Neosocialismo
No lo llamemos todav¨ªa socialdemocracia. Llam¨¦moslo neosocialismo. Porque no me refiero tanto al proyecto no demasiado sugestivo de vida en com¨²n que nos ofrec¨ªan los psoes filipenses (desde el poder o desde la noble y leal Oposici¨®n a Su Majestad), como a esa delicada, imperceptible y, sin embargo, sensible migraci¨®n de altas damas, calandrias de la pol¨ªtica, con su bandada de machos detr¨¢s, que abandonan el discreto encanto de la burgues¨ªa y, volando en la sombrilla de encaje de la abuela, como Mary Poppins en su paraguas, por sobre los tejados de Madrid, empiezan a descubrir el encanto igualmente discreto del socialismo con sacarina. Pues ni eso.Uno, que vive de olisquear los finos vientos del spleen madrile?o (hasta que viene el de Guadarrama, menos fino, y me tumba en cama con la faringitis de la cosa), uno, digo, empez¨® a adivinar esto cuando la visita de Olof Palme, si ustedes se acuerdan, en el Palacio de Exposiciones y Congresos. Ven¨ªa sin hucha y mejor peinado que la otra vez. Me llam¨® Sylvia, mi argentina off Videla (que a¨²n no ha entrado de florista desnuda en los pubs de madrugada, pero todo se andar¨¢):
-?Ten¨¦s unos prism¨¢ticos, vos?
No ten¨ªa yo unos prism¨¢ticos, vos, pero tuve la visi¨®n prism¨¢tica de una derecha porte?o/madrile?a que levantaba el pu?ito pecaminosamente, dentro del guante de ganchillo y alcanfor, un¨¢nime con Olof y Felipe. Acaban de descubrir el discreto encanto de la socialdemocracia, me dije. Estamos perdidos. Pues ni eso.
Y en efecto, empezaron a ir a los m¨ªtines psoe como antes iban a los conciertos de Fr¨¹beck de Burgos. Cambiaban la filarmon¨ªa franquista de Fr¨¹beck de Burgos por la polifon¨ªa socialista de Felipe, que tiene manos morenas y largas de guitarrista triste y sevillano. Es el Paco de Luc¨ªa de la guitarra socialista, con bord¨®n que suena a Pablo Iglesias. Pues ni eso.
Aparte los escrutinios, las sofemasas, los sondeos previos a los sondeos previos y la noche de los pron¨®sticos largos que acabamos de vivir (s¨®lo UCD, por cierto, me invit¨® a su fiesta: y yo todo el a?o haciendo de rojo bueno), aparte la peluca y la casaca, los r¨ªos arteriales y nerudianos y el folklore, lo que hay en la vida espa?ola, en las se?oritas y se?oras de escasos medios intelectuales y medianos medios sociales, es el descubrimiento travieso, paulatino y ruborizante del socialismo, del neosocialismo, de la socialdemocracia, de la cosa. Pues ni as¨ª.
Con lo que quiz¨¢ no hab¨ªa contado Su¨¢rez, que cuenta con todo, es con la aceleraci¨®n hist¨®rica (que ¨¦l mismo le imprime a la Historia) y mediante la cual resulta que Felipe es hoy, televisivamente hablando, lo que era Su¨¢rez hace dos o tres a?os: el hombre de Neanderthal de la sepultada democracia espa?ola, el hom¨ªnido de Grossetto de la reforma social, pero que anda y encima est¨¢ bueno, tan bueno como el otro. Pues ni as¨ª.
Tanto las se?oras de Mingote como las esbeltas progres de derechas, tiran aqu¨ª de sus hombres, maridos, amantes, ligues, experiencias paralelas, matrimoniales, extra o pre, y ellas, en tres a?os de postfranquismo acelerado, han llegado a licenciarse y comprender que aquello del servicio social en el Castillo de la Mota, con himnos de Pilar y homil¨ªa semanal de do?a Isabel la Cat¨®lica en persona, era un trauma a superar. Pues ni as¨ª.
Est¨¢n aprobando todas la asignatura pendiente del progresismo.
Se lo dije una vez a Su¨¢rez en el bar de las Cortes y no s¨¦ ni si me oy¨®:
-Deja dormir al perro dormido, Adolfo.
Pero una vez despertado el perro del hortelano de la Historia, una vez liberadas del Castillo de la Mota, con almenas de castidad, las espa?olas han decidido liarse la manta de la cama a la cabeza del adulterio democr¨¢tico, y Su¨¢rez, que hace dos o tres a?os les parec¨ªa el novio fascinante para las bodas de sangre con la reforma, hoy les recuerda como un poco a Pilar, y andaban todas de Madame Bovary televisivas con el neosocialismo. El s¨ª de las ni?as -como previera Morat¨ªn, aquel ilustrado-, debiera ir siendo ya para Felipe. Pues ni as¨ª.
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