Carlos Alcolea
Tengo un amigo que para expresar un m¨¢ximo de admiraci¨®n hacia algo, un cuadro, un disco o un paisaje, suele decir: ??Esto aguanta un ¨¢cido!? Se lo escuch¨¦ por ¨²ltima vez en la inauguraci¨®n de Carlos Alcolea y, aunque yo no siempre comparto sus juicios, no dud¨¦ en darlo por bueno en esta ocasi¨®n. Seg¨²n cuenta mi amigo, y aqu¨ª me limito a transcribir literalmente sus opiniones, no todo, ?aguanta un ¨¢cido?, m¨¢s bien al contrario. ?No se trata de una cuesti¨®n de voluntad -afirma ¨¦l-, sino de un efecto autom¨¢tico. El ¨¢cido dota al ojo como de un talante el¨¦ctrico, la mirada se queda como prendida en todos los dispositivos y circuitos el¨¦ctricos, todo lo dem¨¢s se borra o se difumina.
Carlos Alcolea
Galer¨ªa Buades. Claudio Coello, 42
Flu¨ªdos el¨¦ctricos
Y no s¨®lo a lo obviamente el¨¦ctrico, como en las farolas de las calles, los anuncios de ne¨®n o los escaparates iluminados por la noche. Ayuda tambi¨¦n a descubrir flu¨ªdos el¨¦ctricos debajo de muchas otras cosas, en las venas, en el cuerpo, en otras miradas y, cr¨¦eme, tambi¨¦n en la pintura. Hay colores que se encienden y colores que se apagan. En algunos cuadros ves perfectamente como muchos dispositivos se disparan, est¨¢n en continuo funcionamiento. Tiene que haber por fuerza algo el¨¦ctrico en estos colores y estos dispositivos. Mira aqu¨ª, por ejemplo (me se?ala el Miki Mouse), hay algo que no para de funcionar realmente, cr¨¦eme.? Sigue cont¨¢ndome que ¨¦l ha hecho muchas veces la prueba en el Prado, descubriendo as¨ª muchos dispositivos (esta es la palabra que utiliza) en cuadros que ya cre¨ªa agotados de tanto mirarlos. A m¨ª, claro, me gustar¨ªa creerle y por eso transcribo algunas de sus sugerencias, pero no creo, en cambio, que sea forzoso realizar la experiencia en la exposici¨®n de Alcolea, pues si hay muy pocos cuadros que ver en ella, tan s¨®lo cuatro, s¨ª hay mucha pintura que ver y cada cuadro promete no agotarse con una mirada, ni con dos, ni con tres.... prometen incluso aguantar una mirada el¨¦ctrica, como dice mi amigo. Y no es esto poco al referirse a un cuadro, acostumbrados como estamos ya en el ejercicio de esta profesi¨®n a agotar exposiciones enteras aun antes de mirarlas. Se agradecen, pues, estas invitaciones a la zambullida, estas seducciones a la retina que prometen un viaje ininterrumpido, un deslizamiento continuo. De visita imprescindible, por tanto. El cat¨¢logo es, adem¨¢s, uno de los m¨¢s logrados en la historia de Buades y contiene un excelente texto de Patricio Bulnes, fundamental para acercarse a esta pintura de Alcolea. No resisto la tentaci¨®n de citarlo: ?La topolizaci¨®n del pintor, ese naufragio en la superficie, pasa entonces por la fabricaci¨®n de un arco bizco, dar en la diana es el fraude de la pintura, pintar en cambio el Matisse de d¨ªa, Matisse de noche es el arquero frustrado, el arquero dando con el pie en el suelo. Ese tableteo impaciente de la puntera en la tierra, el zahor¨ª lo sabr¨ªa, otros ojos lo sabr¨ªan, es el comp¨¢s que anuncia la venida del agua, el arquero olvidado del blanco, acompasa sin saberlo una nueva danza.?
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