Ceuta y Melilla: el ¨²ltimo cupl¨¦ del PCE / y 2
Los bandazos y cambios de actitud del PCE con respecto a Marruecos muestran que los principios irrenunciables que tan a menudo invoca pueden ser abandonados de la noche a la ma?ana seg¨²n el curso mudable de consideraciones meramente t¨¢cticas. No estar¨¢ de m¨¢s recordar ahora la declaraci¨®n del comit¨¦ ejecutivo del partido fechada el 20 de febrero de 1961 en la que, por ejemplo, se especificaba: ?En el caso de los pe?ones, lfni, Saquiet el Hamra y R¨ªo de Oro, la legitimidad de las reclamaciones marroqu¨ªes ofrece a¨²n menos discusi¨®n. ( ... ) El PCE ( ... ) llama a todos los espa?oles y, en especial, a la juventud, a exigir la evacuaci¨®n de las tropas espa?olas que se encuentran a¨²n sobre territorio marroqu¨ª y la reintegraci¨®n a Marruecos de todos los territorios que, geogr¨¢fica e hist¨®ricamente, le pertenecen.? Tras varios a?os de silencio sobre el tema -el affaire del Sahara no figura siquiera en el programa de la Junta Democr¨¢tica de 1974- el PCE pas¨® abruptamente en 1975 de su viejo sost¨¦n a la reivindicaci¨®n nacional marroqu¨ª -defendida en¨¦rgicamente, no lo olvidemos, por el PC marroqu¨ª de Ali Yata- a un apoyo incondicional a las tesis argelinas y el movimiento independentista saharaui.El ?cambiazo?, ahora, se repite con nuestras ?plazas de soberan¨ªa?. Seg¨²n declaraciones de Ram¨®n Mendezona, miembro del Comit¨¦ Central del PCE, el partido est¨¢ reelaborando su l¨ªnea pol¨ªtica sobre Ceuta y Melilla a fin de ?adaptarla a las exigencias actuales?. Hasta hoy, manifest¨®, dicha l¨ªnea estaba basada en el punto treinta de su manifiesto-programa que exig¨ªa ?el retorno de estas dos ciudades a Marruecos salvaguardando los intereses de sus habitantes?. Las breves, referencias del ministro marroqu¨ª de Asuntos Exteriores ?en la Universidad yanqui de Georgetown? -cito las palabras de Mundo Obrero del 12-10-78: ? ?Cuando los camaradas Carrillo y Azc¨¢rate hablaron. en Harvard y Yale, no se trataba de universidades yanquis, sino de prestigiosas instituciones norteamericanas de la Ivy league!?-, han revelado por lo visto a los dirigentes del PCE que, al sostener, como sosten¨ªan, desde hace treinta a?os el car¨¢cter colonial de los dos enclaves, participaban inocentemente en una siniestra maniobra del ?sult¨¢n? marroqu¨ª. ?El actual chantaje (sobre los ?presidios?) -dice Mendezona- crea un clima de desestabilizaci¨®n que afecta al desarrollo normal de la democracia en Espa?a ( ... ) Cualquier actitud de apoyo al chantaje de Hassan se enfrentar¨ªa al esp¨ªritu de una Espa?a- democr¨¢tica.? (Declaraciones a la agencia Efe, del 4-12-78.)
El lector -una vez recuperado de? estupor que tan pasmoso razonamiento provoca- descubre as¨ª que la antigua reivindicaci¨®n marroqu¨ª de Ceuta y Melilla se ha trocado s¨²bitamente... ?en una maniobra desestabilizadora de nuestra democracia! Dado el cambio intervenido en Espa?a, Marruecos debe renunciar a su integridad territorial y tomar enconsideraci¨®n los deseos de la poblaci¨®n espa?ola ?de una autonom¨ªa diferente de la de las dem¨¢s regiones espa?olas? (?curiosas ?regiones? estos dos min¨²sculos enclaves situados en territorio extranjero, separados de Espa?a por el estrecho y sin un m¨ªnimo h¨¢bitat rural que desvirt¨²e su car¨¢cter urbano!)
Todo ello tendr¨ªa un m¨ªnimo de l¨®gica -de l¨®gica piednoir, claro est¨¢- si, al mismo tiempo que se condena la reclamaci¨®n marroqu¨ª en pro de nuestra democracia, no se manifestara bien alto, como es el caso, la ?irrenunciable soberan¨ªa espa?olas? de Gibraltar (v¨¦ase Mundo Obrero del 5-10-78). A la hora de renunciar, ?que renuncien ellos! Lo nuestro es, desde luego, irrenunciable. Pero, ?qu¨¦ dir¨ªan Mendezona y Azc¨¢rate si los comunistas ingleses calificaran de pronto la centenaria exigencia espa?ola del pe?¨®n de ?odioso chantaje destinado a desestabilizar al actual Gobierno laborista brit¨¢nico?? ?Lo que vale para Gibraltar no se aplica a Ceuta y Melilla? ?O acaso no han meditado en la ci¨¦naga de absurdidades a que inevitablemente conduce este tipo de razonamientos?
Pero la verdad, la l¨®gica y el mero sentido com¨²n brillan por su ausencia en la pol¨ªtica del PCE tocante a Marruecos. Negarse a admitir el t¨ªmido e insuficiente, pero real, proceso de democratizaci¨®n marroqu¨ª, que el reciente Congreso de la USFP puso de manifiesto, siendo as¨ª, que se rinde homenaje a ?partidos ¨²nicos? dirigidos por aut¨®cratas inamovibles y vitalicios; negar la entrada a una delegaci¨®n del PC marroqu¨ª al IX Congreso del partido, con el pretexto -como recordaba Seraf¨ªn Fanjul en su digna carta de dimisi¨®n del PCE- ?de que no hab¨ªa suficientes asientos? cuando s¨ª los hubo para los representantes de Alianza Popular; sacrificar las realidades hist¨®ricas y geogr¨¢ficas a simples consideraciones coyunturales; olvidar que, como declaraba el l¨ªder comunista Ali Yata, ?el aislamiento entre los comunistas marroqu¨ªes y espa?oles, tan contrario a los principios del internacionalismo, est¨¢ por completo injustificado?, muestran que el ¨²ltimo cupl¨¦ del PCE sobre Ceuta y Melilla se inscribe en el marco de una pol¨ªtica global que dif¨ªcilmente podr¨¢ calificarse de realista y, menos a¨²n, de revolucionaria.
Las cuestiones electoralistas y el manifiesto temor al malestar que el problema suscita en ciertos medios del Ej¨¦rcito no pueden convertirse en el punto de referencia de un partido que, te¨®ricamente al menos, se proclama anticolonialista y heredero del legado de Marx. Su objetivo deber¨ªa apuntar, al rev¨¦s, a la consecuci¨®n de un compromiso hispano-marroqu¨ª mediante un proceso de internacionalismo de la zona: velando por los intereses de la poblaci¨®n espa?ola y ligando dicha resoluci¨®n a la descolonizaci¨®n de Gibraltar. Tal fue la razonable propuesta del presidente Senghor durante su visita a Espa?a, y tal habr¨ªa de ser el objetivo de la totalidad de nuestras fuerzas de izquierda.
Que la extrema derecha se sirva del tema como bandera pol¨ªtica contra la democracia no impone ni mucho menos que ¨¦sta tenga que someterse a sus chantajes y exigencias anacr¨®nicas. Como dec¨ªa el editorialista de EL PA?S (25-6-78) refiri¨¦ndose a esta manipulaci¨®n farisaica: ?No son los ceut¨ªes ni los melillenses, ni siquiera el honor nacional que les llena la boca lo que preocupa ? a (los miembros) de la ultraderecha; su inter¨¦s reside principalmente en la erecci¨®n de obst¨¢culos reales o imaginarios, deformados o hipertrofiados, en los que pueda tropezar el proceso democr¨¢tico espa?ol. ?
Las desdichadas declaraciones de Azc¨¢rate y Mendezona prueban que el chantaje al ?entreguismo? ha surtido efecto, y el PCE ha ca¨ªdo en la trampa. Pero acusar de aqu¨¦l a Marruecos es cultivar una pol¨ªtica de avestruz que no enga?a ni puede enga?ar a nadie: quienes chantajean no son los marroqu¨ªes, sino los nost¨¢lgicos del r¨¦gimen anterior. Pretender resolver el asunto de Cauta y Melilla mediante la conversi¨®n de estas dos plazas africanas en ?regiones aut¨®nomas? es negarse a aceptar una vez m¨¢s la terca realidad de los hechos y seguir el mismo camino de autoenga?os y evasivas de Franco y Carrero respecto a la ?irrenunciable? presencia espa?ola en Ifni y el Sahara.
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