La reforma de la Seguridad Social puede reducir una importante parcela de sector p¨²blico
La crisis por la que atraviesa el actual sistema de seguridad social, cuyos beneficiarios son, al mismo tiempo, sus financiadores a trav¨¦s de las cuotas que mensualmente abonan trabajadores y empresarios -la aportaci¨®n estatal es m¨ªnima-, justifica la urgente reforma del sistema (que da empleo a 250.000 trabajadores y maneja un presupuesto de m¨¢s de bill¨®n y medio de pesetas).Esta reforma, en efecto, est¨¢ siendo abordada unilateralmente desde el Gobierno de UCD, con ausencia del necesario debate nacional sobre el modelo de Seguridad Social que la Espa?a democr¨¢tica quiere y puede tener.
La caracter¨ªstica fundamental del actual proceso de reforma viene determinada por el esoterismo que rodea a la aut¨¦ntica situaci¨®n del sistema, cuya complejidad oculta unjuego de intereses pol¨ªticos -y econ¨®micos de tal magnitud que, en su d¨ªa, lleg¨® a motivar la dimisi¨®n del pen¨²ltimo ministro de Trabajo del anterior r¨¦gimen, Licinio de la Fuente.
Junto al esoterismo que impregna el aut¨¦ntico alcance y dimensi¨®n de la crisis del sistema, resalta la falta de una conciencia p¨²blica en torno al exacto significado de lo que realmente est¨¢ en juego: la dimensi¨®n futura de una importante parcela del sector p¨²blico, en cuya gesti¨®n participaban las fuerzas sociales, tal y como estaban concebidas en el anterior r¨¦gimen.
De hecho, esta presencia de sindicatos y patronales -antes unitaria y artificialmente representados por el verticalismo- que actuaba directamente en la gesti¨®n de la Seguridad Social, ya ha sido eliminada mediante el reciente decreto-ley sobre Gesti¨®n Institucional de la Seguridad Social, Salud y Empleo (primera materializaci¨®n de la reforma gubernamental), por el que la presencia de trabajadores y empresarios queda reducida a los ¨®rganos de control y vigilancia de la gesti¨®n.
Mientras tanto, el m¨ªnimo grado de concienciaci¨®n no s¨®lo a nivel de la calle, sino, tambi¨¦n, entre los partidos de la Oposici¨®n, imposibilita el necesario debate nacional que impida reformas reformas partidistas.
La reforma iniciada, sin embargo, no afronta de manera decidida el origen de la actual crisis del sistema, que radica en su forma de financiaci¨®n, a la que el Estado contribuye con menos de un 8 %. El primer paso reformista apunta m¨¢s por la gesti¨®n -causa principal del grado de corrupci¨®n que registra el sistema, ya trascendido a nivel p¨²blico-, y as¨ª, el citado decreto-ley reduce la anterior multiplicidad de ¨®rganos gestores a tres: Instituto Nacional de la Seguridad Social, para la gesti¨®n y administraci¨®n de las prestaciones econ¨®micas del sistema; Instituto Nacional de la Salud, para la administraci¨®n y gesti¨®n de servicios sanitarios, y el Instituto Nacional de Servicios Sociales, para la gesti¨®n de servicios complementarios de las prestaciones del sistema de la Seguridad Social.
En el terreno de las prestaciones econ¨®micas -la parte del le¨®n de la Seguridad Social- parece tomar cuerpo la pretensi¨®n gubernamental de igualar en m¨ªnimos las pensiones, lo que llevar¨ªa a una igualaci¨®n en la miseria y a la consecuente necesidad de ir a una Seguridad Social complementaria en la que dar cabida nuevamente a la iniciativa privada.
De hecho, la pensi¨®n media en 1978 gira en torno al 59 % del salario m¨ªnimo interpfofesional, y seg¨²n datos del propio Ministerio de Sanidad y Seguridad Social, tras la revalorizaci¨®n del, primero de enero de 1978, el 77,5 % de los pensionistas percib¨ªa cantidades iguales o inferiores a los m¨ªnimos; porcentaje que pasa del 80,6 % tras la revalorizaci¨®n de mayo de 1978.
Abunda en este sentido una reciente afirmaci¨®n del secretario de Estado para Seguridad Social, Luis Gamir, quien se preguntaba por qu¨¦ sigue habl¨¢ndose de la Seguridad Social s¨®lo para los trabajadores. La respuesta era que ya es hora de hablar de seguridad social para todos los ciudadanos.
La opini¨®n generalizada de los diversos medios consultados por EL PAIS coincide en se?alar que el futuro inmediato de la Seguridad Social podr¨ªa suponer la cobertura de unos m¨ªnimos para todos, lo que justificar¨ªa la presencia de la iniciativa privada (los citados medios apuntan hacia la Banca Mas Sarda) para atender la cobertura de una seguridad social complementaria.
Esta especulaci¨®n enlaza con la exposici¨®n que hac¨ªamos al principio: el trasfondo pol¨ªtico-econ¨®mico de la reforma emprend¨ªda por el Gobierno de UCD, y en este sentido la postura de Norberto Sanz Frutos, como experto del PCE en Seguridad Social, es coincidente con los temores de otros especialistas, en el sentido de que persigue la reducci¨®n del sector p¨²blico por la v¨ªa de recortar la cobertura de la Seguridad Social.
La crisis del sistema, de una parte, y la eliminaci¨®n de las fuerzas sociales de su gesti¨®n, de otra, facilitan cualquier intento partidista en este sentido. La crisis justifica por s¨ª misma la reforma. El riesgo surge cuando ¨¦sta se trata de abordar unilateralmente desde posiciones partidistas.
La Seguridad Social no aguantar¨ªa formas coincidentes en el tiempo con la renovaci¨®n en el poder de diferentes opciones pol¨ªticas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.