨ªdad de un plan como el propuesto por el equipo Fuentes Quintana pasa necesariamente por la intervenci¨®n en su puesta en pr¨¢ctica de todas las partes implicadas. Lo que ser¨ªa absurdo a estas alturas es lanzar al promotor y a las entidades financiadoras a unas directrices cuya efectividad resulte m¨¢s que discutible. Son muchos los ejemplos recientes en los que la inviabilidad de este tipo de conductas ha quedado demostrada.
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