Nathalie Sarraute: "Debemos llevar a la novela las transformaciones de todo el arte moderno"
La representante del "noveau roman", en Madrid
Nathalie Sarraute ha pasado por Madrid para la lectura, el jueves pasado, de su pieza teatral El silencio, en el Instituto Franc¨¦s. Nathalie Sarraute, que para muchos es la encarnaci¨®n de la literatura, la mujer escritora casi por antonomasia, es menuda e, indudablemente, inteligente. Se impone de manera peculiar, tras una ternura que cubre los rasgos de la cara y los gestos, esa inteligencia vertebral, constitutiva de una personalidad que la obra no hace sino constatar.
Se trata de una obra dif¨ªcil, que Nathalie Sarraute ha investigado en ensayos tan l¨²cidos como La era del recelo: una propuesta que, seg¨²n dijo a EL PAIS, ?consiste en detectar y practicar en literatura los mismos cambios que se han producido en todo el arte contempor¨¢neo?. ?Lo que une al nouveau roman -dir¨ªa despu¨¦s- es la necesidad de defender la libertad de las formas, la capacidad de prescindir de lo que se desee, la necesidad de hacerlo. La novela prescinde ya de los personajes, de las historias, de las totalidades. Quer¨ªamos que en la novela ocurriera la misma transformaci¨®n que en todas las artes.?Nathalie Sarraute, dice, vive una vida ?de la que no hay nada que decir. Que nac¨ª en Rusia, que a los dos a?os vine a Par¨ªs. Que he conservado la lectura rusa en ruso, aunque lo escriba peor, porque mi lengua de la escuela ha sido el franc¨¦s. Pero me han influido tanto dos escritores rusos: Dostoievsky, sobre todo, y Chejov?. ?He vivido desde el 39 al 56 en una soledad absoluta, dedicada a la escritura, y sigo escribiendo. Trabajo regularmente, con dificultad y lentitud. Vivo en un peque?o apartamento de Par¨ªs, y tengo una casita en el campo. Tengo tres hijas y las tres trabajan.?
Dostoievsky est¨¢ en los or¨ªgenes, en la ra¨ªz de la nueva novela en la visi¨®n de Sarraute, por su selecci¨®n de los marginales, y por su inmersi¨®n en los terrenos de lo inconsciente, de la desnaturalizaci¨®n de las personalidades, en los l¨ªmites de la voluntad. Ese camino abierto para que sea llevado al final, a la investigaci¨®n minuciosa, obsesiva, que es la piedra de toque de sus novelas propias. ? Mi novela -dice- trata de mostrar esos momentos fugitivos, esos estados de ¨¢nimo que apenas comienzan y, detr¨¢s de la conciencia, pueden desvanecerse en un momento. En la novela se trata de buscar las im¨¢genes que den los equivalentes de estos estados, fugaces, en los l¨ªmites de la conciencia, que casi inconfesados encontramos en nosotros mismos.?
?Los di¨¢logos, en la novela, no hacen falta. Estos estados pueden aparecer detr¨¢s, en esos antidi¨¢logos, en esas subconversaciones, porque como en el resto del arte contempor¨¢neo, las estructuras se parcelan y los personajes se deben parcelar hasta su desaparici¨®n como tales personajes.?
?Por eso, la tentativa teatral era tan fuerte, tan especial. Se trataba de dilucidar esos mismos estados, pero por los medios contrarios: se trataba de pasar a los di¨¢logos mismos lo que yo trataba de encontrar en las subconversaciones, en esas zonas subinconscientes. Y, as¨ª, apareci¨® El silencio, en 1964. Me hab¨ªan pedido un gui¨®n para Radio Stuttgart. Fue un reto: apareci¨® una obra que era teatro y no era teatro, que simplemente era di¨¢logo, en torno a ese cierto silencio insoportable, esas cosas que nunca expresamos en la vida real. Era lo contrario que en la novela: lo que en ¨¦sta permanec¨ªa atr¨¢s, aqu¨ª pasaba a ser expresado, y todo agrandado, exagerado, presentado al ralenti... El trabajo en teatro era m¨¢s simple, pero me interesa, me divierte hacer teatro.?
Olvidar las estructuras convencionales
Naturalmente, cuando se habla de novela o de teatro hablando de Nathalie Sarraute, hay que olvidar, como dice m¨¢s arriba, las estructuras convencionales de los dos g¨¦neros. ?En el silencio -dice- no pasa nada, no existen personajes, no hay una historia. No se sabe, por ejemplo, el sexo de los personajes, ni qu¨¦ hacen en la vida, ni qu¨¦ les pasa. Lo ¨²nico que importa es esos malestares, esas relaciones con el silencio.?A esta escritora paciente, que se arriesga con mi escaso franc¨¦s, se le encuadra dentro de la novela abstracta, del nouveau roman: ?Bueno -dice-, yo empec¨¦ la primera. Tropismos es de 1932.? y Tropismos result¨® ser un buceo que trasladaba a la novela esa parcelaci¨®n de sus estructuras que en artes pl¨¢sticas se llama a veces abstracci¨®n. ?La cr¨ªtica me trat¨® como si fuera un intento absolutamente loco: como yo no escrib¨ªa "dice Jean", o "contest¨® Louis" tuve que pensar porqu¨¦ no escrib¨ªa eso. De ah¨ª salieron ensayos que se publicaron en la NRF y en Temps Modernes... En 1956, Robbe-Grillet empez¨® a interesarse por mi trabajo. El estaba entonces en las Editions du Minuit, y edit¨® Tropismos. En aquel mismo a?o aparec¨ªa su libro La jaloussie, y fue un cr¨ªtico, Emile Henriot, quien bautiz¨® la relaci¨®n entre los dos libros como un g¨¦nero nuevo. El fue el que nos puso el nombre de nouveau roman.?
Inter¨¦s por los movimientos interiores
?Robbe-Grillet y yo misma est¨¢bamos muy contentos, porque se fraguaba un movimiento de escritores para defender la libertad de las formas en la escritura, el derecho de los autores a suprimir los personajes, las historias, el tiempo, a adecuar la escritura, la novela, a la visi¨®n de lo real que ya hab¨ªan constatado las otras artes. Y aparecieron Michel Butor y Claude Simon, y ah¨ª estaba ya aquel movimiento.? ?Pero no hubo nunca ni hay nada parecido, por ejemplo, al surrealismo: no hab¨ªa jefes ni hab¨ªa postulados en positivo. S¨®lo nos un¨ªa la idea de que la novela se transformara como las otras artes.?De todas maneras, el resultado y los campos de investigaci¨®n son distintos: ?Yo hago exactamente lo contrario que Robbe-Grillet. Yo me intereso por los movimientos interiores, mientras que ¨¦l describe minuciosamente los objetos exteriores. En mi caso el exterior no existe, mientras que ¨¦l va dando esas visiones planas de los objetos, quietas, que s¨®lo cambian de visi¨®n en visi¨®n.? Respecto a Michel Butor, dice: ?Con ¨¦l es m¨¢s complicada la diferencia. No s¨¦ explicarla. Yo no soy cr¨ªtica, y si he escrito ensayo es s¨®lo por la necesidad de entender mi propio trabajo.? Y respecto a la relaci¨®n, aparentemente fecunda e in¨¦dita, entre los novelistas del noveau roman y los cr¨ªticos de la nouvelle critique, que posiblemente m¨¢s que nunca es mutua, dice: ?Creo que son dos movimientos paralelos, aunque realmente se encuentren. La nouvelle critique se gu¨ªa por la ling¨¹¨ªstica, el estructuralismo y el psicoan¨¢lisis, y eso les permite entendernos. Nosotros tambi¨¦n nos explicamos desde estos puntos de vista. Pero no creo que sea positivo que el escritor trabaje para satisfacer ciertas teor¨ªas.?
Las ra¨ªces de la escritura est¨¢n en la literatura: adem¨¢s de los rusos, de que hablaba m¨¢s arriba, reconoce Nathalie Sarraute ?la importancia del descubrimiento de Proust, muy temprano, en 1923, y poco despu¨¦s, de Joyce. Un libro de Thomas Mann, Tonio Kr?zer, me dio las ganas, el deseo de escribir?. ?Kafka, en cambio, se me escap¨®: s¨®lo en 1947 Sartre me invit¨® a leer El proceso.?
Preguntada sobre esas ?dificultades cr¨ªticas? primeras, se le ocurre a la periodista en qu¨¦ sentido habr¨¢ influido el hecho de que sea Nathalie Sarraute una mujer: ?He tenido dificultades, cierto, pero tengo la impresi¨®n de que no han sido por el hecho de ser mujer, sino por cortar con las costumbres literarias. Han sido dificultades estrictamente literarias.?
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