Alarma en Europa ante la hu¨ªda de las multinacionales nortemericanas
En menos de dieciocho meses, grandes empresas norteamericanas instaladas en Europa desde hace m¨¢s de veinte a?os han cerrado sus f¨¢bricas en el continente o reducido sus negocios al m¨ªnimo posible. Un dirigente de la General Electric acaba de se?alar que la retirada norteamericana puede evaluarse, en ese per¨ªodo, en cerca de 20.000 millones de d¨®lares. Sindicatos socialistas que hasta 1976 encontraban en el go home, yankee su principal slogan de batalla, empiezan a gritar ahora, como recientemente se ha visto en B¨¦lgica: Yankee, dont go (no te vayas, yankee). Los altos costos de producci¨®n y el incesante encarecimiento de la energ¨ªa, agravado ahora por la crisis pol¨ªtica iran¨ª, constituyen los motivos fundamentales del ¨¦xodo. Las mismas causas han inducido a numerosas industrias europeas a invertir en Estados Unidos, entre 1976 y 1978, m¨¢s de 30.000 millones de d¨®lares.
Aunque la reducci¨®n de las operaciones norteamericanas en Europa occidental se inici¨® ya a fines de 1975, fue en el ¨²ltimo verano cuando en el Mercado Com¨²n se observ¨® con claridad el fantasma de! la huida generalizada de d¨®lares. Por esos meses, Chrysler dio a conocer abruptamente la venta de sus negocios a Peugeot-Citr?en por 430 millones de d¨®lares. Hace menos de tres semanas, los 438 obreros y empleados de la f¨¢brica de semiconductores de la RCA en Lieja, B¨¦lgica, empezaron a organizar manifestaciones callejeras contra el cierre de la planta, decidido por la casa matriz de Estados Unidos, por su falta de competitividad en relaci¨®n con otra factor¨ªa similar de la misma empresa en Malasia. Poco antes, la B. F. Goodrich hab¨ªa hecho otro tanto con su f¨¢brica de Alemania Federal, y en este momento estudia la posibilidad de liquidar todos sus intereses en Europa. En Navidad, uno de los grandes holdings europeos de la ITT, dedicado a la producci¨®n de alimentos y cosm¨¦ticos, tambi¨¦n anunci¨® el cierre.
Alto costo de la mano de obra
?No cabe duda -explican los expertos de la Comisi¨®n Europea- que los precios de la energ¨ªa y las alarmante perspectivas en materia de suministros petrol¨ªferos en Europa, junto con la debilidad del d¨®lar, aparecen en el origen de la deserci¨®n de las multinacionales norteamericanas. Pero el factor determinante inmediato surge del notable encarecimiento de la mano de obra europea. Aun tomando en cuenta el proceso inflacionario, nos encontramos con que en B¨¦lgica esos costos han subido, desde 1970, en un 61%, y en Italia, el 70%. Mientras tanto, en Estados Unidos el alza ha sido de s¨®lo el 12%, y adem¨¢s el crecimiento o la recuperaci¨®n de su econom¨ªa se est¨¢ produciendo ahora en forma m¨¢s r¨¢pida que en Europa. Los ejecutivos yankees sostienen que, aparte de la crisis energ¨¦tica, s¨®lo parcialmente influyente en Estados Unidos, el despegue total de su econom¨ªa dom¨¦stica no se ha logrado todav¨ªa debido a que las industrias instaladas en territorio norteamericano se est¨¢n viendo obligadas a trabajar para mantener a sus filiales en Europa.?
Esta apresurada retirada incluye tambi¨¦n las participaciones de capital. En junio pasado, la General Electric remat¨® pr¨¢cticamente su parte en la Osram, la importante f¨¢brica de buj¨ªas electricas de Alemania Federal, y la entreg¨® a la Siemens, tambi¨¦n alemana, que al parecer recibi¨® para la compra, por parte del Gobierno de Bonn y de los bancos de la DG (la confederaci¨®n sindical socialdem¨®crata) ciertas facilidades hasta ahora nunca bien reveladas. Beckman Instruments, una de las primeras firmas norteamericanas que en el decenio de 1950 se introdujeron en Alemania, no s¨®lo ha clausurado su planta de Munich, en la que trabajaban quinientas personas, sino tambi¨¦n sus participaciones en cuatro o cinco industrias alemanas, una de ellas vinculada a los sindicatos. La lista de los ¨²ltimos desertores yankees en ambos terrenos abarca la Farah, de Texas, la Westinghouse y la W.R. Grace.
Ejecutivos demasiado caros
Seg¨²n un informe de la compa?¨ªa Arthur Andersen, al costo de la mano de obra local se suma adem¨¢s el de los ejecutivos norteamericanos en Europa, cuyos salarios ascienden, en muchos casos, a 150.000 d¨®lares anuales. Roger Asselmann, director general de esa empresa en Bruselas, ha declarado recientemente al semanario Time que con ese dinero cualquier multinacional puede enviar a Europa -en el Concorde- a uno de sus vicepresidentes durante diez semanas.
La deserci¨®n no s¨®lo se est¨¢ haciendo en favor de Estados Unidos, sino tambi¨¦n de ciertos pa¨ªses europeos, hasta hace poco relativamente ?marginales?, como Espa?a, o que en la d¨¦cada de 1960 hab¨ªan perdido atractivo, como Gran Breta?a. La Avon, la Chevron, la Memorex, la Playtex y los laboratorios qu¨ªmicos H¨¦rcules, todas ellas corporaciones s¨®lidamente afincadas en Bruselas durante los ¨²ltimos quince a?os o m¨¢s, han emigrado ahora a Londres. La Ford, de reciente presencia en Espa?a, amenaz¨® tambi¨¦n a finales del a?o pasado con dedicar su proyectada ampliaci¨®n de 450 millones de d¨®lares a los brit¨¢nicos, tras los buenos negocios hechos aqu¨ª en 1977 y 1978; y s¨®lo despu¨¦s de un largo forcejeo, que ha incluido varias entrevistas del se?or Ford con nuestras m¨¢s altas instancias de poder, parece decidido -a¨²n no se sabe bien a cambio de qu¨¦- a ?ampliar? en la Pen¨ªnsula.
Se estima que en la actualidad las inversiones norteamericanas en Europa oscilan entre los 60.000 y los 70.000 millones de d¨®lares. El Gobierno franc¨¦s, que a partir de la grandeur gaullista encar¨® siempre con bastante xenofobia las radicaciones de capital y tecnolog¨ªa yankee, acaba de enviar una misi¨®n a Estados Unidos para reclutar inversionistas. Pero el propio presidente Giscard d'Estaing tropez¨® con las reticencias de Carter sobre esa posibilidad en la cumbre de Guadalupe, en enero. Por lo que ha trascendido, los norteamericanos exigen ahora, quiz¨¢ por primera vez en su historia, contrapartidas pol¨ªticas para extender su imperio multinacional. ?Hasta 1973 -recuerda un manager norteamericano en Espa?a- ocurr¨ªa exactamente lo contrario: era Washington el que ofrec¨ªa esas contrapartidas.?
Espa?a, Israel y el petr¨®leo de Irak
Este espinoso asunto de las concesiones pol¨ªticas a cambio de inversiones puede convertirse en un elemento de complicaci¨®n grave en el ¨¢mbito de las relaciones multilaterales entre Washington y sus aliados europeos, sin excluir a Espa?a. Ha sido, aparentemente, la Casa Blanca la que ha sugerido al primer ministro israel¨ª, Menahem Begin, que reclame p¨²blicamente el establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas entre Espa?a e Israel, tal como el premier jud¨ªo hizo el lunes pasado. Por esa v¨ªa, Washington pretender¨ªa arrimar m¨¢s ascuas europeas a los acuerdos de Camp David, no s¨®lo de cara al conflicto entre ¨¢rabes y jud¨ªos, sino tambi¨¦n al que Estados Unidos afronta ahora en Ir¨¢n y Afganist¨¢n. Lo curioso es que la petici¨®n de Begin ha coincidido con ciertas versiones, tambi¨¦n de procedencia norteamericana -y en absoluto confirmadas por las autoridades locales-, seg¨²n las cuales Espa?a, ?desesperada? por el corte del abastecimiento petrol¨ªfero iran¨ª, se habr¨ªa comprometido con Irak a no reconocer a Israel para que el Gobierno de Bagdad le entregara inmediatamente 300.000 toneladas de crudos, que ya han llegado o est¨¢n llegando a nuestros puertos.
En algunos medios pol¨ªticos se estima que la declaraci¨®n de Begin s¨®lo fue un ?tanteo?, no tanto para medir la voluntad espa?ola respecto de las relaciones con Jerusal¨¦n, sino m¨¢s bien para sopesar lo ocurrido entre Madrid y Bagdad y las intenciones hispanas en torno del problema general de Oriente Pr¨®ximo y de las nuevas tensiones sovi¨¦tico-norteamericanas; intenciones hoy bastante m¨¢s importantes para Washington que antes de la crisis iran¨ª. Un diplom¨¢tico europeo nos ha dicho que el ?silencio? espa?ol despu¨¦s de la declaraci¨®n de Begin ha sido anotado con cuidado por el Departamento de Estado, pero que a su criterio la Casa Blanca tratar¨¢ de romperlo, como ha hecho con otros ?silencios? europeos, por medio, precisamente, de inversiones y arreglos comerciales especiales.
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