Mis p¨¢ginas amarillas
Angel Harguindey, que es mi se?orito en esta secci¨®n del peri¨®dico, me ha resuelto nada menos que el problema de desdoblamiento de personalidad, desgarr¨®n que aflige a todo intelectual consciente desde Baudelaire hasta Rafael Conte.
La cosa fue almorzando con Angelito y Luis Berlanga. (Yo tengo unos almuerzos rituales e informales con Angel y con Luis, como tengo otros, informales y rituales, con el cura Llanos y Carmen D¨ªez de Rivera).
-Macho -dice Angelito-, que veo que me mandas la columna en folios de Bazaar, por el rev¨¦s. Te voy a enviar papel del peri¨®dico, que te da las medidas exactas de lo que escribes y lleva papel amarillo de copia incorporado.
O sea que la historia viene de atr¨¢s. La revista Bazaar, como tan tos otros sitios donde yo he colabo rado, me env¨ªa un papel medido para que me atenga a su contingentaci¨®n de la inspiraci¨®n y de la prosa. Pero la inspiraci¨®n no puede contingentarse. Yo agradezco el env¨ªo, que siempre es un ahorro de papel en folios El Galgo, pero escribo por detr¨¢s, por donde no hay medidas. Harguindey, con el sentido profesional del orden que caracteriza a los buenos ¨¢cratas, ha conseguido reducirme a cifra y l¨ªnea, pero lo que no conseguir¨¢ es reducirme a papel carb¨®n. Carb¨®n ser¨¢n, mis prosas, m¨¢s polvo enamorado, etc¨¦tera.
?Para que quiero yo sacar copia de mis cr¨®nicas? Acabo de titular una antolog¨ªa de Larra Antolog¨ªa fugaz. O sea que este papel amarillo sobrante, que tiene un amarillo alegre a lo Juan Ram¨®n, es como el sol interior de la cr¨®nica, la luz que ilumina la prosa por dentro, como los pintores venecianos empezaban por cubrir el lienzo de dorado para luego pintar encima y que todo -carne, cielo, ropajes- quedase iluminado desde el interior del cuadro. En mis p¨¢ginas amarillas, como en las de la gu¨ªa telef¨®nica, anoto cosas urgentes, cifras l¨ªricas, verdades secretas, es decir, la contracr¨®nica, la anticolumna: no todo lo que no podr¨ªa publicarse (que en teor¨ªa puede publicarse todo), sino toda la verdad que no me da la reverend¨ªsima gana de publicar, que tampoco va a vender uno el alma a un administrador.
Por ejemplo, lo mal que me cae Alvarez/Vaguada, lo mucho que me ha decepcionado Sandra Alberti por no haberse suicidado ya, lo bien que podr¨ªa resultarme Su¨¢rez (como a Aranguren), si, pudiendo s.er nuestro Kennedy -y le pongo ejemplos de su ramo-, no hubiera optado por quedarse en nuestro Carter.
Y as¨ª.
Si yo le quito el papel carb¨®n a la columna, con lo.que le quito perennidad, ellos, en el peri¨®dico, suelen quitarle la foto correspondiente al tema, con lo que le quitan frivolidad, o sea, le quitan la chistera, porque esa foto que va arriba es la chistera de donde el cronniquer y el salonnier se saca el conejo blanco de la cr¨®nica o la paloma negra del poema en prosa.
Y ya metidos en mi cocina l¨ªteraria, tengo que hablar del vaso. Cuando la columna no se saca de una chistera, hay que sacarla de un vaso. Yo tengo un vaso para todo. Al levantarme, echo en ¨¦l ajo y alcohol, que es lo que me ha recomendado mi t¨ªa para el re¨²ma. Luego, sin lavarlo, y cuando me he tomado el ajo, echo un caf¨¦ doble y me lo bebo. Sobre los restos del caf¨¦ echo una cocacola y un whisky irland¨¦s de infarto que me ha regalado Pilar Trenas. Sobre los restos de esta p¨®cima echo un redox¨®n efervescente que me receta el gran doctor Olaizola. Sobre el redox¨®n echo dermocolon, un cemento para el intestino.
Y as¨ª toda la ma?ana. Al final me tomo en el vaso un vaso de agua, agua en la que el cloro municipal va ennquecido por raras y contradictorias substancias. Ahora comprender¨¢n ustedes que algunas cr¨®nicas me salgan raras, arbitrarias, disolventes, suicidas y locas. Lo que no me atrevo a pasar al folio timbrado del peri¨®dico, lo paso a las p¨¢ginas amarillas, que hacen de filtro, y quiz¨¢ con esa intenci¨®n depurativa y richelet me las ha enviado el inteligent¨ªsimo Harguindey.
Bueno, pues ah¨ª va, por una vez, el rev¨¦s de la trama, el rev¨¦s de la cr¨®nica, la p¨¢gina amarilla: o sea, lo derechista que es la derecha, lo oportunista que es Alvarez, lo v¨ªctima que es Tierno (incluso de su propio partido, que le silencia en la campa?a), lo olvidado que me tiene Isabel (Tenaille), lo retro que es C¨¢ritas, lo pimpinela que se ha quedado Areilza, lo ingenuos que son ORT/PTE fusionando sus kindergarten rojos, lo disolvente que es para la familia el D¨ªa del Padre, lo de derechas que somos todos y el miedo que tengo a envejecer.
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