S¨¢nchez Drag¨®: "Busco en los mitos la identidad de Espa?a"
Entrevista con el autor de "Gargoris y Habidis. Una historia m¨ªtica de Espa?a"
La media Espa?a de Larra muri¨® de la otra media, y escribir era llorar. Una pasi¨®n rom¨¢ntica, seguramente, es la que ha llevado a Fernando S¨¢nchez Drag¨® a estudiar esa oscura media Espa?a que seguramente explica la otra media m¨¢s de lo que los racionalistas desear¨ªan, y que permanece, m¨¢s subterr¨¢nea que nunca, en la ardiente e irracional memoria colectiva de este pueblo como poco dif¨ªcil. Gargoris y Habidis. Historia m¨ªtica de Espa?a, cuatro tomos de estudios, y m¨¢s a¨²n, de escritos, en los que recorre toda la historia de Espa?a, precisamente desde lo m¨¢s antiguo, bas¨¢ndose, dijo a EL PAIS, ?m¨¢s en mitos y en s¨ªntomas de mitos que en hechos, m¨¢s en lo que se siente por debajo que en lo que aparece, m¨¢s en esos sentimientos malditos que en el nombre de los pol¨ªticos y en la pol¨ªtica?, tiene dos ombligos: uno, Galicia, con su mitolog¨ªa jacobea. Otro, Termancia, una huella de la ?vieja Espa?a?.?Ya T¨¢cito contaba -Y con esta historia comienza mi libro- lo que sucedi¨® en Termancia, ese lugar soriano que muy pocos conocen. Un pretor romano, Pis¨®n, quiso cobrar tributos a sus hombres. Los termestinos reaccionaron como en Fuenteovejuna: mataron al tirano, y pese a los esfuerzos y torturas a que sometieron a los j¨®venes nunca los romanos pudieron saber de qui¨¦n se trataba, qui¨¦n hab¨ªa sido la mano justiciera-, porque la venganza era colectiva. Lo interesante es. sobre todo. la frase que se le atribuye a uno de los prisioneros: ?Aqu¨ª existe todav¨ªa la Espa?a antigua.? Pues bien, esa antigua Espa?a es la que yo he tratado de rastrear a lo largo de la historia?. Construir este libro, que ha publicado Hiperi¨®n, le ha costado a Fernando S¨¢nchez Drag¨® ?algo m¨¢s de cinco a?os de trabajos a una media de ocho horas diarias. algo m¨¢s de 3.000 t¨ªtulos de bibliograf¨ªa consultada, alrededor de 20.000 kil¨®metros de viaje para ver la historia?.
?Los hechos hist¨®ricos -dice S¨¢nchez Drag¨®- suceden, pero no se suceden. Mi empe?o consiste en retrotraerlos hasta la oscura regi¨®n de los mitos para alcanzar, con su ayuda, ese espacio donde reposa el inconsciente colectivo del entorno cultural que, a partir de un determinado momento, empez¨® a llamarse Espa?a.? ?Busco, pues, lo que Jung llamaba los arquetipos culturales: Define, entre par¨¦ntesis, un arquetipo como un objeto que ya es simb¨®lico, y ante el que todos los miembros de una cultura ofrecen una reacci¨®n, del signo que sea, pero ante el cual no pueden permanecer indiferentes. Creo, y lo digo en el cuarto tomo del libro, que el toro, animal tot¨¦mico espa?ol, es uno de nuestros. arquetipos, y que en la fiesta puede estar una de las v¨ªas de nuestra salvaci¨®n.??Desde antiguo, Espara era lo que Vicente Risco llamaba un ex¨®tero, en sus palabras?, lo que en un momento dado resulta incomprensible a la luz de los valores predominantes, ?esa region exterior -exterior a Europa-, el aut¨¦nticofinisterre, una tierra de misterios e iniciaciones que qued¨® como el vertedero del subconsciente occidental: un bal,u arte, ocultista tolerado. pero nunca incorporado por la Europa que podr¨ªamos considerar cartesiana y racionalista?.
?Que la V¨ªa L¨¢ctea conduc¨ªa al mar inici¨¢tico de Galicia, est¨¢ probado. Que el viaje-peregrinaci¨®n era antiguo, mucho m¨¢s que la cristianizaci¨®n posterior de Santiago, y que segu¨ªa manteniendo su esp¨ªritu mist¨¦rico aun en ¨¦poca cristiana tambi¨¦n. Cluny y la influencia francesa, machacona e incesante, han peleado durante toda nuestra historia y se han llevado algunas victorias escandalosas: la supresi¨®n del rito moz¨¢rabe, tras aquel juicio de Dios en que el libro en dialecto result¨® incombustible, seg¨²n la leyenda, y que dejar¨ªa un poso de escepticismo en el alma de Espa?a: All¨¢ van leyes, do quieren reyes, o el juicio y muerte de Prisc¨ªlliano. En Espa?a situaban los antiguos el Jard¨ªn de las Hesp¨¦rides. Y algo ocurri¨® aqu¨ª para que nacieran esas especiales herej¨ªas, la heterodoxia jud¨ªa y la musulmana chi¨ªta, adem¨¢s del particular sentido religioso cristiano.?
En s¨ªntesis -Fernando S¨¢nchez Drag¨®,habla con la misma fuerza con que escribe,.y una entrevista queda siempre corta-, ?un s¨®lo momento de nuestra llamada historia hace coincidir lo que ¨¦ramos con lo que pasaba: fueron los reinos de los Austrias, el impresionante Siglo de Oro, cuando las Espa?as estuvieron m¨¢s cerca de su verdadera identidad?.
?No ser¨ªa extra?o que, en ese inconsciente colectivo que se manifiesta en folklores y ceremonias, en viejos testimonios literarios y sorprendidos de viajeros y conversos, encontr¨¢ramos la explicaci¨®n de muchas cosas que ocurren hoy. Porque jam¨¢s ha existido el tiempo. Jam¨¢s el ayer. ?Son, por ventura, consecutivas las estrellas? Lo que sabemos, lo sabemos del todo y desde siempre. El problema estriba en recuperarlo y recordarlo.?
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