Londres, el aire m¨¢s respirable de las capitales europeas
La contaminaci¨®n en una gran ciudad puede ser atajada. Varios ayuntamientos europeos han hecho del problema del medio ambiente su principal objetivo, aunque es Londres la ciudad que m¨¢s rotundamente ha visto cambiar su paisaje cotidiano por obra de una fort¨ªsima inversi¨®n econ¨®mica y el trabajo de cientos de especialistas. Los londinenses gozan del aire m¨¢s respirable de las capitales europeas y reciben un 75% m¨¢s de luz que hace veinticinco a?os. ?ngel Santa Cruz, corresponsal de EL PAIS en Londres, informa del proceso seguido para conseguir este cambio.
Quiz¨¢ lo que m¨¢s sorprende a quien visita Londres por vez primera es que, en contra de todos los clich¨¦s habituales, ni el T¨¢mesis es un r¨ªo negruzco y maloliente ni la ciudad, ocho millones de habitantes, sufre esa mezcla de humos y holl¨ªn que, por ejemplo, hace irrespirable el aire de Madrid.
Hace s¨®lo cincuenta a?os, sin embargo, que la vida acu¨¢tica se hab¨ªa extinguido en el T¨¢mesis a su paso por Londres, debido a la contaminaci¨®n y los vertidos urbanos.
Y menos de veinticinco que el smog imped¨ªa virtualmente a los londinenses ver el sol. La causa de que el r¨ªo por excelencia de Inglaterra forme hoy el estuario m¨¢s limpio del mundo y de que el aire de la capital brit¨¢nica sea, probablemente, el m¨¢s respirable de cualquier otra gran ciudad europea se debe a la puesta en pr¨¢ctica de rigurosos programas de lucha contra la contaminaci¨®n. Programas que han sido aplicados a rajatabla y que han costado a los contribuyentes decenas de miles de millones de pesetas.
Un r¨ªo con salmones
Hacia 1950 el r¨ªo T¨¢mesis, conocido hace tres siglos por sus espl¨¦ndidos salmones, se hab¨ªa convertido en una cloaca que pr¨¢cticamente carec¨ªa de ox¨ªgeno disuelto a lo largo de sus ¨²ltimos cuarenta kil¨®metros de recorrido. Las dimensiones de la contaminaci¨®n llevaron en 1953 al Ayuntamiento de Londres a la creaci¨®n de un organismo especial encargado de estudiar y poner en pr¨¢ctica un esquema monstruo para la limpieza del r¨ªo. El programa ha tardado veinte a?os en completarse en sus l¨ªneas fundamentales y los trabajos prosiguen. Van gastados 30.000 millones de pesetas y los salmones no han vuelto —entre otros motivos, porque la construcci¨®n de presas les impide alcanzar sus lugares naturales de desove—, pero el r¨ªo alberga hoy no menos de noventa especies diferentes y el espect¨¢culo de los londinenses pescando en sus riberas se ha convertido en habitual.
En la zona de Inglaterra atravesada por el T¨¢mesis viven y trabajan no menos de trece millones de personas. El r¨ªo ha sufrido la secuencia habitual de contaminaci¨®n de todas las grandes v¨ªas fluviales que discurren por densas zonas industriales y urbanas. Los especia listas brit¨¢nicos en la lucha contra la poluci¨®n se tomaron las cosas en serio: nue m¨¦todos para el tratamiento de las aguas residuales, unidos a la construcci¨®n de grandes estaciones depuradoras, han formado la espina dorsal del proyecto.
El Comit¨¦ para el T¨¢mesis elabor¨® un modelo matem¨¢tico que permiti¨® fijar con precisi¨®n la proporci¨®n de ox¨ªgeno necesaria en el estuario para eliminar los olores f¨¦tidos y permitir la migraci¨®n de los peces. El canal de marea fue modificado y mejorado, la red de alcantarillado multiplicada (hoy abarca 40.000 kil¨®metros) y el tratamiento de los residuos llega hasta el transporte al mar del Norte, en barcos especiales, de materias s¨®lidas que no admiten su conversi¨®n en abono.
Virtualmente restaurado
El r¨ªo ha sido virtualmente restaurado por un ej¨¦rcito profesional, en el que participan desde ge¨®logos hasta bi¨®logos, pasando por ana listas qu¨ªmicos y personal de piscifactor¨ªas, que repuebla las especies que, cada vez en mayor n¨²mero acuden al T¨¢mesis. Los responsables del programa descontaminador afirman que como consecuencia se ha reducido notablemente el costo del tratamiento del agua antes de su potabilizaci¨®n, preservado el medio ambiente (mediante el mantenimiento de la vida vegetal, animal y acu¨¢tica) y disminuido el riesgo de enfermedades infecciosas.
La limpieza del aire de Londres ha sido una operaci¨®n menos espectacular, pero igualmente meticulosa. Su origen est¨¢ en dos leyes, aprobada una en 1956 y la otra en 1968.
Amplias zonas de la gran ciudad han sido declaradas de control de humos, lo que en la pr¨¢ctica significa que la emisi¨®n de contaminantes industriales es un delito. La expulsi¨®n de humos negros por cualquier instalaci¨®n industrial ha sido rigurosamente prohibida. Instalaciones enteras han sido desplazadas fuera del casco urbano y se han fijado l¨ªmites muy estrechos a los residuos de polvo y holl¨ªn arrojados por los hornos fabriles. El m¨¢ximo contenido de plomo de las gasolinas es de 0,45 gramos por litro, uno de los m¨¢s bajos del mundo.
Reducci¨®n de humos
El conjunto de estas medidas (mejor, su estricta aplicaci¨®n) ha reducida en un 80% el humo de Londres en los veinte ¨²ltimos a?os, Seg¨²n las estad¨ªsticas de la Oficina Meteorol¨®gica, los vecinos de la gran ciudad ven ahora en invierno un 70% m¨¢s de luz solar de la que les permit¨ªa atisbar la contaminaci¨®n en los a?os cincuenta. Para el conjunto del pa¨ªs, los datos muestran una reducci¨®n del di¨®xido de sulfuro en la atm¨®sfera de alrededor del 40% en los ¨²ltimos diez a?os. El Departamento del Medio Ambiente, sin embargo, considera que todav¨ªa hay mucho por hacer y las autoridades locales, de las que depende en ¨²ltima instancia la limpieza del aire en Londres, preparan nuevos programas de lucha contra la contaminaci¨®n.
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