Becados de la Fundaci¨®n Juan March
IV Exposici¨®n Becarios de Artes Pl¨¢sticasFundaci¨®n Juan March
Castell¨®, 77
Cuando se acerca el invierno con sus fr¨ªos, cuando los d¨ªas van haci¨¦ndose cada vez m¨¢s cortos, tiemblan las paredes de la Fundaci¨®n Juan March. ?Que vienen los becarios! ?Todo el mundo a salvo! ?Las mujeres y los ni?os primero! Como un imparable desastre natural, como una fatalidad hist¨®rica ineludible, se abre entonces un par¨¦ntesis. Inmediatamente antes de la inauguraci¨®n, las salas albergaban la hist¨®rica obra de Kandinsky. Inmediatamente despu¨¦s de la clausura, ser¨¢n escenario del acontecimiento art¨ªstico del a?o: la muestra Willem de Kooning, actualmente exhibida en Alicante. Pero mientras, diciembre parece obligada cuaresma en Castell¨®, 77. Becarios pues, por cuarto a?o consecutivo.
Si no fueran ocho artistas con una media de edad bastante respetable (los treinta a?os), y si no fuera, sobre todo, la March (una instituci¨®n a la que se le debe exigir en todo momento un rigor a tono no s¨®lo con su papel objetivo, sino tambi¨¦n con sus aspiraciones y sus leg¨ªtimas autosuficiencias), tal vez lo mejor fuera correr un tupido velo y dejar que el olvido hiciera su trabajo. Pero como son ocho artistas rondando la treintena, y como es la March, no queda m¨¢s remedio que intentar desembrollar el embrollo. Aqu¨ª est¨¢n los becarios de 1976. Tres de ellos son nombres absolutamente desconocidos salvo (me imagino, por sus datos biogr¨¢ficos) en esos medios acad¨¦micos en que ser pintor consiste en llevar boina y ganar premios de alguna oscura provincia (perd¨®n a las boinas bien llevadas y a las provincias que consigan escapar a la regla).
Vicente Alvaro, Miguel Pe?a y Pepe Sanjurjo, que as¨ª se llaman los pintores en cuesti¨®n, titulan sus obras: Del fango humano, Sin t¨ªtulo o (con letreros de ?unidad? y ?Libertad?) Elecciones. Terrible, en verdad. Luego hay dos realistas anto?itescos.
Internacionalmente conocido, y nacionalmente ultra-acad¨¦mico, Miguel Angel Arguello, cuya obra destila esa artificiosidad virtuosista tan estimada, por ejemplo, de los coleccionistas de Claudio Bravo. Menos conocida, algo artificiosa tambi¨¦n, pero bastante m¨¢s personal en su obra, llena de evocaciones urbanas, Clara Gangutia. La escultura est¨¢ representada por Juan Bordes y sus poliestirenos antichoque. Desfloraci¨®n, Acoplamiento, Contacto, son sus poco agraciados t¨ªtulos. En la conferencia inaugural, Bordes, m¨¢s pose¨ªdo por el neologismo que por el verbo a?ad¨ªa a¨²n m¨¢s palabras a las citadas. Hablaba de operarios art¨ªsticos y de dialectos. Su obra me resulta casi tan vac¨ªa como el lenguaje que la quiere explicar. En cuanto a las fotograf¨ªas de Javier S¨¢nchez-Bellver, constituyen un trabajo bastante correcto en tomo a un Madrid que desaparece.
Para terminar el recorrido, la excepci¨®n que confirma la regla, excepci¨®n m¨¢s notable que las dos excepciones relativas apuntadas. Me refiero a Pancho Ortu?o, uno de los pocos nombres que est¨¢ dando pruebas cada vez m¨¢s patentes de saber pintar, en el panorama de la nueva pintura. Su pared, sobre la que se despliega parte de la brillante Suite castellana en que anda trabajando actualmente, contrasta del todo con lo que la rodea. En sus t¨ªtulos resuenan los nombres de Fuensalda?a, de Villalc¨¢zar de Sirga, de Pe?aflor de Hornija. Una castellanidad (Tierra de Campos, lenguaje antiguo) con su toque ir¨®nico; tan lejos, obviamente, del paisajismo con ¨ªnfulas localistas, como de los fangos humanos o de las pat¨¦ticas Elecciones.
La ¨²nica conclusi¨®n posible, desde mi punto de vista, es que o los jurados de la March dan un giro completo en su pol¨ªtica art¨ªstica, revisando criterios y m¨¦todos, o la Fundaci¨®n va a emular en almacenes in¨²tiles a las instituciones oficiales, que tanto saben de ello, por desgracia. Sede de mutuas concesiones m¨¢s que de colectivas claridades, en su forma actual estos jurados (a la vista tenemos el resultado) est¨¢n demostrando no estar a la altura de las nuevas perspectivas culturales que el pa¨ªs necesita.
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