Las dificultades de Videla
HAY ?RUMORES de v¨ªsperas? que trascienden del fino tel¨®n de censura y silencio que envuelve la Argentina. De los peri¨®dicos surgen sobreentendidos, segundas palabras, que algunos interpretan como que ?algo est¨¢ pasando?. Uno de los m¨¢s comentados es un breve art¨ªculo de Confirmado. ?En primavera -los argentinos lo han percibido este a?o m¨¢s que nunca- el clima juega malas pasadas. As¨ª, numerosas jornadas que comienzan con un sol radiante se oscurecen bruscamente, y los rel¨¢mpagos hacen desvanecerse las ilusiones de los paseantes. Sin embargo, en lo m¨¢s oscuro de la tormenta, los rayos de sol regresan. Finalmente, es dif¨ªcil saber si predomina la luz o la sombra.?Entre el sol y las tinieblas, el contencioso territorial con Chile. Toda la primera semana de noviembre, el clima era de guerra, y estaba acompa?ado por los movimientos correspondientes: instrucciones para la defensa civil, discursos patri¨®ticos, colas de acaparadores en las tiendas, desplome de la bolsa, aumentos en los mercados clandestinos del d¨®lar. Una voz habl¨®, como es su costumbre, en contra de la corriente, la de Jorge Luis Borges, para decir que la guerra ?es una imbecilidad?, y que Argentina, pura y simplemente, debe someterse al arbitrio del Tribunal Internacional de La Haya. Un peri¨®dico metido de lleno en el ambiente de los preparativos de guerra le llam¨® ?el gran chileno?; pero otros intelectuales han seguido tambi¨¦n el camino pacifista.
Dentro de los mismos sectores militares hay una disensi¨®n grave acerca del camino a seguir con el conflicto de Chile. El almirante Massera, que hasta hace dos meses era miembro de la Junta, en representaci¨®n de la Marina y que ahora est¨¢ jubilado -pero mantiene un n¨²mero importante de partidarios, y al que ahora favorecen los peronistas- se ha manifestado en favor de la acci¨®n violenta: ?No se puede negociar lo innegociable.? Ha a?adido que hay que acusar a aquellos ?que quieren negociar lo que no es negociable y hasta negociar con personas que no quieren negociar?. No se ha limitado a este tema: ha denunciado a ?sectores del Gobierno que persisten en el mantenimiento de una situaci¨®n econ¨®mica que, evidentemente, puede conducir a tensiones sociales?. M¨¢s duros son algunos resucitados de tiempos anteriores. El ex presidente Frondizi declara que el pa¨ªs est¨¢ sometido a ?una crisis global? a la que se debe poner t¨¦rmino urgentemente; el teniente general Onganfa, tambi¨¦n ex presidente, surge de un olvido de ocho a?os para defender una liberalizaci¨®n del r¨¦gimen y para apoyar a los partidos pol¨ªticos. El Gobierno -que a principios de mes fue nutrido con cinco nuevos ministros, aunque mantentendo en el poder a los dos mencionados ?hombres fuertes?, Albano Harguindeguy, del Interior, y Jos¨¦ Mart¨ªnez de Hoz, de Econom¨ªa- ha dado una respuesta por la voz siempre autoritaria del general Orlando Agosti: las fuerzas armadas se mantendr¨¢n en el poder hasta que los ciudadanos asuman plenamente la responsabilidad de dirigir el pa¨ªs. A lo que la Uni¨®n C¨ªvica Radical contesta: ?La responsabilidad hist¨®rica no autoriza a ning¨²n sector a determinar por s¨ª mismo su mantenimiento en el poder.?
Nada indica que toda esta descomposici¨®n interior, unida al drama de cada d¨ªa -las listas de desaparecidos, el miedo, los brotes guerrilleros y el riesgo de la guerra-, pueda terminar con el poder de la Junta presidida por el general Videla. No hay, visiblemente, soluciones de recambio. Podr¨ªa, eso s¨ª, haber cambios de nombres. Y, en ¨²ltimo caso, siempre es posible, te¨®ricamente, la guerra con Chile, con lo que se aglutinar¨ªan quiz¨¢ todas las disidencias de ahora. Pero unos malos resultados iniciales acabar¨ªan por desmoronar -ellos s¨ª- toda la pir¨¢mide del poder en la Argentina.
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