Ambig¨¹edad y semidesarrollo
Candidato de UCD al Congreso por Madrid
Desde el momento en que se pudo advertir con toda claridad que la Corona propiciaba el proceso de cambio hacia la democracia, nuestro pa¨ªs se enfrent¨® a una opci¨®n decisiva: la del cambio mediante la reforma o la del cambio mediante la ruptura. La de Su¨¢rez y la del PSOE.
La primera opci¨®n se materializ¨® en el programa del Gobierno Su¨¢rez y despu¨¦s en el programa electoral de UCD del 15 de junio. En esa ocasi¨®n, UCD expuso de forma expl¨ªcita y con absoluta claridad su estrategia y sus contenidos pol¨ªtico-constitucionales, en una oferta electoral concreta que, avalada primero por una mayor¨ªa de los electores, fue luego desarrollada y cumplida. Buena prueba de ello es el contenido concreto de la Constituci¨®n democr¨¢tica y hasta la convocatoria de las presentes elecciones.
La oferta rupturista, fundamentalmente protagonizada por el PSOE, y de car¨¢cter radicalmente opuesto en su estrategia, medios y fines, estaba y est¨¢ explicada en las resoluciones adoptadas por el PSOE en diciembre de 1976 en su XXVII Congreso y publicadas en las p¨¢ginas 115 a 142 del libro editado por el partido, actualmente ?agotado?. Sin embargo, en la campa?a electoral del 15 de junio el PSOE no explicit¨® esa oferta pol¨ªtica, ni en la televisi¨®n ni en los m¨ªtines. Eludi¨® la confrontaci¨®n program¨¢tica real de aquellas elecciones, como llevar el proceso de transici¨®n y qu¨¦ contenidos habr¨ªa que dar al ordenamiento constitucional a desarrollar. La sustituy¨® por unas borrosas y nunca concretas ?alternativas? a otros problemas que no eran el eje esencial de aquella contienda. Eso en la radio y en la televisi¨®n. Pues en los m¨ªtines, ni en el mejor de los casos, los contenidos fueron susceptibles de reducci¨®n a una oferta pol¨ªtica concreta, racional y moderna.
En momento tan fundamental, el PSOE escurri¨® su papel. Eludi¨® definirse sobre lo que estaba en juego y lo hizo porque sab¨ªa que el electorado prefer¨ªa el esquema de transici¨®n UCD y hab¨ªa, por tanto, que presentarse moderadamente y no discutirlo, por una parte, pero escabullir el cambio de postura ante su militancia, por la otra. El producto resultante, referencias a los cuarenta a?os y a las eternas alternativas, promet¨ªa ¨¦xito y no compromet¨ªa pol¨ªticamente. As¨ª sucedi¨®.
Verificado el cambio seg¨²n el esquema UCD, las elecciones del primero de marzo habr¨ªan sido una magn¨ªfica ocasi¨®n para una confrontaci¨®n program¨¢tica. Es cierto que el texto constitucional ha zanjado la discusi¨®n b¨¢sica en cuanto a modelo de sociedad, sistema econ¨®mico y estructura del Estado y, que el abandono tolal de posiciones del PSOE en estas, materias no fue, ni debe ser, criticado por quienes desde un campo adverso, pero con una ¨®ptica pluralista, no quieren destruir y aniquilar a su adversario como ellos a UCD y advierten la conveniencia de que dicho partido se vaya convirtiendo en una fuerza pol¨ªtica racional, moderna y europea, sin duda un muy largo camino por recorrer.
Sin embargo, la Constituci¨®n, aunque menos que otras, deja resquicios que permitir¨ªan presentar ahora esas famosas alternativas socialistas. Y, en efecto, ahora que la gran incertidumbre se ha disipado, UCD sali¨® a la palestra a presentar, explicar y ofrecer, con el m¨¢ximo detalle, un programa concreto para problemas concretos. Un programa coherente con unos principios ideol¨®gicos y su Congreso.
Pero el PSOE se camufla de nuevo. Elude la cuesti¨®n y presenta un programa ultramoderado, ni siquiera socialdem¨®crata, cuya ¨²nica nacionalizaci¨®n la del Banco Rural y Mediterr¨¢neo, sin duda como un rasgo de humor dirigido a su sufrida militancia. Sustituye la confrontaci¨®n ideol¨®gica y program¨¢tica por la petici¨®n de un duelo al sol y en singularcombate. Enfoca su campa?a en la protesta por que televisi¨®n no ignore que existe un Gobierno y en la pataleta de que las municipales tengan lugar un mes despu¨¦s y no antes de las generales. Vale la pena recordar que las municipales se han convocado de acuerdo -con los plazos fijados por una ley votada por el PSOE y las generales en el momento exacto que pidi¨® el XXVII Congreso, al entrar en vigor la Constituci¨®n. Y, al mismo tiempo, nos sorprende con la defensa de un programa liberal, individualista y antiestatalista, sin ninguna referencia al socialismo.
?A qu¨¦ obedece todo ello? A que los l¨ªderes del PSOE saben que, verificado el tr¨¢nsito en la razonable l¨ªnea sostenida por UCD, las soluciones a los problemas concretos son s¨®lo las que tolera la econom¨ªa espa?ola, desea la mayor¨ªa y ofrece el centro.
Pero como esa,evidencia no pueden admitirla, hay de nuevo que distraer la atenci¨®n y levantar cortinas de humo con otras cuestiones para eludir a cualquier precio la confrontaci¨®n no ya ideol¨®gica, sino incluso program¨¢tica.
En el fondo, igual que el 15 de junio el ¨²nico contenido concreto discernible era ?nosotros somos m¨¢s dem¨®cratas?, ahora la aceptaci¨®n de las soluciones centristas se oculta tras el contenido esencial de esta campa?a: ?nosotros - haremos la pol¨ªtica del centro mejor que el centro?.
Pero no es as¨ª. El PSOE, que habr¨ªa sido el irremediable administrador temporal de los desastres de la ruptura de haber triunfado esa opci¨®n, es claramente el peor dotado para administrar la pol¨ªtica reformista que exige la consolidaci¨®n del proceso democratizador logrado al alt oprecio del consenso.
De la aplicaci¨®n del programa del XXVII Congreso podr¨ªa deducirse una oferta n¨ªtida y espec¨ªfica, aunque netamente alejada de los deseos de la mayor¨ªa del pueblo espa?ol, pero mientras no cambien las bases ideol¨®gicas, las actuales ofertas, ba?adas de aparente cautela, s¨®lo pueden considerarse una operaci¨®n electoralista, sin conciliaci¨®n posible con el programa de dicho Congreso.
En dos ocasiones electorales. los dirigentes del PSOE han evitado pronunciarse entre militancia y votancia. Pero, por mucha que sea la capacidad que se les atribuya, ?es posible, pensar que el PSOE pueda asumir responsabilidades reales de gobierno, adoptar las medidas que el momento impone, con la inseguridad que generar¨ªa su hipot¨¦tico triunfo; rechazar la presi¨®n que inevitablemente ejerc¨ªa la UGT y sus bases izquierdistas, completar la modernizaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs, sanear la econom¨ªa, encauzar las autonom¨ªas y, al mismo tiempo, poner su propia casa en orden? ?Y todo ello-aplicando el PSOE un programa de centro? La aventura de apostar por todo y, al mismo tiempo, a nadie se le escapa. Y esa, y no otra, es la cuesti¨®n.
Antes de acercarse al Gobierno, el PSOE necesita clarificar sus contradicciones en un congreso. Ser¨ªa tr¨¢gico que ese congreso se celebrase con los socialistas en el poder, porque sus problemasinternos percutir¨ªan no s¨®lo sobre los votantes del se?or Gonz¨¢lez, sino sobre todos los espa?oles. Cien a?os dan para mucho y ya en una hora crucial para Espa?a la ocasional mayor¨ªa izquierdista de un ¨®rgano directivo del PSOE impidi¨® a Indalecio Prieto constituir un Gobierno cuya existencia bien pudiera haber alterado nuestros destinos.
Quien vota PSOE no vota s¨®lo al se?or Gonz¨¢lez y a su aparente programa electoral, sino que pone los destinos del pa¨ªs en manos de una mayor¨ªa de militantes con posibilidad de imponerse, inevitablemente, a todos en el XXVIII Congreso. ?Y si fueran los de Atarfe? ?0 los de la pancarta de Fuentevaqueros, o los que ped¨ªan las 200.000 depuraciones?
Hace a?os, en un sugerente ensayo, se?alaba tierno Galv¨¢n la ambig¨¹edad que -seg¨²n ¨¦l- reviste la ¨¦tica cristiana en una sociedad semidesarrollada. El actual estado de desarroll¨® del PSOE le hace ser un partido fundamentalmente ambipo en sus perfiles, sus f¨®rmulas, sus acciones y su estrategia.
La definitiva consolidaci¨®n de la democracia, la modernizaci¨®n de Espa?a y la soluci¨®n de nuestros problemas no permiten llevar la ambig¨¹edad al poder. Y si el pa¨ªs quiere tener realmente una alternativa para el futuro, que se la deje madurar para que en pr¨®ximas ocasiones pueda comparecer con genuinas propuestas y con rasgos distintivos. Que consagren de nuevo o eliminen el mar xismo es su problema. Que no hablen de esta cuesti¨®n o la escamoteen en la televisi¨®n, lo es de ellos y de quie?es puedan votarles, porque pueden votar sin saber qu¨¦ votan. Que se clarifiquen de una vez es problemix de todos. Ser¨ªa tr¨¢gico para ellos y para el pa¨ªs que tal clarificaci¨®n y tales batallas internas tuvieran lugar desde las l¨ªneas del Bolet¨ªn Oficial del Estado.
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