Rec¨ªproca voluntad encuentro entre la Monarqu¨ªa y la democracia
?Nos re¨²ne un deseo compartido. El Rey y las Cortes han querido que la Constituci¨®n, elaborada toda ella en el Parlamento, obtenga en ¨¦l, en este hemiciclo, la sanci¨®n que la erige en norma de conducta. Hay una rec¨ªproca voluntad de encuentro. La Monarqu¨ªa, que no dud¨® en promover el tr¨¢nsito del pueblo hacia la democracia, recibe de ella esta proclamaci¨®n legitimadora; y correlativamente, la democracia, en cuanto ha dado lugar a un Estado de derecho, recibe a trav¨¦s de ¨¦l la configuraci¨®n pol¨ªtica de la Monarqu¨ªa parlamentar¨ªa.?Antonio Hern¨¢ndez Gil, presidente de las Cortes, pronunci¨® estas palabras casi al comienzo de su alocuci¨®n, que abri¨® el acto solemne en el palacio del Congreso.
Tras mencionar las vicisitudes del per¨ªodo constituyente, el se?or Hern¨¢ndez Gil dijo que se sent¨ªa ? en el deber de decir a las C¨¢maras reunidas algo que, aun sabi¨¦ndolo, es justo recordarlo. Con todo lo hecho por Vuestra Majestad hasta llegar a la Constituci¨®n, no os hab¨¦is interferido lo m¨¢s m¨ªnimo en el proceso de su elaboraci¨®n..
Hab¨¦is comprendido, incluso en los menores detalles, la independencia del poder legislativo. Esta actitud -a?adi¨®-, acertada en el fondo y de exquisita delicadeza en la forma, es un noble servicio que se une a los muchos ya prestados a la causa de la democracia?.
Exalt¨® despu¨¦s la actitud de los parlamentarios en la elaboraci¨®n del texto constitucional y afirm¨®: ?Si la Constituci¨®n hubiera de ser la imaginada por cada uno, no habr¨ªa Constituci¨®n posible. Se ha logrado, sin duda, una Constituci¨®n aut¨¦ntica y leg¨ªtima. La m¨¢s pr¨®xima a las aspiraciones de los partidos pol¨ªticos y de los ciudadanos, aunque no el ideal mismo, contemplado desde cada sector de opini¨®n.?
Constituci¨®n aut¨¦ntica y leg¨ªtima
Record¨® despu¨¦s el se?or Hern¨¢ndez Gil que la Constituci¨®n no alterar¨¢ ?el curso de los hechos, las realidades materiales ser¨¢n las mismas, y los problemas no quedar¨¢n, sin m¨¢s, resueltos?, pero destac¨® que ?la Constituciones de inmediato, certeza. Despeja una inc¨®gnita que se ha cernido sobre Espa?a demasiado tiempo. Nos concede idenfidad pol¨ªtica. Pone t¨¦rmino a la imprecisi¨®n y la inseguridad. Confiere el estatuto de la ciudadan¨ªa sin discriminaciones por raz¨®n de nacimiento, sexo, raza, opini¨®n o religi¨®n. Y nos obliga y conduce no en virtud de una fuerza coercitiva ajena a nosotros, sino por acatamiento a la voluntad del pueblo en el que to dos nos integramos?.
El presidente de las Cortes analiz¨® luego el orden jur¨ªdico que genera la Constituci¨®n y la movilidad que confiere a las tareas pol¨ªticas, y prosigui¨®: ?Espa?a -y se?aladamente la juventud- necesita sentirse atra¨ªda por la fuerza de los ideales. No piensa en imperialismos de grandeza, pero s¨ª en prop¨®sitos de superaci¨®n y de progreso. Hay que buscar la dimensi¨®n moderna, a la vez aut¨®ctona, europea y universal de Espa?a. Mucho pueden hacer las normas id¨®neas y la pol¨ªtica de altas miras. No todo depende, ciertamente, de la propia Espa?a en el mundo interdependiente de hoy. Mas hay una aportaci¨®n -dijo el se?or Hern¨¢ndez Gil- que requiere del impulso personal como contribuci¨®n al destino hist¨®rico. Colocar¨ªa el¨¦nfasis en el trabajo, en la cultura y en cierta inclinaci¨®n a la austeridad.?
Democracia en profundidad
?La Constituci¨®n -se?al¨® m¨¢s adelante- organiza la convivencia de los espa?oles en un sistema pol¨ªtico y social que tiene por base la democracia. Queda as¨ª establecida y consolidada como principio. Despu¨¦s vendr¨¢n numerosas especificaciones a trav¨¦s de las leyes. No obstante, las posibilidades del desarrollo democr¨¢tico no se agotan nunca en las formulaciones normativas. De un lado, porque siempre habr¨¢ normas pendientes. Y de otro lado, porque existe tambi¨¦n lo que podr¨ªa llamarse una democracia en profundidad sed¨ªmentada en el fondo de las conciencias individual es y de la conciencia colectiva, que no procede de la ley y dif¨ªcilmente puede encajarse en ella. Es formaci¨®n, costumbre, esp¨ªritu. Supone el constante reconocimiento del otro como igual y distinto.?
El se?or Hern¨¢ndez Gil concluy¨® su parlamento tras destacar que ?la democracia no se circunseribe a la consagracion del voto ni al triunfo de la mayor¨ªa. Es una t¨¦cnica; pero tambi¨¦n, en muchos aspectos, un problema de sensibilidad y de conducta. Por eso, con la Constituci¨®n no s¨®lo estrenamos una ley nueva, sino, asimismo, una nueva vida m¨¢s llena de alicientes y de responsabilidades ?.
Se dirigi¨®, por fin, a la familia real, y dijo: ?Termino con muy sinceras expresiones de gratitud: a su majestad el Rey, por dar a las Cortes la prueba del m¨¢ximo reconocimiento que significa su presencia para sancionar en ellas la Constituci¨®n; a su majestad la Reina que, como tantas veces, simboliza gentilmente, junto a la figura del Rey, la nota femenina de su siempre digna y discreta compa?¨ªa; y a su alteza real el Pr¨ªncipe de Asturias, que sabe acomodar, con disciplina, la fragancia de sus pocos a?os a estos ritos solemnes.? En este punto, don Juan Carlos y do?a Sofia sonrieron abiertamente y se advirtieron murmullos de simpat¨ªa y distensi¨®n en el hemiciclo.
El presidente de las Cortes finaliz¨® sus palabras dando las gracias al Rey por haberle designado presidente de las Cortes. ?Acaso -dijo- buscando la independencia. Desde luego, s¨®lo la independencia me hab¨¦is encarecido y he procurado servirla.? ?He ofrecido desde la independencia la comprensi¨®n, y desde todas las ideolog¨ªas -asegur¨®- he sido corresppndido con la comprensi¨®n. ?,
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