Las marionetas de Paul Klee, expuestas en Par¨ªs
Sobre el fondo completamente negro de la Galer¨ªa Suiza de Par¨ªs, en el interior de las cajas de cristal que las protegen, aparecen impresionantes, fant¨¢sticas (pese a tener un tama?o normal), las treinta marionetas que restan de todas las que Paul Klee realiz¨® para su hijo F¨¦lix. Muchas de ellas, debido a los sucesivos traslados de la familia y la guerra, han desaparecido.Si estas marionetas impresionan, si conmueven y emocionan es, sobre todo, por la sabia inocencia ,de su realizaci¨®n, por la fundamental intuici¨®n de un artista que accede, en la edad adulta, a los arcanos del mundo infantil, que atraviesa y da forma a este mundo m¨¢gico -ir¨®nica y alegremente en algunos casos, triste y cruel en otros-, sin someterlo a un proceso de transformaci¨®n caricatural, bas¨¢ndose, como es tan habitual, en la idea -dir¨ªamos mejor el prejuicio- de lo que el adulto piensa es el mundo infantil.
Nunca escondi¨® Klee su admiraci¨®n por el trabajo de los ni?os (guardaba cuidadosamente los dibujos de su hijo y sus amigos), ni neg¨® en su obra un intento. consciente de penetraci¨®n, reutilizaci¨®n intencionada, en su caso, de esta forma infantil, liberadora, de hacer; ?prehistoria del arte?, como escribi¨® en 1912, tras haber conteniplado, en la Galer¨ªa Tarinhauser, por primera vez, una exposici¨®n del Caballero Azul y dejarse impresionar por la obra de Kandinsky.
?En efecto, hoy -escribi¨® Klee- los comienzos absolutos del arte pueden encontrarse todav¨ªa, ¨²nicarnente, en los museos de etnograf¨ªa o en casa de uno mismo, en el cuarto de los ni?os. No se r¨ªa el lector, esto les ha sido dado a los ni?os y hay una gran sabidur¨ªa en ello. Cuanto m¨¢s torpes, m¨¢s instructivos son los ejemplos que nos dan. Deben ser preservados de la corrupci¨®n. Paralelas a ellas tenemos las producciones de los locos, pero no ser¨¢ utilizando en sentido peyorativo las expresiones "infantilismo" o "alienaci¨®n mental", que hablaremos de una forma justa. Todo esto debe tomarse en serio, m¨¢s en serio que todas las pinacotecas si, verdaderamente, lo que hoy se desea es una reforma.?
Frente a la ceguera de quienes, pretendiendo menospreciarla o minimizarla, calificaban su obra de ?ni?er¨ªas? o ?demenciales?, Klee afirmaba, no sin cierta tristeza nost¨¢lgica: ?Los cr¨ªticos dicen a veces que mis cuadros se parecen a los garabatos o mamarrachos de los ni?os. Si al menos fuera cierto... Lo que pinta mi hijo F¨¦lix vale m¨¢s que todos mis cuadros que, con frecuencia, se han filtrado gota a gota a trav¨¦s de mi cerebro.
Desgraciadamente es algo que no consigo siempre impedir, pues trabajo demasiado. Es verdad. Los doctores dicen que mi obra es la de un enfermo.? (Paul Klee, por ¨¦l mismo y por su hijo, conjunto biogr¨¢fico recogido por F¨¦lix Klee.) El poeta coronado (1919); El esquimal (1924), un rostro realizado con un trozo de madera y restos de pieles; El loco perfecto (1925), unos ojos que parecen escaparse en un vuelo; El esp¨ªritu el¨¦ctrico (1923), una cabeza que es un ver dadero enchufe; El guerro alem¨¢n (1921); El monje (1922), un aire dogm¨¢tico de superioridad; El esp¨ªritu de las cerillas (1925), una cabeza construida con las cajas; El diablo (un guante de piel se transforma h¨¢bilmente en cuernos, orejas o nariz); El barbero de Bagdad (1921), impresionantes ojos azules que todo lo escudri?an; El autorretrato (1922), un rostro afilado y unos profundos y rasgados ojos oscuros, los mismos que, desde la enorme foto de Paul Klee, que cubre la pared del fondo de la galer¨ªa, abarcan el espacio, son otros tantos mu?ecos realizados con toda clase de materiales, recuperados aqu¨ª y all¨¢, o en sus frecuentes visitas a ?los rastros?: ?Para hacerlas, empleaba al principio escayola, sobre todo; luego utiliz¨® otros materiales: cart¨®n-piedra, cajas de cerillas, enchufes viejos, etc¨¦tera. Las cabezas las pintaba con colores delicados o sombr¨ªos, seg¨²n el car¨¢cter del personaje. Al principio era Sacha Morgenthales quien hac¨ªa las ropas, pero luego fue mi padre mismo, utilizando la vieja m¨¢quina de coser familiar que funcionaba a mano?, escribe su hijo, recordando las representaciones del teatro de marionetas, en presencia de los colegas de la Bauhaus (la mayor parte de los mu?ecos expuestos fueron realizados entre 1920-1925, ¨¦poca en la que escribi¨® tambi¨¦n lo fundamental de su teor¨ªa del arte).
Las marionetas de Paul Klee -es sorprendente su correspondencia con algunos de sus dibujos- no viajar¨¢n m¨¢s. Tras la pasada exposici¨®n en Neuch¨¢tel (20 de enero, 5 de marzo 1978), la de Par¨ªs (hasta el 31 de marzo) ser¨¢ la ¨²ltima; a partir de entonces s¨®lo podr¨¢n contemplarse en fotograf¨ªa (tama?o natural) en el libro que se editar¨¢ cor los fondos recogidos de la venta de postales y carteles de las misri tas. Las marionetas de Klee son el testimonio de lo que el artista-profesor ense?aba en sus clases te¨®ricas.
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